Ruta entre Angües y Lascellas, pasando por Bespén
Recorrido inter-comarcal, entre La Hoya de Huesca y el Somontano de Barbastro, con inicio de la ruta en Angües y final en Lascellas, pasando por el pueblo de Bespén.
4-dic-2019 — Itinerario: 20’8 km — Desniveles: 174 m de subida; 231 m de bajada
El río Alcanadre actúa como agente geográfico delimitador del territorio. Por su margen derecha: La Hoya de Huesca; por la izquierda: el Somontano de Barbastro. Territorios ambos de similar composición y paisajes, con afloramientos de areniscas y la encina o carrasca como árbol predominante, aunque las roturaciones fueron modificando su relieve original y conformando grandes superficies para el cultivo de cereales o leguminosas en secano, además de extensas plantaciones de viñedos que producen unos recios y ricos caldos. ¡Lástima que a estas superficies no se les haya implantado el regadío!…

Angües
Inicio de nuestra excursión de hoy. No hacía mucho rato que el día acababa de despuntar cuando hemos comenzado a hacer un recorrido por su antiguo casco urbano. La cercana Sierra de Guara aún no había acabado de desperezarse del todo, con unos rayos de sol incipientes sobre sus acanaladas laderas calizas dando comienzo a una creativa explosión de luces y sombras entre las rocas descompuestas y aristas vivas, semejando, desde la lejanía, a unos desgarradores y potentes arañazos de afiladas uñas de no se sabe quién.

Un pueblo con muchas muestras arquitectónicas de los siglos XVII/XVIII —aunque sus orígenes pueden remontarse a épocas árabes, como bien puede demostrarlo el pozo-fuente que se halla por los alrededores en lo que fue el antiguo camino de Casbas de Huesca o también de Ibieca—. Edificios típicos del somontano oscense, de piedra sillar, ladrillos y tapiales de piedra, con portadas de grandes dovelas de areniscas. También formó parte del Abadiado de Montearagón.


Destaca su iglesia parroquial de la Purificación de Nuestra Señora (con orígenes en el siglo XII, aunque recrecida y reformada en posteriores centurias. Con una esbelta torre campanario, con garitones adosados y un esconjuradero en lo más alto, bien visible desde la lejanía.

Es una zona que fue castigada por la incruenta guerra incivil. Hace unos años se erigió un monumento a los fallecidos durante la contienda.

Aunque hemos visitado el pueblo varias veces, en esta ocasión nos llamó la atención la que denominan ‘Casa Garriga’. Un edificio estrecho de dos plantas y fachada de ladrillo cara-vista. La mandó construir un indiano, afincado en Cuba, a principios del siglo XX (las franjas laterales verticales que recorren la fachada de arriba abajo, tienen impresos una serie de relieves escultóricos, entre ellos la ‘bandera cubana’, … ¡curioso!).


La fuente, construida en el año 1952. Conjunto hidráulico compuesto, además, por abrevadero y lavadero. Parece ser, las aguas son del río Calcón.

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Estamos en lo que se considera la ‘Tierra Llana’, al sur de la Sierra de Guara y que bien podría considerarse como la región central de la provincia de Huesca, con unas altitudes medias del orden de los 450/500 metros. Unas tierras fértiles, pero de secano, donde la carrasca es el árbol más sobresaliente.

Ermita de Nuestra Señora de la Sierra
Un templo del siglo XVIII, de los denominados de ‘tipo popular’. Sobre la puerta de entrada, hay una hornacina con la imagen de la Virgen portando una sierra de mano. Pasamos por ella antes de llegar al pueblo de Bespén.


Bespén
Localidad que ya habíamos visitado en otra ocasión (ver post). Sobresale en lo más alto la iglesia de San Juan Evangelista (siglo XII), con portada de tres arquivoltas de piedra arenisca con hileras de lengüetas o escamas, puntas de diamantes y grueso bocel, que necesitan de restauración, todo ello enmarcado por un guardapolvo decorado con un ajedrezado.


Del castillo (siglo XI), que pudo ser una fortificación andalusí, poco queda de él.

Cercana a la iglesia, en una especie de plaza, está Casa Ribera (siglo XVIII) de bonita fachada y en la que destaca una piedra armera que dice: ‘Armas de los Riberas de Bespén: Sufrir para Bencer’.

Antes de abandonar la población, nos encontramos con un refugio, que nos recuerda a un antiguo horno de pan, y con la ermita de Nuestra Señora del Pilar (siglo XIX).


Ya en las afueras, en lo que fue el antiguo camino de Barbuñales , se halla la Cruz de Lizana, una cruz de término hasta la que se hacían antiguamente los viacrucis —hace años dejaron de hacerse—.

En lo que es la partida de Codero, antes de llegar al río Alcanadre, está la Cueva de los Moros, lo que fue una ‘cueva fecundante’. Se ve claramente el acceso de entrada. El de salida está tapado por la vegetación. (Al respecto, se recomienda el artículo de Manuel Benito, sobre ‘Piedras y ritos de fertilidad en el Alto Aragón’).

Cruzaremos el río Alcanadre, que lleva un buen caudal de agua debido a las lluvias de estos últimos días. Divide al somontano en dos secciones: lo que es el Somontano de Huesca al oeste y el de Barbastro al este. Un río que corre profundo, entre hondas márgenes que se oponen a que de él se puedan derivar acequias importantes para el riego. (Lo que en un principio eran unas greñas sueltas, poco a poco las nubes se fueron apelmazando para dejar el cielo encapotado. Al atravesar el río, comenzaron a caer finas gotas de lluvia que ya no nos abandonarían hasta casi el final de la caminata).


Antes de llegar a Lascellas, pasamos por el extenso bosque de carrascas que forman el llamado ‘Carrascal de Lizana’, que durante mucho tiempo ha tenido que soportar grandes roturaciones y ha servido de acopio de leñas y carbones vegetales para los lugareños. También intentamos conocer a las ‘Señoritas de Lizana’ —dos < chimeneas> de varios metros de altura y un cuello de materiales arcillosos y margas, coronadas por un bloque de material resistente que las protege de la erosión— pero nos fue imposible, si no se conoce el sitio exacto es complicado pues la vegetación las ha absorbido y es difícil verlas.

