Ruta circular por San Esteban de Litera
29-Nov-2017 – (14 km)
Itinerario, con inicio y final en San Esteban de Litera, pasando por los núcleos abandonados de Rocafort y Pelegriñón, por un terreno de yesos y secano de ondulante relieve.
La temperatura es muy baja al comienzo de la caminata. Partimos de la zona deportiva y tomamos el camino que nos puede llevar hasta Alcampell. Nada más comenzar, nos encontramos unos antiguos hornos de yeso (‘La Chesería de Riverola’), testimonio de una extinta actividad industrial. Paredes y edificios en ruina levantados con piedras de yeso, nos indican claramente las características del terreno.
Nos hallamos en lo que es el anticlinal ‘Barbastro-Balaguer’, un gran pliegue de yesos muy fácil reconocer, que se extiende a modo de muralla blanca en dirección NE-SE, en el que se llegan a asentar también poblaciones como Tamarite de Litera, Alcampell, Castillonroy y Albelda. Su formación se remonta a los empujes tectónicos del Oligoceno (35 mills/años), que formaron los Pirineos. A esta cordillera de tonos blancos y grisáceos, se le conoce por ‘Las Gesas’.
Un paisaje de secano, declarado Lugar de Interés Comunitario y sujeto a una especial protección. Afloran las rocas de areniscas y arcillas, además de los yesos, con abundantes carrascas y quejigos. Terreno muy erosionable, en el que el modelo de estratificación y escasa dureza de las rocas, ha facilitado la construcción de aljibes para guardar el agua de lluvia. Hoy no hemos visitado ninguno de estos depósitos (‘alchups’), pero hay abundantes por estos pagos (ver Ruta de los aljibes y silos de Albelda), algunos de los cuales se remontan a los siglos VIII/XII.
Llegamos a Rocafort, una pequeña población abandonada en las décadas de los años 50/60 del pasado siglo. No llegó a tener suministro eléctrico. Sus casas se alineaban a modo de muralla, con sus fachadas posteriores enfrentadas al sol, hoy en proceso avanzado de ruina. Según Madoz, había 9 casas y 56 habitantes a mediados del siglo XIX.
La iglesia parroquial de San Miguel todavía permanece erguida, aunque muy afectada por la ruina. Justo delante había una gran y profunda balsa de agua, hoy totalmente seca.
Visitamos la restaurada ermita de la Virgen de La Guardia, que, como su nombre indica, desde lo alto del cercano cerro haría de vigilante del pueblo y terrenos adyacentes.
Desde la ermita, nos dirigimos hacia la cercana aldea deshabitada de Pelegriñón. Seguimos una senda que, en un principio es muy fácil de seguir pero, una vez iniciado el descenso, se convierte en harto peligrosa; casi desaparecen las marcas y se suceden unos bruscos desniveles que pueden dar lugar a resbalones. Las vistas de los llanos de Binéfar desde esta loma son espectaculares.
Antes de llegar a Pelegriñón, visitamos lo que fue su antigua iglesia de Santa Ana, un templo que tiene todas las características de un estilo románico en sus principios, aunque ha sufrido remodelaciones. Actualmente es una ruina total.
Pelegriñón, o lo poco que queda de él, un núcleo abandonado hace muchos años del que tan solo quedan restos de paredes que nos señalan allí hubo un poblado, erigido a cubierto de una ladera de arenisca junto al barranco de igual nombre el cual también servía como vía acceso al pueblo.
Siguiendo el seco barranco de Vivés, alcanzamos la partida de El Regué, donde tomamos el camino que nos ha de llevar de vuelta a San Esteban de Litera. Nos queda pendiente una visita a este pueblo, para conocer su castillo y el casco urbano, que nos reservará alguna sorpresa. Con la de veces que hemos pasado por la carretera y nunca habíamos entrado.