Ruta circular Casbas de Huesca – Labata – Sieso de Huesca
Un paseo por el valle de la Gloria, por Casbas de Huesca, Labata y Sieso de Huesca
3-abr-2017 – (14 km)
Nuevo recorrido por la Comarca de La Hoya de Huesca, por el llamado valle de La Gloria, para realizar un paseo con inicio y final en Casbas de Huesca, pasando por Labata y Sieso de Huesca, sin ningún tipo de problemas y por unos terrenos prácticamente llanos, cuyos confines se hallan limitados por la sierra de Guara por su parte más septentrional y recortados por el este por unos profundos cauces excavados por los ríos Calcón y Formiga, antes de su unión con el Alcanadre. (En septiembre/2015, hicimos también una circular por este mismo municipio de Casbas, aunque con distinto itinerario).
Casbas de Huesca:
Cabeza del municipio, que está integrado, además del propio Casbas, por los núcleos de Labata, Sieso de Huesca, Junzano, Panzano, Santa Cilia de Panzano y Bastarás.
En su casco urbano, además de la iglesia parroquial, con advocación a San Nicolás de Bari (siglo XVIII), destaca el Monasterio de La Gloria, también llamado de Casbas.
Monasterio de La Gloria o de Casbas:
Fundado a finales del siglo XII, coincidente en el tiempo con el del monasterio de Sijena, durante el reinado de Alfonso II. El obispo de Huesca, Esteban de San Martín, fue quién otorgó la licencia a la condesa Oria de Pallars para su establecimiento.
Todo el recinto amurallado, forma parte del entramado urbano de la localidad, el acceso al mismo se efectúa por la puerta situada bajo la torre del homenaje, a través de un amplio pasillo con bóveda de cañón, flanqueado en su lado izquierdo por lo que fue la antigua cárcel y por la casa del capellán en su parte derecha.
Lo primero con que nos encontramos es un gran patio rectangular, donde al fondo, a su derecha, se halla la fuente y un antiguo lavadero, así como restos de la muralla.
Justo enfrente del conjunto hidráulico, tenemos la portada de la iglesia, abierta en lo que es el muro meridional del templo, en la que destacan once arquivoltas en gradación que encierran un tímpano donde hay incrustado un Crismón.
Nada más acceder al patio interior, si pasamos por un portal a nuestra izquierda, tenemos lo que fue la plazuela de la portería, donde, además de la hospedería, se encontraban las antiguas dependencias del personal de servicio y las cuadras.
No hemos podido acceder al interior del templo, de planta cruciforme y tres ábsides en su cabecera, con una larga nave central y crucero cubiertos con bóveda de cañón, al que se anexó el claustro, que data del siglo XV. Arquitectónicamente, obedece a los postulados del Cister.
La población de Casbas, cuando fue reconquistada por los condes de Urgel, tenía muy pocos habitantes, lo cual cambió a partir de la fundación del monasterio, aunque a mitad del siglo XIV fue un territorio muy afectado por las epidemias de peste que redujeron su demografía de forma substancial. Los monasterios estaban muy protegidos por los reyes, pues venían a desarrollar unas muy importantes labores repobladores y de colonización agraria.
Labata:
El camino nos lleva por las cercanías de la arruinada ermita de la Virgen del Río y donde las aguas del río Calcón son vertidas a las del Formiga. Unos terrenos donde se desarrolla bien la encina y donde se prodigan las nuevas plantaciones de carrascas para las explotaciones truferas, además de almendros y grandes extensiones de cereal, y que, gracias a las últimas lluvias caídas, el paisaje presentaba toda una variedad de tonalidades de color verdoso.
De este pequeño pueblo, llama la atención su calle Mayor, cuyas casas, muchas rehabilitadas, poseen puertas de grandes dovelas y con un buen número de escudos de armas en sus fachadas. La iglesia de San Mateo (siglo XVIII), sobresale sobre lo que es el conjunto urbano. Recomendable una visita a esta localidad.
Tiene, además, una fuente del siglo XVI/XVII, con sus correspondientes abrevadero y lavadero. El agua mana por dos caños de bronce, que representan cabezas de animales mitológicos, muy similares a los de la fuente de Sieso de Huesca y a la que luego haremos referencia.
De camino a Sieso de Huesca, pasamos por la ermita de Santa Lucía (siglo XIV/XV), que se halla a las afueras del pueblo.
Sieso de Huesca:
Ya lo habíamos visitado en otra ocasión. Con un casco urbano que se desarrolla en base a una calle principal, de la que parten otras transversales pero muy cortas, desembocando algunas de ellas en lo que es la plaza donde está la iglesia, la cual es muy interesante de ver, con advocación a San Martín Obispo (orígenes del siglo XII, aunque reformada y ampliada en los siglos XVI/XVIII).
El perímetro del templo, a excepción de la torre campanario, es recorrido por una galería de arquillos de estilo aragonés y, en su fachada sur, destaca una monumental portada plateresca.
La torre campanario, ubicada a los pies del edificio de culto, está formada por un primer cuerpo de planta cuadrada, que es rematado por otro octogonal de ladrillo con influencia mudéjar, reforzándose este último por unos contrafuertes de ladrillo que le dan una cierta originalidad.
Muy cerca del núcleo urbano, se encuentra la ermita de Nuestra Señora de los Olivares (siglo XVI), a la que no nos hemos acercado hoy, pero de la que quiero dejar constancia fotográfica de la vez que sí la visitamos.
En el antiguo camino del molino en el río Formiga, nos encontramos con una fuente reconstruida a principios del siglo XX, pero siguiendo el estilo que imperaba en el siglo XVI, de arco rebajado y pilastras con una decoración de moldura saliente, y un frontal revestido de mosaicos con motivos florales de estilo modernista. Los caños por donde sale el agua, al igual que en la fuente de Labata, son de bronce y con sendas cabezas de animales mitológicos.
Ermita de Nuestra Señora de Bascués:
Dejamos para el final la visita a esta restaurada ermita de estilo románico (siglo XII). Pertenecía a un lugar llamado Bascués, que desapareció en el siglo XVII, a raíz de una epidemia de peste (dicha epidemia, también acabó con el cercano pueblo de Saliellas, ya cerca de Junzano, en el que todavía quedan restos). Ver “”despoblados medievales en Huesca””.
Un Crismón preside la portada de tres arquivoltas en gradación, que al montarse de nuevo durante la restauración de la ermita se le dio un giro de más hacia la izquierda (este tipo de detalles debieran de cuidarse un poco más, pues no es el único Crismón que hayamos visto con defectos en el montaje final).
En uno de los capítulos del libro “Vida de Pedro Saputo”, de Braulio Foz, también se hace mención a los pueblos desaparecidos de Bascués y Foces, cuyos habitantes, según el relato de un eclesiástico de la parroquia de Almudévar, eran los mayores bebedores del mundo y sus términos tenían los mejores viñedos de Aragón. Dicho eclesiástico, que además era organista, tenía el sobrenombre de “” ¡¡Vivangües!! “”, porque cuando se echaba a pechos algún buen vaso de vino, lo cual era con frecuencia, entre las lágrimas que le apuntaban de la fortaleza del vino y la voz medio cobrada del largo trago, decía respirando: ¡¡Viva Angües!!, y acababa de respirar.