Farlete – San Caprasio
Hacía tiempo que teníamos ganas de visitar la ermita de San Caprasio en la sierra de Alcubierre. Hoy, 22 de febrero de 2017, hemos podido realizar dicha ascensión. Se ha completado una ruta circular de, aproximadamente, unos 17 km, con inicio y final en la población de Farlete, provincia de Zaragoza, subiendo por el barranco de la Torraza y bajando por el de Gradillo.
Ermita Nuestra Señora de la Sabina. Farlete:
Principio y final del recorrido. El origen de la ermita se remonta al siglo XIII, aunque en el XVII, fue transformada bajo el patrocinio del VI marqués de Aytona. La Virgen se apareció sobre una sabina, de ahí su nombre.
El exterior del templo, de estilo barroco, mantiene una secular sobriedad, siendo de significación los dos curvados frontones que vienen a coronar la zona central de las fachadas principales o hastiales que se suceden. Viene a presentar unas líneas acordes con la época, donde el ladrillo caravista era el material predominante. En lo alto del frontón central, existe un reloj de sol. No se ha podido acceder a su interior, aunque sí hemos podido hacerle una fotografía.
En lo que es el casco urbano de Farlete, típico al de una estampa monegrina, además del edificio del ayuntamiento, destaca su iglesia parroquial de San Juan Bautista, que fue reconstruida tras la guerra civil.
Nada más comenzar la caminata, ya se divisa, en lo más alto de la sierra, la ermita de San Caprasio. Ante nosotros se nos presenta un espectacular paisaje de tierras deleznables, de yesos, margas, esquistos y nudos de alabastro, con unas laderas muy erosionadas, en las que se suceden los barrancos de vertientes muy acarcavadas, como de si de una extensa red se tratara, y una vegetación más bien escasa en la que sobresalen los romeros y las efedras, aunque en lo alto de la sierra, y a medida que se va ascendiendo, van apareciendo pinos de tipo carrasco, alguna que otra sabina, y coscojas entremezcladas con encinas, pero éstas de bajo porte. Por estos alrededores se prodigaron los hornos de yeso.
Nos hallamos en la sierra de Alcubierre, una cadena montañosa delimitadora entre las provincias de Huesca y Zaragoza, que se extiende de Noroeste a Sureste y una longitud de unos 40/50 km, atravesando la Comarca de Los Monegros a modo de espina dorsal. El suelo que la compone es más bien pobre, de colinas áridas y calvas. Es una sierra agreste, que presenta bastante uniformidad en cuanto a su altitud (con unas alturas máximas que superan por muy poco los 800 m -San Caprasio, 811 m; Monte Oscuro, 812 m-).
Fueron unos montes muy poblados de pinares y carrascales que suministraban abundante material para las producciones de carbón vegetal. Entre los siglos XVI/XVIII, esta sierra sufrió una fuerte presión antrópica que le produjo una fuerte deforestación, debido, principalmente, a las practicas del carboneo, al pastoreo y la necesidad de hacer leñas, lo cual se acrecentó durante el siglo XIX con la expansión agrícola y tratar de ganar nuevos terrenos para los cultivos del cereal. (Una prueba de la acuciante deforestación fue la descripción que hace George Orwell -en su “Homenaje a Cataluña”- de su estancia en el frente de Aragón, donde llega a decir que, en las trincheras de Alcubierre, no encontraba leña para poder calentarse. Pascual Madoz, en su Diccionario-Geográfico -1845/1850- también manifestó que “….. indudablemente es la montaña más árida y despoblada de España”).
La sierra de Alcubierre, si pudiera, tendría mucho que decir sobre las guerras napoleónicas y de nuestra pasada contienda civil. Muy cerquita de donde nos encontramos se halla la “ruta Orwell”, un conjunto de trincheras con todos sus asentamientos, que nos traen al recuerdo situaciones de la pasada guerra.
Por estos montes, durante el siglo XIX, también llegaron a prodigarse los bandoleros y contrabandistas. El más famoso de todos fue Martín Gavín Suñé, apodado “El Cucaracha”, un personaje de corta estatura, que siempre vestía de negro. Una copla lo recuerda:
Se pasea el Cucaracha
por la sierra de Alcubierre,
un hombre como un tomillo
y todo el mundo le teme
El bandolerismo se practicaba en pequeñas cuadrillas, llegaban a unirse cuando el botín o el asalto lo requería por su importancia. El famoso Cucaracha haciéndose pasar por carlista acometía sus grandes golpes. Las poblaciones del entorno de la sierra bien conocían sus fechorías. Concretamente, el pueblo de Farlete, el 15-06-1873, sufrió uno de sus sonados asaltos, los bandidos se presentaron vestidos de carlistas, a cara descubierta y armados con trabucos, y aprovechando que los vecinos estaban oyendo misa los retuvieron en la iglesia. La Guardia Civil acabó con la vida de este bandolero, el 28-02-1875, en las cercanías de Lanaja, pues, según la tradición popular, varios miembros de la banda bebieron vino envenenado momento en que los civiles aprovecharon para acabar con sus vidas. A partir de la muerte del Cucaracha, el bandolerismo de los Monegros comenzó a languidecer, aunque aún surgieron algunos que quisieron imitarlo.
Ermita de San Caprasio:
Edificio del siglo XVIII/XIX, bastante sencillo arquitectónicamente y rodeado de todo tipo de antenas. Representa ser una privilegiada atalaya para poder disfrutar del espectacular paisaje de lomas, pequeños relieves tabulares, barrancos y sus cárcavas, en lo que parece ser una indefinición de cauces, modelado por agentes erosivos como son el agua o el viento, extendiéndose, allá abajo, a nuestros pies, la extensa y vasta llanura monegrina que alcanzará las riberas del Ebro.
En los alrededores de la ermita, existen una serie de pequeñas cuevas excavadas en la roca, que fueron utilizadas como eremitorios. Los Hermanos de Jesús, de Farlete, habilitaron algunas de ellas, que siguen usándose en la actualidad.
Destacable la cueva-ermita, así como la que se usa como comedor, donde hay una mesa poligonal para sentarse a su alrededor. En este lugar, aprovechamos para comer unos bocadillos y degustar una buena bota de vino, además de saborear un “aguado” café y orujo, que un participante del grupo se tomó la molestia de subir en unos termos.
Interesante excursión, que bien ha valido la pena, sobre todo por las excelentes vistas paisajísticas que nos ha ido deparando, aunque en época veraniega este paseo debe ser abrasador.
Muy interesantes todas tus publicaciones Santiago. Un trabajo bien hecho, bien explicado y mejor documentado, que permite al lector conocer la riqueza, belleza y variedad de nuestro territorio.
Un abrazo.
Gracias Miguel. Viniendo de tí, es un halago.