Ruta entre Badaín y Laspuña
Ruta entre Badaín y Laspuña
8-marzo-2017
Excelente ruta por las estribaciones del Macizo de Cotiella y la Peña Montañesa, entre las poblaciones de Badaín y Laspuña, con visita obligada a la Fuente de Fornos y el Chorro de Fornos.
La distancia prevista era de unos 18 km, que no hemos podido terminar, pues se nos hacía muy tarde para poder llegar a comer a Laspuña y han tenido que recogernos cuando aún faltaba un trecho. La andada es entretenida y la senda de subida hasta el Chorro de Fornos tiene algún que otro paso en los que hay que extremar la precaución; después el ascenso desde el barranco La Garona a la pista que nos debía llevar a Laspuña ha sido pronunciado y largo. Aun con todo es muy recomendable esta excursión.
La Comarca del Sobrarbe ya es conocida por nuestro grupo, habiendo realizado bastantes excursiones por la misma. En junio/2015, hicimos Laspuña y L’Ainsa.
Badaín y Lafortunada:
Dos pequeños núcleos pertenecientes al municipio de Tella-Sin, en ambas orillas del río Cinca, aunque a distinto nivel y separados por carretera apenas un kilómetro.
En Badaín sobresale la magnífica iglesia de Santa María, cuyos orígenes se remontan al siglo XII, aunque reformada en el XVI y reconstruida en el XX después de haber sido saqueada, incendiada y destruido su mobiliario durante la pasada guerra civil.
Lafortunada, que debe su creación a la construcción de una central hidroeléctrica durante la segunda década en el pasado siglo. Su iglesia parroquial, que data de la misma época, se halla bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves.
Aguas arriba de este núcleo, existe el estrecho “Paso de las Devotas”, lugar hasta donde podía llegar la carretera en las primeras décadas del pasado siglo XX. Un estrecho congosto excavado por las aguas del río Cinca, entre las estribaciones de Monte Perdido y las del Macizo de Cotiella.
En el libro de “” Viajes de Agua “”, de Francisco Armijo de Castro, se cuenta que, inicialmente, este lugar se llegó a llamar “” L’Anfortunada “”, cuya denominación inicial se debió al ahogamiento de una infortunada monja, que, junto a otras seis más, remontando el río Cinca, fueron sorprendidas por una súbita crecida. El cadáver de la fallecida fue hallado en un paraje bajo el lugar de Badaín. Años después, al instalarse en este lugar el poblado de una compañía eléctrica, el lugar fue rebautizado con el nombre de “” Lafortunada ””.
Río Irués, Fuente de Fornos y Chorro de Fornos:
Desde el pueblo de Badaín, y a través de una bonita senda siguiendo el curso del río Irués y que discurre por lo más profundo de este estrecho valle de origen glaciar, y con un pertinaz ruido de fondo de unos buenos y saltarines caudales de agua, que van al encuentro del río Cinca.
El bosque por donde discurre la trocha es de gran frondosidad, con una desarrollada y exuberante vegetación arbórea, tales como pinos, robles, abedules, arces, hayas, olmos, bojes, …. ….
Lugar de gran belleza, de estrecho paso y verticales paredes de piedra calizam encajonado entre Punta Lierga (2267 m) y Peña Montañesa (2295 m) por un buen número de picos o puntas que superan los 2000 m. Excavado hace unos 60 mil años (coincidiendo con la máxima glaciación de la época del Pleistoceno), por la pequeña lengua glaciar que por aquí descendía desde lo alto del macizo de Cotiella (2912 m), al encuentro del gran glaciar que bajaba siguiendo el curso del río Cinca hasta el antes citado Paso de las Devotas.
Tanto el macizo de Cotiella como la Peña Montañesa, efectúan grandes descargas hídricas a través de buen número de surgencias, las cuales nutren los caudales del río Irués. El barranco de La Garona, es su principal afluente. Esta pequeña cuenca hidrográfica, viene a formar parte del rico e interesante patrimonio fluvial de la Comarca de Sobrarbe, con sus estrechos cañones y gargantas.
Se considera que, la “Fuente de Fornos”, es el nacimiento del río Irués, pues, la surgencia del “Chorro de Fornos”, en lo más recóndito y profundo del barranco, es de carácter eventual cuya descargas hidrícas coinciden con los deshielos o tras unas temporadas de lluvias. El agua, en “el chorro”, sale con gran vehemencia (“” trop – plein “”), siendo una surgencia de tipo kárstico que solo funciona cuando el acuífero está demasiado lleno y llega a rebosar en forma de vertido. Hoy hemos tenido suerte y hemos podido contemplar el brote de los chorros.
El ascenso desde el barranco La Garona hasta la pista que nos iba a llevar a Laspuña, ha sido prolongado y algo durillo, pero ha valido la pena. La pista de bajada, en perfecto estado de mantenimiento, se ajusta a la ondulante ladera de lo que son las estribaciones de sierra Ferrera y la Peña Montañesa para ir salvando lo que son unos estrechos y más que profundos barrancos; vas caminando y parece como si estuvieras siempre en el mismo sitio.
Zona de grandes y tupidos bosques de pinos y hayas, con unos terrenos donde proliferan las margas, los esquistos y las turbiditas. Las vistas paisajísticas son de primer orden: Monte Perdido, Castillo Mayor, Los Sestrales, Punta Lierga, Peña Montañesa, valle del Cinca, … Un territorio en el que, durante años, proliferó la extracción maderera.
Cuando empezamos a divisar Laspuña a lo lejos, nos acordamos de las consecuencias negativas que sufrió este territorio durante la guerra civil, en lo que llegó a denominarse la “Bolsa de Bielsa”.
Laspuña:
Un pueblo que se desliza en suave pendiente bajo la Peña Montañesa en dirección al río Cinca y que tiene unas excelentes vistas sobre el macizo de Monte Perdido.
La iglesia Virgen de los Dolores, reconstruida durante la década de los 40 del pasado siglo, después de su destrucción en 1938, es el edificio más significativo del núcleo urbano.
Este pueblo ya lo conocemos de otras ocasiones, pues, aparte de haber iniciado o acabado alguna caminata en él, siempre que estamos por sus alrededores acabamos comiendo en el mismo restaurante.
No muy lejos de esta población, existe la llamada “Fuensanta”, una fuente de aguas sanadoras y donde se erigió una ermita en honor al milagro de las aguas de San Victorián, a la que, desde tiempos del medievo y durante las grandes épocas de sequías, se llegaban a efectuar romerías y peregrinaciones pidiendo agua para los campos.
No tenemos que olvidar tampoco que anualmente, y desde este pueblo, se organizan los descensos de “nabatas” hasta la cercana L’Ainsa.