Ruta por Torrollones de Gabarda
Nueva visita a la Comarca de los Monegros, esta vez para conocer los Torrollones de Gabarda, situados entre las poblaciones de Alberuela de Tubo y Marcén. El recorrido ha sido de unos diez kilómetros, y en lo que respecta al tiempo de duración nada que decir, pues uno se puede explayar y recrearse cuanto quiera viendo el paisaje monegrino y las formaciones geológicas de piedra arenisca, que dan para todo tipo de rienda suelta en la imaginación de cada uno.
El recorrido de hoy, 9 de diciembre de 2015, lo hemos iniciado en el pueblo de Alberuela de Tubo, que nos ha llevado a visitar el Parque de Aventura La Gabarda, las formaciones geológicas de La Gabarda y sus espectaculares Torrollones, el embalse de Torrollón, para finalizar la ruta en la población de Marcén.
Nos encontramos en la parte noreste de la Comarca de los Monegros, casi lindando con las Comarcas de Hoya de Huesca y Somontano de Barbastro, entre los ríos Flumen y Guatizalema, y si tomáramos a las dos carreteras autonómicas (A-1223 y A-131) como si se trataran de los ejes horizontal y vertical de un plano cartesiano, estaríamos justo en lo podríamos considerar el segundo cuadrante, es decir, en la región superior izquierda.
Iniciamos la andada en Alberuela de Tubo, el cual se halla situado a los pies de un cerro en cuya cima, a la que no hemos subido, se encuentran las ruinas de un antiguo castillo de origen árabe (siglo IX), y que tiene, además, una bonita y restaurada iglesia parroquial de San Juan Evangelista (siglo XIII). Es un pueblo donde, anualmente, se vienen haciendo concentraciones de motos antiguas, con gran éxito de asistencia.
Nos dirigimos hacía el Parque de Aventura La Gabarda, primero por una pista rodada y después por lo que es el camino que discurre por encima de la bancada de la margen izquierda de la acequia o canal del Flumen. Durante el trayecto vamos observando las grandes planicies del territorio de Los Monegros, hoy en día prácticamente todo puesto en regadío, como así nos lo indican los extensos campos de alfalfa y de maíz que vamos encontrándonos al paso.
El Parque de Aventura La Gabarda, en las faldas de la serreta de Tramaced, se halla situado en un lugar privilegiado y rodeado de formaciones geológicas que lo configuran como un paisaje de singular atractivo.
Durante el recorrido, bajo los escarpes de piedra arenisca, fuimos disfrutando de las curiosas formaciones geológicas. Este conjunto de areniscas, forman parte de la unidad estratigráfica denominada “Formación de Sariñena” (Época del Mioceno, hace unos 21/22 mills/años), y constituyen unos elementos geomorfológicos y paisajísticos muy peculiares en la comarca monegrina. Pudimos distinguir claramente lo que es el “arco”, el “abuelo” o la “fortificación”, además del “graderío”.
Los Torrollones, forman parte de lo que es la estructura tabular del paisaje a modo de oteros, con una base más o menos rectangular y de unas pronunciadas y escarpadas paredes que rozan casi la verticalidad, compuestos por unos materiales deleznables como son las areniscas y las lutitas, fácilmente erosionables y por tanto con unas pronunciadas cárcavas sobre sus laderas.
Durante todo el recorrido hemos podido disfrutar de las extensas llanuras que conforman este paisaje de los monegros, donde se comenzó a implantar el regadío a principios de la segunda mitad del pasado siglo XX. Lo que hace unas décadas era una gran masa parduzca, de una superficie quebrada y abarrancada en muchos casos, hoy se ha reconvertido en una “gran mancha verde”, de extensa llanura, donde imperan los cultivos herbáceos y forrajes (alfalfa, maíz, girasoles o cereales), además de numerosos arrozales, plantaciones de frutales y otras producciones hortícolas; todo ello salpicado de un buen número de explotaciones ganaderas que contribuyen a incrementar el valor productivo de la zona.
Una vez hemos traspasado la zona de los Torrollones, llegamos al Embalse de Torrollón, ya cerca del pueblo de Marcén. Este embalse, construido a primeros de la década de los años ochenta del pasado siglo, se nutre del Canal de Flumen y sirve como regulador y reserva del mismo; su máxima capacidad es de 1’79 Hm3 y ocupa una superficie de 37 Has, cuya presa está compactada de materiales sueltos y homogéneos y se utiliza únicamente para riego. En este pantano, anualmente, se vienen acogiendo diversos campeonatos de pesca dada su gran variedad piscícola.
Sobre el Canal o Acequia del Flumen, que no hemos perdido de vista en ningún momento e incluso un buen trecho del recorrido lo hemos realizado por el camino que existe sobre la margen izquierda de la bancada de su cajero , hay que indicar que forma parte de la compleja red de canales y acequias que parten del Canal de Monegros, arteria principal de los riegos de Monegros (aunque en Tardienta se une con el Canal del Cinca –el llamado “abrazo de Tardienta”-), junto al canal de La Violada, la acequia Q, el canal de Sástago o la acequia de Ontiñena. Este Canal del Flumen, riega, entre otros, los términos de Albero Bajo, Piracés, Tramaced, Fraella, Marcén, Sodeto o Alberuela de Tubo.
Llegamos a la localidad de Marcén, fin de nuestra caminata de hoy, procediendo a visitar su casco urbano, para ascender posteriormente a la iglesia parroquial de San Pedro (siglo XIII), que se halla asentada sobre una cresta rocosa dominando el pueblo, y es de estilo románico y restaurada hace algunos años; es un templo cerrado al culto y el acceso al mismo se halla en muy mal estado, con vegetación espontánea, paredes derribadas y parte de los fustes de unas columnas y sus basas desperdigadas y tiradas por el suelo, ¡una pena!
Normalmente, cuando se habla de los Monegros siempre se recurre al manido tópico de que son unas tierras desérticas e inhóspitas y de un parduzco paisaje, lo que demuestra un total desconocimiento de lo que es este territorio actualmente, sobre todo de aquellas zonas en las que se ha implantado el regadío. El agua, en la agricultura, siempre ha tenido un especial protagonismo y su disponibilidad y manejo ha contribuido, notablemente, al desarrollo agrario, convirtiéndose el regadío en un claro motor del crecimiento económico en lo que es el mundo rural. La organización y evolución de los territorios se han adaptado, históricamente, a las características del medio físico y a lo que el hombre, en la medida de lo posible, ha sido capaz de aprovechar o captar las aguas, que han servido para crear unas espléndidas manchas de color verde sobre el paisaje a diferencia de las tierras secas o desérticas.
A mediados del siglo pasado, el entonces Instituto Nacional de Colonización (I.N.C), que había sido fundado en el año 1939, y que a partir de 1971 pasó a denominarse Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA), inició la compra de terrenos en las zonas que, previamente, habían sido declaradas como de interés general para proceder a levantar nuevos asentamientos (los llamados “Pueblos de Colonización”) y proceder a concentraciones parcelarias; estos nuevos poblamientos se iniciaron en Las Bardenas; La Violada; Zona del Flumen –donde nos encontramos-; y también por las zonas de influencia del Canal de Aragón y Cataluña, como eran La Litera y Cinco Medio; aunque los colonos, en un principio, tuvieron muchos problemas, producto de deficientes nivelaciones o de no mantener la cubierta vegetal, pues se volteaba la tierra sin tener cuidado de respetar la capa fértil, con lo que los colonos se encontraban con una “tierra cruda” y con unas tierras yermas que provocaron retrasos en la maduración de los nuevos regadíos. Hoy en día, gracias al tesón de aquellas gentes repobladoras, estos terrenos han evolucionado muy favorablemente teniendo unas grandes posibilidades de desarrollo todo lo que es la Comarca.
Algunos de los pueblos de colonización, por la zona en que estamos, son: Sodeto, San Lorenzo del Flumen, San Juan de Flumen, Curbe, Cantalobos, Orillena, La Cartuja de Monegros, …. ….