Ruta entre Pano y Salinas de Trillo
El paseo de hoy, 21 de diciembre de 2016, comienza en el pueblo de Pano (Comarca de La Ribagorza) para finalizar en Salinas de Trillo (Comarca del Sobrarbe), habiendo pasado antes por los núcleos de Caneto y de Trillo. En total, unos 16 km de recorrido, que no siguieron fielmente el trazado marcado por el GR-1, pues esto tan solo lo hicimos al comenzar el mismo, entre Pano y la ermita de San Vicente, y en su tramo final, entre Caneto y Salinas de Trillo; la parte comprendida entre la ermita de San Vicente y Caneto, la realizamos siguiendo una ascendente y larga pista, hasta llegar a Plana Carrera, para desde allí emprender una pronunciada bajada que nos llevaría al pueblo de Caneto.
Nos hallamos en la sierra de Torón, la cual divide las cuencas de los ríos Ésera y Cinca. Es una sierra que puede llegar a tener varios nombres, dependiendo del lugar donde nos encontremos y según sean las derivaciones o prolongaciones montañosas hacia un valle fluvial u otro, tales como: “Monte de Clamosa”, “Sierra de Pano”, “Sierra de Trillo”, “Sierra de Grustán”, …. ….
Partimos de Pano, donde ya estuvimos en nuestra anterior caminata, y que, como ya dijimos, están rehabilitándolo para su conversión en una eco-aldea. La persona encargada de ello es Kurt Fridez, el cual, a través de la Fundación Pano, lleva las tres últimas décadas encargándose de su recuperación.
Tomamos el GR-1, y la senda que bordea el barranco de San Vicente nos llevará hasta la ermita homónima asentada sobre lo más alto de unos agrestes acantilados. Desde esta ermita, en la cual se rezaba para protegerse de las tormentas, entre otros muchos ritos de protección existentes por este territorio en pretéritas épocas, se puede disfrutar de unas excelentes vistas de lo que son: los llanos de Arcusa (en la depresión del Vero); el pueblo de Olsón, donde sobresale la iglesia de Santa Eulalia, llamada también “la Catedral de Sobrarbe”; la sierra de Guara, con el Tozal de Asba que parece querer surcar a modo de la proa de un barco la extensa planicie que se extiende a sus pies desde Santa María de la Nuez hasta Arcusa; el Entremón, con el castillo de Samitier y la iglesia de los santos Emeterio y Celedonio vigilantes y como queriendo controlar el paso del desfiladero labrado por el río Cinca; la cordillera pirenaica, destacando el impresionante macizo calcáreo de Monte Perdido; los picos de Cotiella y El Turbón; la Peña Montañesa; el cercano Tozal de Palo; el Valle de La Fueva; el embalse del pantano de El Grado; la sierra de Arbe con el pueblo de Abizanda a sus pies; …. ….
Acabamos de entrar en lo que fue el antiguo municipio de Clamosa, en el cual también estaban incluidos los pueblos de Lapenilla, Caneto, Trillo y Salinas de Trillo. Actualmente, todo este territorio se halla adscrito al municipio de La Fueva, el cual lo llegan a conformar unos 30 núcleos, algunos de ellos incluso deshabitados, y con muy pocos habitantes en su conjunto.
El terreno es muy escabroso, con profundos barrancos que lo van drenando para verter sus aguas al río Cinca. Dado lo abrupto de su orografía, las desniveladas vertientes fueron profusamente aterrazadas, donde tuvieron una gran aceptación y difusión las plantaciones de olivos, también el cereal llegaría a ocupar un lugar importante, aunque con bajas rentabilidades; respecto al cultivo de la vid ésta se cultivaba en las zonas más llanas y ya cercanas a la ribera del Cinca, cuyas producciones, por lo general, eran para consumo propio. Hoy en día, la fisonomía del paisaje ha cambiado notablemente, pues, debido a la construcción del embalse de El Grado, con sus correspondientes expropiaciones, la zona fue repoblada con pinos y la vegetación espontánea, del tipo “Piso Montano”, también ha hecho acto de presencia, en la que se prodigan los quejigos y encinas.
El pueblo de Caneto nos sorprendió gratamente a todos, pues de ser estar abandonado desde los años 60 del pasado siglo, actualmente está sufriendo un proceso de revitalización por gente que ha huido de la ciudad en busca de paz, silencio y naturaleza, se arreglan las casas, se construyen nuevos edificios, la escuela funciona en lo que fue una antigua capilla del siglo XVIII, los críos se ven por la calle, una antigua casa se ha reconvertido en Turismo Rural, cuenta con los servicios mínimos de agua y electricidad, además de un acceso por una carretera recién pavimentada. Un pueblo que ha vuelto a la vida.
Clamosa que se levantó sobre un espolón rocoso con un casco urbano desarrollado a los pies de un antiguo y protector castillo (siglo XI), era el caserío con mayor enjundia de todo el contorno, cuyas ruinas podemos divisar con claridad durante el recorrido, el cual fue abandonado allá por la década de los 60, coincidiendo con la construcción del embalse de El Grado, al igual que otros pueblos del entorno: “Puy de Cinca”; “La Aldea de Puy de Cinca”; “Lapenilla”, “Caneto”, “Samper de Trillo”, “Ligüerre de Cinca”, “Mipanas”, además del “Mesón de Ligüerre”, “Casa Olivera”, ….. …., con todas las implicaciones negativas que dichos abandonos tuvieron sobre el territorio, y todo ello sin contar con las despropiaciones y posteriores despoblaciones llevadas a cabo cuando la construcción del cercano pantano de Mediano, cuya presa se halla al comienzo del Entremón.
Entre Caneto y Trillo, el camino se nos complica un poco, pues, aparte de pasar por unas zonas umbrías y que estaban algo heladas, había que descender hasta el barranco del Salinar e iniciar una fuerte subida hasta el despoblado pueblo de Trillo, que se levanta sobre un pronunciado puntón rocoso, y que se desarrolló junto a una antigua fortificación. El barranco del Salinar, nace debajo de Troncedo, fruto de la unión de varios barrancos, para desembocar en el río Cinca justo enfrente de Ligüerre; este barranco pasa junto a una antiguas salinas del pueblo de Salinas de Trillo.
La ascensión hasta el núcleo de Trillo, desde lo más hondo del barranco del Salinar, nos presenta una sucesión de miniparcelas aterrazadas, con unos muros medio derruidos actualmente, pero que, en épocas pretéritas, fueron de vital importancia teniendo que ser reparados con bastante asiduidad al objeto de poder aprovechar al máximo las pequeñas superficies de promiscuos cultivos. Las casas tenían que autoabastecerse en la medida de lo posible y debían de aprovechar las escasas posibilidades existentes, pues, además, el ganado era escaso por carecer de unos pastos adecuados. La demografía no era abundante y la gente al nacer ya quedaban “atrapados” en la casa, convirtiéndose prácticamente en unos esclavos de sus propiedades y al servicio más absoluto de la explotación de las mismas.
En el pueblo de Trillo, eminentemente defensivo, destaca la iglesia de San Andrés (siglo XVIII), ubicada en lo más alto.
El GR-1, hasta Salinas de Trillo, nos lleva por la carretera, una vía que se abrió en la década de los 90 para poder conectar esta porción del territorio con el resto de La Fueva, a través de Palo, y con la A-138 a la altura del Mesón de Ligüerre, pues, hasta entonces, la comunicaciones fueron muy deficientes. La única salida que tenían hacia las tierras bajas era a través de Troncedo, para poder bajar a Graus, y contando que dicha carretera se abrió a mediados de la década de los 40, hasta entonces prácticamente incomunicados y alejados del mundo exterior.
Salinas de Trillo, debe su nombre a las salinas que existen en su entorno, desde donde se suministraba la sal a todo el valle de La Fueva y a otros lugares cercanos; hasta mediados del pasado siglo XX aún seguían funcionando. El pueblo que se extiende al abrigo del Tozal de San Marcos (1088 m), tiene una iglesia con advocación a La Asunción (original del siglo XII, a la que se le añadió la torre en el XVII) y que fue restaurada hace unos pocos años; también destaca la torreada Casa Palacios, del siglo XVI, construida sobre un afloramiento calizo a las afueras de la población, es la típica casa-fuerte muy habituales en La Fueva.