Ruta circular por Estadilla
Ruta circular por Estadilla y alrededores, pasando por el Forau del Cocho y el Santuario de la Virgen de la Carrodilla.
30-ene-2019. 16 km. 446 m desnivel acumulado
Un paseo con inicio y final en el pueblo de Estadilla, por las estribaciones de la Sierra de la Carrodilla, primero siguiendo las indicaciones del GR-45 —hasta el desvío del Pico Buñero (1109 m)— y continuar hasta el santuario. La vuelta la realizamos por el antiguo camino de Calasanz —que coincide con un pequeño tramo del GR-18—, alternando las dos márgenes del potente barranco de los Cigues.
Estamos en la Comarca del Somontano de Barbastro, en una pequeña porción de territorio que, a modo de cuña, se introduce entre las Comarcas de Ribagorza, La Litera y Cinca Medio. La misma sierra de la Carrodilla delimita su parte más septentrional, el valle del río Cinca hace de linde por su parte más occidental y los llanos de Fonz por el sur.
La subida hasta el santuario es, aproximadamente, de unos siete kilómetros y, a medida que vas ganando altura, las vistas panorámicas cada vez son mejores. Se pueden distinguir claramente los pueblos de Naval, Coscojuela de Fantova, Salinas de Hoz, Hoz de Barbastro, Salas Altas y su ermita de la Candelera, Enate, Castejón del Puente, Barbastro, … y, por supuesto, Estadilla. Las llanuras del somontano, con los cerros testigos de El Pueyo, Berbegal o Terreu, y el impresionante corredor que supone el río Cinca, con sus terrazas de ribera y sus choperas además de otros tipos de arbolado, todo un corredor biológico para buen número de especies faunísticas y vegetales, como nexo de unión entre el pre-Pirineo y las tierras bajas del valle del Ebro.
Nos salen al paso viejos y robustos olivos bien dispuestos en bancales, además de alguna que otra plantación de viñedo. El camino y los barrancos están flanqueados y tapizados por unos espesos bosques de carrascas, quejigos y pinares de reforestación, además de una buena variedad de especies arbustivas, como: romeros, tomillos, aliagas, … —por estos lugares, hace unas cuantas décadas, proliferaban las carboneras—.
La sierra de la Carrodilla, una formación de piedra caliza de abruptos roquedos y potentes barrancos, con abundantes simas y cuevas muy propio de los sistemas kársticos, es la más meridional y, quizá, el más modesto de los sistemas montañosos del Somontano, donde proliferan las rapaces y los lepidópteros, siendo una zona de alto interés ecológico. Tiene un buen número de surgencias de aguas subterráneas que, de siempre, han sabido aprovecharse para distintos fines, aunque ahora también pueden disponer del Canal de Aragón y Cataluña. Aquí, lo único que sobra, son las inacabadas torres de alta tensión de la línea: ‘Aragón – Cazaril’, que resultan ser un atentado paisajístico.
Unos pocos metros antes de llegar a la explanada del santuario, por la margen izquierda en el sentido de subida hay una senda que nos llevará, en unos 10/15 minutos, por entre un espeso bosque de carrascas y quejigos, hasta unos cercanos abrigos donde hay pinturas rupestres. Lo llaman: ‘El Forau del Cocho’.
Estas pinturas, de Estilo Esquemático del Neolítico, fueron descubiertas hace unas pocas décadas (en 1984). De tonos rojizos, pueden apreciarse: ciervo, cabra, puntos, líneas, manchas, … Están protegidas por unas fornidas rejas de hierro, pues ya han sufrido agresiones por parte de desalmados. Desde el santuario pueden verse las cuevas o abrigos, situados en la cara sur de un rocoso promontorio.
Interesante fue poder acceder al interior del templo de la Virgen de la Carrodilla. Es de agradecer que nos dejaran la llave para poder visitarlo. Data de los siglos XIV/XV, aunque hay quien remonta su construcción al XIII. Consta de una nave central a la que se han incorporado ocho capillas laterales a ambos lados, estando bien proporcionada.
La tradición dice que, la Virgen se apareció sobre el carro de dos carboneros que iban a hacer leña al monte. La imagen se representa subida a un carro, por lo que para algunos esta original advocación pudiera tener su origen en la cristianización de un ancestral culto pagano a la diosa Cibeles.
Un lugar de encrucijada de caminos, que venían de Aguinaliu, Estadilla, Fonz, Calasanz, Alins del Monte, … comunicando Ribagorza, La Litera, Somontano, … Un conjunto compuesto de iglesia, vivienda —donde llegaron a residir hasta dos obispos de Lérida y numerosos sacerdotes y ermitaños—, hostelería y patio interior con su pozo, además de caballerizas. Un lugar de encuentro de las gentes de la zona en la celebración de las romerías.
De nuevo en Estadilla, visitamos su casco antiguo y las estrechas calles, cuyo desarrollo urbanístico estuvo muy condicionado por las murallas que protegían la población. Durante la Edad Media, fue cabecera de la baronía de Castro, un señorío de gran importancia. Permanece en pie el Portal del Sol (siglo XV) con arco de medio punto en cuya parte central hay dos escudos: los de Castro de Aragón y los de Pinós de Cataluña, que evidencian alianzas políticas y territoriales; esta Puerta era una de las cuatro que tenía la villa y que estaban flanqueadas por torreones.
Su Plaza Mayor, donde destaca el edificio renacentista del Ayuntamiento (siglo XVI), de piedra y ladrillo y rematado con una galería de arquillos de ladrillos, en cuya fachada principal está el escudo de armas de los Castro. No son uniformes los soportales de esta plaza porticada, algunos de arcos rebajados o de medio punto y otros de estructura adintelada.
Nos acercamos también hasta el Palacio de Abbad y Lasierra, un edificio neoclásico del siglo XVIII. En él nacieron los hermanos Abbad y Lasierra, Manuel y Agustín, dos insignes personajes de finales del XVIII y principios del XIX.
No podía faltar la visita a la cercana Fuente de los doce caños, una construcción del siglo XVIII (1735). Una monumental y ostentosa fuente, que hacía gala de poseer abundancia de agua, un bien tan preciado y que sigue siendo. Consta de tres grandes grupos con cuatro caños cada uno, que vierten sus aguas a través de las bocas de otras tantas cabezas de león. Cada grupo está cobijado bajo un arco de medio punto y todo el conjunto remarcado por una sencilla cornisa.
Como venía siendo habitual, además de la fuente, contiene una abrevadero y lavadero, y sus abundantes sobrantes son utilizados para suministrar el riego a un buen número de huertos.