Ruta por los Llanos de La Larri
19-jul-2017 (12 km)
Visitar el valle de Pineta es siempre gratificante resultando ser todo un espectáculo. Impone la majestuosidad de sus casi verticales paredes, algunas de las cuales de pronunciadas pedreras y canchales producto de la meteorización y fragmentación de las rocas, su exuberante vegetación, las altas cumbres del macizo de Monte Perdido y la testimonial ostentosidad de lo que fue un gran valle glaciar, en forma de artesa, uno de los más hermosos y fotogénicos de la cordillera pirenaica. Nuestro recorrido se ha alargado hasta los Llanos de La Larri, un pequeño valle colgado por donde discurría una lengua glaciar al encuentro de la gran masa de hielo que se iniciaba en el cercano y colosal Circo de Pineta.
Iniciamos el paseo en la zona de aparcamiento de los coches, para tomar una pista rodada que, a través de profundos bosques de hayas y grandes helechos, nos llevará hasta nuestro destino de hoy, los Llanos de La Larri. Parte del recorrido lo vamos a compartir con el efectuado en junio del pasado año, cuando visitamos las Cascadas del Cinca, pero no importa, la belleza y el espectáculo paisajístico están más que asegurados.
Nos encontramos en lo que es la cabecera de la Comarca del Sobrarbe, dentro del entorno natural del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en lo que podría considerarse la línea divisoria de los Pirineos, conformada por una sucesión de impresionantes moles o picos de más de tres mil metros. El Valle de Pineta, de poco más de 10 km, llamado también “La Balle Verde”, se halla encajado entre las Sierras de Espierba y las Zucas, con origen en lo que es el llamado Circo de Pineta y finalizando en Bielsa.
Estamos justo a los pies de Monte Perdido, uno de los macizos calcáreos más extraordinarios del continente europeo, resultando ser el tercer punto más alto de los Pirineos (3355 m). Sus elevadas cimas vienen a coronar uno de los paisajes más excepcionales que la naturaleza ha tardado en modelar millones de años. El Valle de Ordesa, el Cañón de Añisclo, la Garganta de Escuaín y el Valle de Pineta, se articulan en base a este gran macizo y vienen a conformar una unidad geográfica muy bien definida, a la que se ajustan los límites del espacio natural del Parque Nacional.
Una vez superados el barranco de los Churros de Marboré y la impresionante cascada del de La Larri, nos vamos acercando a la bonita pradera de los Llanos, nuestro objetivo de hoy, pero siempre aprovechando las bonitas panorámicas que nos brinda el ascenso.
Vamos disfrutando del paisaje que nos ofrece el valle y su entorno, del circo glaciar de Pineta y sus verticales paredes de piedra caliza un tanto verdusca, que parecen imposibles de subir, pero que siempre hay una pequeña senda que las va trepando.
Apenas podemos ver los restos del encogido glaciar de Monte Perdido, durante una buena parte de la mañana la niebla cubría las cumbres, pero cuando despejaba un poco se podía divisar perfectamente. Antaño estas potentes masas de hielo (los glaciares han sufrido un gran retroceso a lo largo del Heloceno, siendo en la actualidad más bien de carácter residual) formadas en los circos de cabecera, constituían unos grandes glaciares que descendían por los principales valles del Sobrarbe, y por todo el Pirineo. Por este valle del Cinca, bajaba una lengua de hielo, de unos 25 km, que tenía una doble cabecera y que venían a confluir en Bielsa (los de Barrosa y Pineta). Monte Perdido (3355 m), La Munia (3133 m) y Punta Suelza (2971 m), eran las grandes áreas nivales de acumulación y, durante el Pleistoceno, fueron alimentando el entramado glaciar de todo el Cinca.
Alcanzar las praderas de los Llanos de La Larri, fue algo que nos dejó a todos bastante impresionados, un valle precioso por donde discurre el barranco de igual nombre y que, justo al final, existe una bonita cascada, “”el Churro de La Larri””, cuyas aguas descienden desde los Ibones de La Larri (2524 m), que se hallan a los pies del mismo pico Robiñera (3005 m).
Como el acceso al valle es bastante asequible, abundaban grupos de excursionistas, que se entremezclaban con el ganado vacuno y caballar que pastaban libremente por las verdes praderas.
El descenso hasta la pradera donde estaba el aparcamiento de los coches, lo hicimos por una desnivelada senda, junto al barranco de La Larri, que nos iba brindando algunos saltos y pozas de agua de gran belleza. Esta bajada ya la hicimos el año pasado, pero esta vez había más humedad y resultaba un tanto peligrosa con algún que otro resbalón.
Visitamos la ermita de la Virgen de Pineta que, aunque sus orígenes son muy antiguos, el actual edificio data del siglo XIX.
El paseo finalizó con una buena comida en el Camping de Pineta, junto a unos buenos amigos de Barbastro, que estaban pasando allí una temporada.