Una visita a Binéfar
El plato fuerte del hoy, 11 de febrero de 2016, era visitar las instalaciones del Matadero de Fribin en Binéfar, para, posteriormente, realizar un recorrido por la cercana sierra de San Quílez, lugar emblemático y de esparcimiento de todos los binefarenses. Como el día ha salido un tanto lluvioso, lo que inicialmente iba a ser un paseo andando se ha convertido en una visita motorizada para conocer unos lugares con encanto y a los que, muy posiblemente, no tardaremos en volver, para familiarizarnos con ellos y poder escudriñar con más intensidad y placenteramente las excelentes vistas paisajísticas que se otean desde lo alto de la sierra.
Aparte del Matadero de Fribin, nos hemos acercado hasta la ermita de San Quilez, el Jardín de Don Hipólito y la ermita de San Elías (ésta ya perteneciente al cercano pueblo de Valcarca, que corresponde al municipio de Binaced), además de dar un pequeño paseo por la floreciente villa de Binéfar.
El recorrido por el interior del matadero llevaba aparejada la pertinente vestimenta sanitaria, como era el gorrito, una bata y la protección del calzado. Impresionantes las instalaciones, de alta tecnología, con unas extremas medidas de sanidad y limpieza y mucho orden. Esta industria cárnica, próxima a cumplir los 50 años, se encuentra entre las 600 empresas más importantes a nivel nacional (según datos del año 2014), ocupa el primer puesto a nivel provincial y es la sexta del país en cuanto a elaboración de productos cárnicos, con una facturación que ronda los 240 mills/euros. Supera con creces los 400 puestos de trabajo y tiene una producción anual de más 20.000 Tm de carne vacuno (alrededor de unas 100.000 reses al año) y unas 65.000 Tm de porcino (sobre 4.000 cabezas diarias). Mucho movimiento de camiones y otros vehículos por los alrededores, lo que refleja una extraordinaria actividad.
Nos encontramos en la Comarca de La Litera, justo la parte más oriental de la provincial de Huesca, que linda por su lado oeste con la del Cinca Medio y por el este con la cercana provincia de Lérida, cuyo territorio es atravesado por la N-240 y por la A-22. La capitalidad de la Comarca es compartida por las poblaciones de Binéfar y Tamarite de Litera, que entre las dos absorben más del 60 % del total de su demografía, aunque la villa de Binéfar supera con creces a la de Tamarite de Litera. Es una zona en continua expansión con un gran potencial de desarrollo agro-ganadero.
La sierra de San Quílez, antaño un lugar de pastoreo y de saca de leña, de carrasca principalmente, lo que dio lugar a su práctica deforestación, es hoy un sitio ampliamente repoblado de pinos en el que la vegetación espontánea va ganando poco a poco terreno, con un entorno muy limpio en el que se observa se prodigan las podas más o menos homogéneas y se van efectuando nuevas replantaciones de arbolado, y todo ello gracias a la iniciativa de un maestro, Hipólito Bitrián, quién allá por mediados de la década de los cincuenta del pasado siglo lideró una causa para la recuperación de esta sierra.
Desde esta sierra, flanqueada por la acequia principal de Valcarca y del Canal de Zaidín que discurren a sus pies, se atisban unas excelentes vistas de todo el término municipal de Binéfar y de los llanos que se extienden hasta la cercana provincia de Lérida. En lo alto de la misma, se hallan las ermitas de San Quilez (siglo XIX) y la de Nuestra Señora del Romeral, así como la de San Elías (siglo XVIII) que pertenece a Valcarca. Destaca el recientemente inaugurado “mirador” accesible.
Joaquín Costa, en un multitudinario mitin celebrado en Tamarite de Litera el 29 de octubre de 1892, dijo:
“Sábese que el agua de los canales de riego no es agua para producir económicamente, ni siquiera es agua: es trigo, es carne, es lana, es cáñamo y lino, es fruta; en una palabra, no es agua para aplacar la sed, como el agua de las poblaciones, es agua para matar el hambre”
La implantación de los regadíos, ha supuesto que, lo que otrora eran unas extensas y secas llanuras onduladas y de color parduzco, se hallan reconvertido en una gran mancha de color verde. La construcción de nuevas infraestructuras para la irrigación de los terrenos (canales, acequias, balsas de regulación, …. ….) han modificado notablemente la original cubierta vegetal, con unos nuevos usos ganaderos e incluso repoblaciones de tipo forestal. La llegada del agua a estas tierras, además de cambiar unos ancestrales y penosos sistemas de cultivo, también contribuyó a modificar los modos y costumbres sociales y a la mejora de las condiciones higiénicas. La práctica de los aljibes y silos o cías (oquedades excavadas en la roca adaptadas para conservar los granos de cereal) utilizados para el almacenamiento de las aguas de lluvia o de los cereales pronto cayó en desuso.
El Canal de Aragón y Cataluña, arteria principal de los regadíos del territorio, fue inaugurado oficialmente en su primer tramo por el rey Alfonso XIII el 2 de marzo de 1906, dando comienzo a toda una auténtica transformación de la zona e iniciando una nueva época expansiva en cuanto a desarrollo económico. El Canal, que tiene su origen en el Embalse de Barasona (que data de 1932) en el río Ésera, tiene una longitud de unos 124 km. y se solicitó formalmente su construcción ya durante el reinado de Carlos III, a finales del siglo XVIII, aunque no fue hasta un siglo más tarde, casi al final del XIX, cuando se iniciará su construcción; innumerables obras de fábrica aparecen en el trascurso de la obra hidráulica, pues dada la irregularidad del terreno obligó a construir gran número de túneles, sifones y acueductos (Central Eléctrica de San José, a pie de presa; el sifón sobre el río Sosa; el sifón de Albelda; el acueducto de Perea; el Canal de Enlace; …. ….). El caudal máximo en origen es de 36 m3/seg. regando una superficie superior a las 105 mil hectáreas y da servicio a 37 municipios y a varios miles de explotaciones agrícolas y ganaderas, además de cubrir las necesidades de más de 200 mil habitantes; existen 132 comunidades de regantes.
En cuanto al Canal de Zaidín (1911) que tiene una adjudicación de aguas de 15 m3/seg. de caudal, tomas sus aguas del propio Canal de Aragón y Cataluña, actuando para el tramo comprendido entre Binéfar y Monzón; este canal, que tiene una longitud de 48 km y riega más de 30 mil Has, es el que suministra el agua para el llenado del recientemente inaugurado embalse de San Salvador (llamado así por la sierra del mismo nombre –San Salvador 382 m-), con una capacidad de almacenamiento de 136 Hm3 y atenderá la demanda de 22400 Ha mejorando su dotación de riego.
El recorrido por el casco antiguo de Binéfar nos llevó a visitar la iglesia parroquial de San Pedro (siglo XV), de estilo gótico y portada flamígera, el cual sustituyó a otro anterior edificio románico; en el siglo XVIII se le efectuó una profunda reforma. En la portada de entrada, destaca el arco escarzano rebajado sobre el que se superpone un arco apuntado y abocinado, con unas arquivoltas escalonadas que se asientan sobre una banda a modo de capitel corrido de relieves en forma de cardinas; coronando el arco se halla una aguja piramidal.
En su casco urbano todavía se conservan algunas casas de estilo renacentista (siglo XVI). La actual plaza de España o plaza Mayor, en tiempos fue una gran balsa de agua donde la población se aprovisionaba para su consumo y el de los animales. En cuanto al nuevo edificio del Ayuntamiento, junto a la plaza, no tengo palabras para su definición, simplemente me parece estéticamente horroroso, aun cuando le hayan dado algún que otro premio.
La Lonja Agropecuaria de Binéfar, es todo un referente a nivel nacional sobre todas la demás Lonjas. Es un lugar de encuentro semanal entre productores agropecuarios y empresas comercializadoras.