Subida al Ibón de Coll de Toro
26-jul-2017 (10 km)
Interesante subida hasta el Ibón de Coll de Toro desde el refugio de La Besurta (1920 m), lugar al que hemos accedido desde los Llanos del Hospital haciendo uso del servicio de autobuses implantado en la época veraniega. El paseo nos ha llevado por el Forau de Aiguallut (2005 m) y atravesar los planos allí existentes, que nos brindan una excelente visión del Aneto y su Glaciar, para subir por el barranco de L’Escaleta hasta el valle de igual nombre y coronar el Coll de Toro, donde obtendremos una excelente visión del ibón y de las altas cumbres que lo rodean; estamos en el mismo corazón de los Pirineos centrales, todo un espectáculo de altas cumbres, neveros y saltos de agua.
Nos hallamos en lo que es el Parque Natural de Posets-Maladeta, un perfecto valle glaciar flanqueado por los dos macizos más importantes y representativos del Pirineo, La Maladeta por la parte oriental y el Posets o Llardana por el oeste, en el que el Pico de Aneto, con sus 3404 m, es el punto más alto, y donde proliferan las cumbres y cordeles montañosos que superan con mucha facilidad los 2500/3000 m.
Llegamos al Forau d’Aiguallut, que nada tiene que envidiar a otros lugares con paisajes alpinos o montañeros paradisíacos. Se trata de una gran dolina, donde las aguas procedentes de Palenques, Mulleres, Tempestades o del propio Aneto, forman una vistosa cascada de unos 15 metros, aproximadamente, cuyo arroyo atraviesa un alargado y no muy grande poljé hasta que las “aguas huyen” y desaparecen por un sumidero para viajar por unas cavidades subterráneas (el llamado Conducto kárstico d’Aiguallut) y volver a resurgir de nuevo en el Valle de Arán, en lo que es ya cuenca del río Garona, en los Güell del Joeu, en el pequeño valle de Artigue de Lin.
Al atravesar los Planos o Llanos d’Aiguallut, por donde discurren unas calmadas aguas formando pequeños meandros, una vez han descendido de las Balls de Barrancs y L’Escaleta, las vistas que tenemos sobre todo el entramado montañoso del valle glaciar es realmente espectacular. El pico La Renclusa (2679 m), el Aneto y las masas de hielo que cubren sus laderas, la tuca d’Aiguallut (2692 m) con su típica y afilada arista vertical que corona su cumbre a modo de farallón, una forma de gran belleza denominada “horn” (el Monte Cervino, en los Alpes, es el pico más famoso con arista de este tipo). Completa el cerco del antiguo circo glaciar, lo que es la llamada Crencha de la Picada, donde destacan una serie de tucas que superan los 2500/2600 m.
La ascensión por el barranco de L’Escaleta, una senda donde el desnivel se acrecienta y en la que teníamos que ir con precaución por las piedras existentes. A medida que vamos subiendo hasta la Ball de L’Escaleta, el panorama paisajístico se amplía cada vez más, además de tener una mejor percepción de los planos, se distingue claramente lo que es la Crencha de los Portillones, que viene a unir la tuca de La Maladeta (3308 m) con el pico de La Renclusa, distinguiéndose perfectamente lo que es el Portillón Inferior (2755 m) y el Portillón Superior (2895 m), lugar de paso para la ascensión al pico de Aneto.
Al fondo se aprecia lo que es el Portillón de Benasque (2444 m), con su clásica forma en V, entre las tucas de Salvaguardia (2736 m) y La Mina (2704 m). El Portillón de Benasque, un antiguo paso de comunicación con Francia; dicha vía, junto a las del Puerto Biello (2666 m), La Glera (2367 m) o La Picada (2470 m), durante muchos siglos fueron usadas por peregrinos, contrabandistas de todo tipo y condición, mulateros, refugiados, exiliados, comerciantes, maquis y emigrantes, así como por todas aquellas personas que, por motivos varios, tenían necesidad de desplazarse al vecino país.
De todas formas, es todo “un lujo” poder ir acompañados por Joaquín Aragüas y Carlos Bravo, avezados y consumados senderistas. Son como “una enciclopedia abierta y andante”, te dan toda clase de explicaciones y detalles orográficos, con descripción de picos (Tempestades -3278 m-; Margalida -3239 m-; Russell -3207; Mulleres -3013 m-; …. ….), barrancos y valles con una extrema e inusual facilidad. ¡Un placer contar con su presencia!
La Ball de L’Escaleta, un pequeño valle fluvial, flanqueado por las laderas de la tuca d’Aiguallut y el Coll de Toro (2241 m), con la Forcanada como fondo (2882 m), ésta ya en el Valle de Arán, un terreno donde abundan las pequeñas dolinas e incluso alguna ya de dimensiones considerables. También destaca la formación de lapiaces, unos grandes surcos que estrían las rocas superficialmente. Estamos en un terreno cuyas formaciones de relieve son las típicas del Karst, los “lapiaces, las dolinas o torcas, las simas o los poljés”.
Nos hallamos en la llamada Zona Axial, donde afloran todo tipo de materiales de la Era Paleozoica (unos 550 mills/años) a modo de láminas cabalgantes, tales como las calizas, pizarras, esquistos o las areniscas de color rojizo, y que constituyen el núcleo de la cordillera pirenaica. En estos materiales vienen a destacar los grandes plutones o macizos graníticos de gran poder de resistencia a los agentes erosivos, por lo que vienen a alcanzar las mayores alturas. También es donde persisten los únicos glaciares de la Península, los de mayor superficie en la Comarca de Ribagorza, que vienen a constituir unos sistemas naturales con extraordinario valor científico y medio-ambiental, verdaderos reductos de lo que fueron las glaciaciones habidas a finales del Pleistoceno y que no tienen nada que ver, en la actualidad, con aquellas grandes masas o mares de hielo que ocupaban los principales valles pirenaicos.
Desde el Coll de Toro, tenemos una excelente panorámica del Ibón con igual nombre, enmarcado entre las Tucas de Pena Nera (2577 m) y la d’el Mall de l’Artiga (2705 m), cuyos fondos de las laderas están cubiertos por dos inmensos canchales, que hacen dificultoso bordearlo.
Los ibones, con sus “aguas prisioneras”, vienen a ocupar las cubetas excavadas por los hielos durante miles de años, producto de la presión vertical ejercidas por las grandes masas de hielo que erosionaron la superficie rocosa y al retirarse los hielos quedaron rellenas de agua. La mayoría de los ibones se hallan en los macizos graníticos de la Zona Axial de los Pirineos, cuyos materiales impermeables impiden las filtraciones de agua. Normalmente, sus aguas acostumbran a ser transparentes, debido a la renovación de las aguas, pero también los hay que se acostumbran a enturbiar, producto de los aportes de materiales insolubles de los humus y turberas de sus orillas. Suelen estar helados en invierno, e incluso los de mayor altitud llegan a permanecer en dicha situación hasta las tres cuartas partes del año.
Enlaces con otras rutas por el valle:
Ruta entre el Pla d’Aiguallut y La Renclusa