Ruta entre Somport y Villanúa
Estamos contentos porque hoy, día tres de agosto de 2016, hemos visto colmadas algunas de nuestras más ansiadas aspiraciones: debutar en la Comarca de La Jacetania; recorrer el estrecho y agreste valle de Canfranc, por cuyo fondo discurre el río Aragón, el cual vino a dar nombre a lo que fue una gran nación (Reino de Aragón y La Corona de Aragón); y dar comienzo al Camino de Santiago por el Puerto de Somport (1640 m) y, como es de obligado cumplimiento, nos hemos sacado también la oportuna Credencial del Peregrino, otra cosa será si continuaremos “el camino” o no, o hasta donde llegaremos, eso ya se verá. Así pues, con esta caminata damos por inaugurada la serie de rutas que, con toda seguridad, proseguiremos realizando por estas tierras jacetanas.
El recorrido, muy entretenido, ha estado comprendido entre el Puerto de Somport y la población de Villanúa, un tramo del GR-65.3.1 que pasa por Candanchú, Canfranc Estación-Los Arañones y el pueblo viejo de Canfranc. En total unos 17 km. (La primera etapa oficial del Camino de Santiago, por denominarla de alguna manera, discurre entre Somport y Jaca, pero nosotros hemos optado por dividirla en dos partes, terminando la ruta en Villanúa, aproximadamente lo que es la mitad del recorrido). El GR 65-3, por donde transcurre “el camino aragonés”, es una variante que, atravesando las tierras aragonesas, llega hasta la vecina Navarra para unirse en Puente La Reina con la ruta de peregrinación que baja desde Roncesvalles. (La entrada más antigua en Aragón por los Pirineos se realizaba por el GR-65.3.3, por lo que es el Puerto de Palo -1942 m-en el valle de Echo).
Iniciamos la caminata a los pies de la Capilla del Pilar, muy cerca de donde se halla la figura de un peregrino y que nos marca el inicio de la ruta de hoy, y por ende del “Camino de Santiago”.
Antes de llegar a Candanchú, nos encontramos con las ruinas de lo que fue el histórico, y casi legendario, centro hospitalario medieval de Santa Cristina. En el “Codex Calixtinus” (una joya manuscrita del siglo XII, que es considerada como la primera y más célebre guía del Camino de Santiago) este antiguo hospital de peregrinos figuraba, junto a los de Jerusalén y Mont-Joux (éste en los Alpes) como de los más importantes de la época. A principios del siglo XIII, dependían de este Hospital y Priorato 14 iglesias francesas y 30 aragonesas. Monarcas del Reino de Aragón, como Pedro I, Ramiro II o Pedro II, en los siglos XI/XII/XIII fueron grandes benefactores del mismo, además de contar con el apoyo de papas como Pascual II o Eugenio III. Este centro fue blanco de profundas luchas tanto religiosas como políticas, que motivaron su declive a partir del siglo XIV. Un incendio provocado a principios del siglo XVIII acabó prácticamente con él, pero fue la desamortización de Mendizábal (siglo XIX) la que produjo su definitiva desaparición.
Candanchú, una popular estación de esquí, la más antigua de España, es nuestro siguiente paso, pudiendo distinguir claramente lo que son las pistas del Tobazo (1986 m), que están a la espera de las precipitaciones invernales de la nieve para acoger a las miles de personas que se desplazan para la práctica de este deporte en los fríos meses de invierno. Asomando por detrás de la formación geolócia denominada “la zapatilla”, aparece la punta del pico Aspe (2640 m).
El río Aragón es el principal eje vertebrador de la Comarca de La Jacetania, que hace de colector de todas las aguas sobrantes de la cuenca para acabar siendo represadas en el embalse de Yesa. La Jacetania viene a ser un territorio mítico y legendario, como corresponde a una zona montañosa y recóndita, que fue refugio de aquellos cristianos que se resistieron al avance del Islam, siendo también un lugar de paso para peregrinos y contrabandistas, además de una vigilante trinchera fronteriza, salvaguarda, también, de antiguas tradiciones y de unos singulares dialectos que todavía hoy perduran. Su origen toponímico nos viene a recordar al de unos pueblos indígenas que terminaron por absorber el apabullante caudal de la civilización romana, un territorio montañés que quedó identificado al de una modesta ciudad, “”Iacca””.
Antes de llegar a Canfranc Estación–Los Arañones, se distingue en lo más alto de un estrecho paso sobre el río Aragón, a modo de vigía, lo que fue la antigua fortaleza militar de Coll de Ladrones (siglos XVI/XVIII). A mediados del siglo XIX fue abandonada. Un poco antes de este antiguo fuerte, habíamos dejado atrás lo que fue el antiguo Campamento Militar de Rioseta, también en situación de abandono desde hace algunos años.
Este estrecho y profundo valle, por donde transcurren apretujados, por lo menos hasta Canfranc Estación-Los Arañones, la carretera N-330, el ferrocarril, el río Aragón y el “Camino de Santiago”, ha visto alterarada y modificada, en multitud de ocasiones, su original configuración, pues las obras públicas y la construcción de infraestructuras hidroeléctricas han variado sustancialmente su estructura inicial. El trazado del propio “camino”, a buen seguro, que no es el que inicialmente se usó durante centurias por los peregrinos, por lo menos en una buena parte del mismo. Estamos en lo que fue el lecho de un antiguo glaciar, que llegó a superar los 26 km, hasta muy cerca de Castiello de Jaca, con unos espesores de 300 m; hace, aproximadamente, unos 30 mil años, coincidiendo con la Glaciación Würm.
Llegamos a Canfranc Estación-Los Arañones, lo que fue un antiguo barrio del pueblo viejo de Canfranc, y donde se encuentra lo que fue la estación internacional, hoy reconvertida en lo que pudiera considerarse como un normal apeadero. Esta estación de tren, que fue inaugurada por el rey Alfonso XIII en 1928 y por el entonces presidente francés Gaston Doumerge, se erige sobre una gran explanada artificial realizada, fundamentalmente, con materiales extraídos en la construcción del túnel ferroviario que comunicaba con la vecina Francia, teniendo que realizarse, además, obras de encauzamiento de barrancos, desviando el mismo cauce del río Aragón y aterrazando las laderas de los montes cercanos para efectuar después una gran reforestación.
La estación es un soberbio edificio, muy sobredimensionado desde el primer momento de su diseño, pues fue una apuesta política de la monarquía de Alfonso XIII, muy interesada en mostrar al exterior la implicación del propio monarca en el proyecto. La vía ferroviaria presentaba un reto tras otro en su construcción, pues las dificultades se sucedían en un medio tan hostil en cuanto a orografía se refiere; las obras de explanación de Los Arañones, llegaron a considerarse como un ejemplo para la historia de la ingeniería. Hubo un político aragonés que llegó a manifestar: “”el canfranero nunca tuvo buenos tiempos, siempre hubo de enfrentarse a multitud de problemas y vicisitudes que, en un primer momento, ralentizaron su ejecución y después su continuidad”.
Durante los conflictos bélicos de la guerra civil y la II Guerra Mundial, esta estación no llegó a detenerse, pues por ella pasó el oro que los nazis robaron a los judíos, y por ella también pasó el wolframio que el Tercer Reich necesitaba para mantener su maquinaria de guerra. Sin embargo, un accidente ocurrido en mayo de 1970, en el puente L’Estanguet, dio lugar al cierre de la línea por parte de Francia, lo que nos viene a a decir que esta vía de comunicación siempre será lo que el gobierno francés quiera, y, por el momento, no es que quiera demasiado ni está interesado en la misma. El túnel ferroviario, cuya construcción data de 1908, tiene una longitud de casi ocho kilómetros y, en su momento, fue uno de los más largos de Europa.
La Comarca de La Jacetania se halla plenamente identificada con los orígenes de Aragón, desde el mismo momento en que un primitivo condado se circunscribe a la cuenca del río Aragón Subordán y con lo que fue el primer reino aragonés, que llegó a cristalizarse en torno a la antigua ciudad de Jaca. Los ríos Aragón Subordán y Aragón (con una raíz lingüística indoeuropea, ARA, que significa “”agua””) aportaron su nombre a un pequeño condado que, con el paso de tiempo, fue creciendo muy trabajosamente hacia territorios orientales pirenaicos y sureños hasta convertirse en un poderoso y respetado reino, el cual llegó a ser cabeza de una Corona portadora del nombre de ambos ríos hasta los confines más alejados del Mediterráneo.
Una vez abandonado Canfranc Estación-Los Arañones, nos encontraremos con una restaurada Torre de los Fusileros (La Torreta), levantada por orden de Felipe II, como defensa del camino que nos unía con el país vecino. Durante el trayecto, hemos podido ver restos de otras construcciones de similar función (la torre de La Espelunga, por ejemplo), así como de fortines o búnkeres de los recientes conflictos belicistas. No hay que olvidar que este valle, al igual que otros muchos de los Pirineos, servía de paso a la vecina Francia, por el que podían llegar a introducirse peligros bélicos o invasiones de cualquier tipo, sirviendo, además, como lugar de entrada de grandes influencias culturales e intercambios comerciales.
Lo primero que nos llamó la atención, cuando llegamos al viejo pueblo de Canfranc, fue que ondeara en medio de la plaza la bandera republicana, la cual fue izada en septiembre de 2004 como recuerdo a Eduardo Aznar, un vecino de Canfranc y republicano convencido.
En este pueblo nació Antonio Beltrán, “El Esquinazau”, (Canfranc – 1897 / México D.F. – 1960), político-militar que dirigió la resistencia y evacuación de la “Bolsa de Bielsa”, en 1938, al mando de la 43ª División del ejército republicano.
Los orígenes del pueblo de Canfranc se remontan a la época de Ramiro I (siglo XI), con unas iniciales funciones aduaneras. Se extiende a lo largo de lo que es el “Camino del Santiago”. Este pueblo ha sufrido dos grandes incendios, uno en 1617 y otro en 1944, de ambas desgracias pudo llegar a resurgir aunque la última de ellas le causó una profunda despoblación de la que no ha podido recuperarse.
Para dirigirnos a Villanúa, último destino de nuestro recorrido, atravesamos el Pont Nou, también llamado el de los Peregrinos, del siglo XVI. Por estos mismos lugares, desde el siglo XII/XIII, debió de existir un antiguo puente conocido como Puente de Abajo, vinculado al Camino de Santiago.
El camino nos lleva por una calcárea y estrecha garganta, donde se prodigan grandes lapiaces y que son usados como suelo de la calzada. Antes de llegar a Villanúa (“”Villa-nova), pasaremos por delante de la puerta de entrada a la Cueva de las Güixas, en la mismas faldas de la punta Collarada (2883 m); estas cuevas son visitables y son de las más importantes de la provincia en cuanto a actividad geológica, habiéndose encontrado en su interior restos humanos de hace más de 3000 años.
Por el momento, dejamos “el camino” en la población de Villanúa, con la promesa de volver y continuar.