Ruta entre La Aldea de Puy de Cinca y Clamosa
Una ruta, de ida y vuelta, entre La Aldea de Puy de Cinca y el despoblado de Clamosa, pasando por Casa Olivera.
16-ene-2022 — Distancia: 12’90 km — Desnivel acumulado: 307 m
Estamos en lo que es un silencioso valle, surcado por el río Cinca, un lugar otrora lleno de vida y hoy ‘acallado’ por las aguas del pantano del Grado. Un espacio geográfico que es punto de unión de tres comarcas: Ribagorza, Somontano y Sobrarbe.
Un recorrido por la margen izquierda del embalse, por la parte más baja de la ladera descendente desde la Sierra de Torón. Lo que fue un antiguo territorio de frontera allá por los siglos X/XI, entre los mundos de moros y cristianos.
Unos terrenos escabrosos, surcados de barrancos que acaban en las aguas remansadas del río Cinca, donde imperaba la economía agropecuaria y que daba poco más que para la subsistencia. Un entorno natural agreste de por sí, de bancales escalonados para su cultivo, tapizado por una espesa repoblación forestal y endulzado un tanto por un verdoso monocromo.
Aldea de Puy de Cinca
Punto de inicio y final de nuestra excursión. Un lugar recuperado y edificios de nueva planta. Un sitio para disfrutar de la belleza paisajística y de las tranquilas aguas del embalse.
Tiene un albergue, que funciona en los meses de buen tiempo. Aquí se dan algunos talleres de agroecología y en verano hay colonias.
Camino de Clamosa, pasamos por delante de Casa Olivera. Antigua fonda y lugar para pasar el río en barca o en los últimos tiempos sobre un cajón aéreo.
El día amaneció frío, con una buena escarcha. Cuando llegamos al barranco de San Vicente estaba todo el cauce congelado y buen grosor de hielo; hubo que cruzarlo con cuidado.
El ascenso a Clamosa lo hicimos por la senda del antiguo GR-17, siguiendo el trazado del viejo camino. Bonito sendero con buenas vistas reportadas.
Clamosa
Un pueblo que se extendía sobre las faldas de la solana de un espolón rocoso, en el que se hallaba asentado un arruinado castillo. El caserío es bien visible durante todo el trayecto.
A resguardo de los fríos procedentes de los no muy lejanos macizos de Monte Perdido y Cotiella, pero en el que ya no queda nadie. La gente emigró, se abandonaron los olivos y las parcelas de los cultivos. Un lugar donde abundan los esqueletos de las viviendas y otras construcciones, de estrechas e impracticables calles en las que, desde hace mucho tiempo, se amanece con derribos espontáneos.
Lo que queda del castillo, en la parte más alta del pueblo. Una fortaleza que formaba línea defensiva junto con Abizanda, Panillo, La Guardia y el Mon de Perarrúa. Buenas vistas paisajísticas: Monte Perdido, Cotiella, Tozal de Palo, Sierra de Sevil, Tozal de Surta, Sierra de Balcez, Llanos de Arcusa…
Todavía queda en pie la torre de lo que fue la iglesia parroquial de La Asunción (siglo XVIII), rematada por un chapitel que apenas puede mantenerse erecto. Una torre que parece querer comandar un batallón de unas esqueléticas casas, sin techumbre que las proteja, que quieren seguir sintiéndose seguras, como lo estuvieron en otros tiempos, agrupadas bajo los muros del castillo.
Destaca la ermita de La Esperanza (siglo XII), que, en los primeros tiempos, llegó a ser la parroquial del pueblo. Un edificio que permanece todavía en pie, sin puerta que lo proteja y expuesto al expolio y a las inclemencias climatológicas. Las campanas ya hace tiempo que abandonaron los huecos en la espadaña. ¡Una pena!
Cerca del núcleo urbano, se halla la ermita de San Antón (siglo XVII/XVIII), absorbida por la vegetación.
Un poco más adelante, camino de Caneto, tenemos la ermita de San Martín (siglo XVII), que tiene el cementerio adosado.
Un pueblo nacido bajo la protección de un castillo, que llegó a tener alrededor de doscientos habitantes, que llegó a tener ayuntamiento propio —junto con Lapenilla, Trillo, Salinas y las aldeas de Caneto, Bediello y Samper—, que tuvo casi de todo: salinar, herrería, tejería, molino, escuela, … y que comenzó a despoblarse a mediados del pasado siglo coincidiendo con la construcción de un pantano. Un pueblo que pagó un caro tributo para que en las lejanas tierras del llano se implantaran los regadíos y pudieran desarrollarse.
Otras entradas en el blog, de excursiones hechas por los alrededores, son:
https://www.santiagonoguero.es/ruta-por-panillo/
https://www.santiagonoguero.es/pano-salinas-de-trillo/
https://www.santiagonoguero.es/ejep-ixep-pano/