Ruta por Aguinaliu, Juseu y Torres del Obispo
Excelente día para pasear, con una temperatura algo fresca al principio (- 5º C al punto de la mañana) pero agradable para la práctica senderista, con cielo despejado y buena visibilidad.
El recorrido de hoy, 17 de febrero de 2016, bien podría catalogarse como de “ruta de las yeserías mudéjares por el valle del Sarrón”, pues se ha realizado entre tres poblaciones, pertenecientes al municipio de Graus, que guardan unas excelentes muestras de yeserías en el interior de sus templos: Aguinaliu (ermita del Santo Cristo), Juseu (iglesia de San Julián) y Torres del Obispo (iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción).
Sobre el término “mudéjar ”, el diccionario de la R.A.E. lo define como: “”personas musulmanas que tenían permitido, a cambio de un tributo, seguir viviendo entre los vencedores cristianos sin mudar de religión”” o “”dicho de un estilo arquitectónico que floreció en España desde el siglo XIII hasta el XVI, caracterizado por la conservación de elementos de arte cristiano y el empleo de la ornamentación árabe””.
Tras la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII (1610), en Aragón se siguió desarrollando el estilo mudéjar junto a otros barrocos, aplicándose a las bóvedas de capillas particulares, en templos o en grandes conjuntos monumentales. Es a mitad de dicho siglo cuando comienzan a tener auge la ejecución de yeserías en la provincia de Huesca, dando comienzo a una segunda etapa de esplendor, pues la primera había tenido como punto de partida el siglo XIV.
Larga fue la tradición artística musulmana en el uso del yeso o aljez, el cual volverá a ser uno de los elementos más destacados en el arte mudéjar. Era un material básico abundante, y por lo tanto asequible en lo económico, muy versátil y sencillo de trabajar, permitiendo su uso tanto para los enlucidos de los muros como para la aplicación en los suelos. Sin embargo, los maestros artesanos lograron darle un mayor realce mediante la elaboración de espléndidas celosías y estucados, desarrollando toda una rica panoplia con motivos de tradición andalusí, con abundancia de estrellas y lazos en los frisos de mocárabes, caligrafías u otros motivos heráldicos. Estuvo tan arraigada esta expresión artística que, incluso tiempos después de la expulsión de los moriscos, se siguió aplicando en la decoración de las bóvedas y arcos de iglesias y palacios.
En la provincia de Huesca, la aparición de las yeserías mudéjares y su posterior desarrollo es más bien tardío, pues no se registran casos anteriores al siglo XVI, debiéndose al interés demostrado por ciertos personajes interesados en la cultura y ser conocedores de unas determinadas modas arquitectónicas y de sus artífices, cuya expansión se va materializando por distintas localidades a medida que transcurre el tiempo.
Existían varios talleres que, incluso podrían ser itinerantes, venían desarrollando sus trabajos en distintas zonas. En el territorio donde nos encontramos se conoce la existencia de todo un personaje especializado en el mundo arquitectónico del barroco aragonés, Juan de Marca, que sobresale por haber materializado grandes conjuntos decorativos de yeserías mudéjares en sus obras urbanísticas y de ingeniería.
Se sabe que, Juan de Marca, realizó el conjunto decorativo de Juseu (entre diciembre de 1661 y noviembre de 1662) el más espectacular de los visitados en el día de hoy. Por su ejecución en el tiempo (segunda mitad del siglo XVII), también podría haber sido el artífice, él o su taller, de las yeserías existentes en la iglesia de Torres del Obispo y en la ermita de Aguinaliu; también podría haber intervenido en la decoración de la iglesia de Aler y en las de Peralta de la Sal y Calasanz, poblaciones éstas no muy alejadas de las anteriores y en las que es más que probable un intercambio de influencias. (El Santuario de Santa María de Dulcis, que visitamos hace poco más de un mes, también cuenta con una decoración extendida por todo su interior, formando un conjunto muy similar a los que pueden observarse en Juseu y Peralta de la Sal).
El recorrido, de unos once kilómetros, aproximadamente, siguiendo el PR HU – 124 lo hemos iniciado en el pueblo de Aguinalíu, (Aguilaníu –“nido de aguilas” – hasta el siglo XIII, en que, parece ser, es cuando se le cambia el nombre). Su iglesia parroquial de San Martín (cuyo origen es románico, siglos XII/XIII, aunque muy modificada en posteriores siglos) se encuentra en lo más alto del pueblo, muy cerca de lo que son las ruinas de un antiguo castillo musulmán.
En primer lugar, hemos visitado la pequeña ermita del Santo Cristo (la capilleta), de Casa Uguet, cuya bóveda, la parte que cubre el altar, y el intradós de un falso arco, están recubiertas de yeserías policromadas.
Antes de llegar a Juseu, nos hemos encontrado con un pequeño salinar, ya en desuso, que ya fue documentado en el siglo X, el cual fue origen de algunos conflictos entre Aguinaliu y Juseu.
Juseu (Chuseu en el habla ribagorzana) – Iois Aedes – Templo de Júpiter- > lubsed, luseu > Chuseu; Joveset: según Cartulario de Roda, 1011-1017; primeras menciones documentales, 987, escribían Jonsedh, ponían una n en lugar de una u. Núcleo urbano de estilo medieval, en lo más alto de un largo promontorio rocoso, desde el que pueden contemplarse unas extraordinarias vistas paisajísticas en cualquiera de las direcciones, en cuya parte más alta se alzaba un antiguo castillo del que ya no quedan restos, tan sólo un foso excavado en la piedra. Es un pueblo recuperado y muy bien conservado. Desde lo más alto pueden verse los pueblos de Aler; Castarlenas; Torres del Obispo; Pueyo de Marguillen; Secastilla; La Puebla de Castro; la Urbanización del Lago de Barasona; …. …., así como todo lo que es la cornisa pirenaica, cubierta hoy por un blanco manto de nieve.
Sobresale la iglesia parroquial de San Julián (con origen en el siglo XIII, aunque su aspecto actual es del XVII). En su interior destaca un bello conjunto de yeserías mudéjares, que cubren los techos de la nave, los de las capillas e incluso el intradós de los arcos fajones, así como la cúpula sobre pechinas, rematada por una linterna exterior. Están consideradas Patrimonio Mundial.
Continuando por el PR HU-124, descendemos hasta el cauce del barranco, aquí llamado “el riu”, que nos llevará a nuestro destino final, Torres del Obispo, cuya entrada la haremos a través del “portalez” de Casa Burrel, una de los antiguos accesos a la población. Hasta el siglo XVI, este pueblo, en sus inicios una aldea (“Turris”), perteneció al Monasterio de San Victorián, siendo denominado por aquel entonces como “Torres del Abad de San Victorián o del Abadiado de San Victorián”, pero, a partir de dicho siglo pasó a pertenecer al Obispado de Barbastro, y es cuando comenzó a tener el nombre actual, de Torres del Obispo, pero, aquí en la zona, siempre será llamado “”Torres””, por muchos calificativos que se le pongan. Cercanos a Graus, donde nos encontramos, hay tres pueblos con el denominador común de Torres y con distintos calificativos, que el uso popular se ha encargado de abreviar para no hacer complicada su pronunciación: Torres de Ésera (Torrodésera); Torres de Obato (Torrobato) y Torres del Obispo (Torres).
Nuestra Señora de la Asunción, la iglesia parroquial de Torres, tiene un origen románico (siglo XIII), aunque fue reformada allá por los siglos XVI/XVII. Su campanario fue rehecho en ladrillo a finales del siglo XIX. La portada de la iglesia es de tipo plateresco, recubierta por un tejadillo que se restauró hace unos pocos años. Su interior se halla decorado con yeserías barrocas mudéjares, con ciertas similitudes con las de Juseu.