Ruta circular por la Sierra de Bonés
Un paseo por Arguis y la sierra de Bonés
3-may-2017 (12’6 km)
A finales del pasado mes de marzo, hicimos una ruta circular por cercanos parajes, entre Nueno y las Gorgas y Ermita de San Julián de Adriá, en lo que es la ladera del mediodía en la sierra de Gratal, muy cerca de donde hoy nos encontramos. Superada dicha sierra, y por su cara norte, hay excavada una profunda cubeta en la que se asienta el pueblo de Arguis y el pequeño embalse de igual nombre, desde donde hemos efectuado, con inicio y final, una circular por la Sierra de Bonés, de unos 12’6 km y un desnivel acumulado de 466 m, alcanzando una altura máxima de 1471 m, teniendo como puntos de paso la ermita de La Magdalena y el Mesón Nuevo.
Comenzamos el paseo con algo de lluvia, un presagio de posibles males mayores que, afortunadamente, no se han materializado, pues, ha dejado de llover al poco de iniciar la caminata, aunque un más que grisáceo nublado amenazante nos ha acompañado el resto de la jornada, siendo la temperatura ideal para la práctica senderista.
Nada más comenzar, ya hemos tomado un viejo camino empedrado que nos iba a llevar hasta lo más alto de la sierra. Un pronunciado desnivel que, se supera sin problemas, nos ofrece unas excelentes vistas sobre las oscuras y verdosas aguas remansadas del embalse así como del pueblo de Arguis. El panorama paisajístico es el de una profunda y alargada depresión, entre las sierras de Gratal (Peña de Gratal – 1567 m), Bonés (1562 m) y del Águila (1606 m), donde confluyen una serie de barrancos y el mismo río Isuela que han ido excavado y dando forma a las escarpadas laderas de piedra caliza que la rodean y acabar surcando una hondonada de blandas margas grisáceas y pardas areniscas.
Arguis (1043 m):
Pueblo muy bien conservado y lugar de residencia y veraneo, dadas las bellezas naturales que lo rodean. Destaca la iglesia de San Miguel (siglo XII, aunque reformada en el siglo XVII).
Estamos en lo que era la ruta que, partiendo de Huesca y siguiendo el curso del río Isuela, en siglos pasados se la llegó a conocer como el “Camino de Francia o de los Baños de Panticosa”. Un trayecto que perdura desde los tiempos de la dominación romana y que ha estado activo a lo largo de muchas centurias, a pesar de las grandes dificultades orográficas que presentaba.
El paso entre Nueno y Arguis, a través de la estrecha Foz de San Clemente, resultado de la excavación de las aguas del río Isuela durante miles y miles de años, era un camino que se tenía que mantener abierto por las exigencias del paso del ganado en sus desplazamientos a los pastos de las altas praderas de las cercanas sierras o hacía las tierras norteñas de la provincia, una vez superado el Monrepós. El paso de esta dificultosa cerrada había que hacerlo a través del puente conocido como del Escalar, ya que, hasta bien entrado el siglo XX, el acceso hasta el pantano era una dura y accidentada senda de alto riesgo sobre una roca viva y por zona de umbría. Cuenta la tradición de que a finales del siglo XV, sobre un elevado y vigilante cerro de este paso estrecho, existió una pequeña población llamada Ordás, la cual fue asolada por una terrible epidemia y de la que tan sólo queda una ermita en lo que fue su iglesia parroquial y donde se erigía un castillo árabe o quizá una torre de vigilancia (ver enlace con “”Despobladosmedievaleshuesca. Ordás””). Había también en este paso un punto muy estratégico, intermedio y equidistante, entre los pueblos de Nueno y Arguis, llamado Peña del Rey, donde concurrían las corporaciones oficiales de ambos pueblos cuando tenían que resolver asuntos de interés comunal.
Una vez hemos alcanzado lo más alto de la Sierra de Bonés, superados los 1400 m, se nos abre ante nosotros un paisaje cercado de altivas montañas, que vienen a formar un bello conjunto panorámico, que nada tiene que envidiar a otros similares del Pirineo. La senda nos conduce por entremedio de un espeso y frondoso vergel, de una rica, variada y exuberante vegetación, que nos lleva hasta unas planicies tapizadas de verdes praderas y finas hierbas salpicadas de coloreadas florecillas. Unos lugares antaño llenos de rebaños con sus vigilantes pastores. Justo en estos prados de Bonés, se ubica la ermita de La Magdalena (siglo XVI/XVIII), utilizada ahora más bien como refugio y que es el punto donde iniciamos el camino de retorno.
Entre lo que es la vertiente norte de la sierra de Bonés y la sur de la sierra de Javierre, discurre el río Flumen. Este río tiene una cabecera bífida de igual nombre; al oeste nace en las estribaciones de la sierra de Bonés y por el este nace a los pies de la Pardina de Orlato, las cuales se unen en las cercanías del pueblo de Santa María de Belsué. (Tenemos pendiente un recorrido por el valle de Nocito, lo que es la cara norte de la sierra de Guara).
En más de una ocasión hemos tenido que atravesar una profunda brecha limpia de vegetación indicativa de que por allí discurre el “Gaseoducto Serrablo-Zaragoza”. Alguien dijo en broma que si seguíamos la traza del gaseoducto, con sus pronunciados altibajos, podíamos tener una buena ruta senderista para realizar; ¡sería bastante dura!
El camino que nos lleva al Mesón Nuevo, nos brinda unas buenas vistas del trazado de la nueva autovía y de la entrada al túnel de La Manzanera.
Mesón Nuevo (1270 m):
Lugar desde donde iniciamos un prolongado descenso hasta el pueblo de Arguis. Aquí nos cruzamos con el GR-1.
Este mesón (siglo XVII), es el que cierra la serie de este tipo de edificios de hospedaje que permanecían en el camino que venía desde Huesca antes de acometer el paso de Monrepós. Existían el mesón de Manjarés, en Yéqueda; el de Hospitaled, en Arascués; la venta de Lafoz, en Arguis; y una vez superada esta población, el mesón Nuevo. La existencia de tantos mesones, quizá pudo deberse a la extrema dificultad que suponía el paso de la antes mentada Foz de San Clemente.
Pantano de Arguis:
Un embalse que fue inaugurado en 1704 y ampliada su capacidad hasta 2’7 hm3 en el año 1929. Es el más antiguo de Aragón. Se construyó en el cauce del río Isuela, aprovechando la angostura brindada por la naturaleza en un sitio tan agreste como éste. Su utilidad era el abastecimiento de aguas para el riego de los llanos de Huesca, pero resultó insuficiente. Uno pocos metros por debajo de la presa, muy cerquita de ella, existe la denominada “Cueva de San Clemente”, donde, en ocasiones, brotan unos buenos chorros de agua surgiendo desde su interior, según hayan sido las épocas de lluvias.
Este pantano es muy sensible al soterramiento, a pesar de las extensas repoblaciones que se han prodigado por los alrededores de su cuenca. El estar cercado por unas pronunciadas laderas, algunas con desniveles de entre un 40 y 70 por ciento, y unas estratificaciones muy características de las margas calizo-arcillosas del entorno, en las que el sol, los hielos y las aguas reducen a unos limos finos y fáciles de desprender para que puedan ser arrastrados por las aguas de lluvia, contribuyen sobremanera a ello.