Ruta entre Biescas y Santa Elena
Nueva visita a Tierra de Biescas, un lugar a caballo entre las dos Subcomarcas (Valle de Tena y Serrablo) que forman lo que es la Comarca del Alto Gállego. La Comarca, que debe su nombre al río quién actúa como eje vertebrador de todo el territorio, tiene la forma de una T invertida y comprende lo que es toda una cuenca hidrográfica que se halla rodeada de altas montañas, cuyos límites son coincidentes con lo que son las líneas divisorias con las vecinas cuencas hidrográficas. El río Gállego nace en las proximidades del Puerto de Formigal o Portalet, a más de 2000 m de altitud, abandonando la Comarca en las proximidades de Anzánigo (560 m). El Pico Balaitous o Pico Moros, con sus 3146 m es el punto más alto.
La ruta de hoy, 5 de agosto de 2016, ha tenido como comienzo, y final, la población de Biescas, con subida a la ermita de Santa Elena siguiendo el itinerario del PR HU-78. En total el recorrido ha estado en torno a los 15 km. Hemos atravesado todo el pueblo hasta adentrarnos en un antiguo camino, que discurre bajo un tupido bosque por la margen izquierda del río Gállego, remontando hasta el barranco de L’Asieso y llegar al dolmen de Santa Elena, para acometer después el ascenso hasta la ermita de Santa Elena (el camino de vuelta ha sido el mismo que el de subida). Un interesante paseo con excelentes vistas sobre el paisaje de Tierra de Biescas, sobre todo a medida que íbamos subiendo a la ermita.
Biescas, ubicada a orillas del río Gállego, se estructura en base a tres barrios articulados a ambos lados del cauce: Barrios de San Pedro; San Salvador Alto y San Salvador Bajo. Se halla a una altura de 860 m s.n.m, y todavía mantiene interesantes muestras de una arquitectura popular, y digo que todavía mantiene porque a lo largo de su historia, dada su estratégica situación, ha padecido los efectos de toda una serie de conflictos bélicos que la han arruinado una y otra vez, aunque de todos ha vuelto a resurgir.
Siempre me ha llamado la atención el edificio del Ayuntamiento, en lo más céntrico del pueblo, organizado en tres partes siguiendo un eje longitudinal, a modo de tipo basilical. El tejado, cubierto con losas, se cubre a dos aguas en su parte central y los laterales son de una sola caída. En la fachada principal destacan tres arcos de medio punto ocupando su parte central, que son flanqueados por unas ventanas adinteladas a cada lado, justo encima de los arcos centrales existe un gran balcón corrido de tres vanos. Son de destacar también las lucarnas o lumbreras de inspiración afrancesada en el tejado.
Una vez llegados a la N-260 la atravesamos y tomamos el camino de Santa Elena, lo que fue el Camino Real y antiguo Camino de Santiago que entraba por El Portalet, eje vertebrador del Valle de Tena. Pasamos cerca de una central hidroeléctrica, situada en la ladera de la Punta Cuchiecho (cerro o colina pequeño). Las aguas que suministran a esta central son derivadas del río Gállego bajo el mismo puente de los Canonjes o Santa Elena, cuyo canal nos acompañará durante una buena parte del trayecto, e incluso, llegando a L’Asieso, antes del Dolmen, va a formar parte de un sendero adaptado, que discurre por encima de su parte cubierta.
Vamos camino del Congosto de Santa Elena, una interesante garganta labrada por el río Gállego en sentido N-S, la cual hace de línea de separación entre lo que es la Depresión Media y las Sierras Interiores, entre las sierras de Patarcua (Peña Telera -2762 m-; Peña Retona -2764 m-; ….) y la de Tendenera (Peña Sabocos -2755 m-; Pico Tendenera -2853 m-; ….), con los barrancos del Puerto o Merdazero y el de L’Asieso que drenan sus laderas sur, respectivamente. El estrecho de Santa Elena, es el nexo de unión entre el Valle de Tena y las Tierras de Biescas.
A medida que vamos acercándonos a la explanada donde se halla situado el dolmen, podemos ir contemplando el modelado glaciar de este pequeño territorio, con una perfecta formación en artesa (en forma de U). La glaciación tuvo un especial protagonismo durante la parte superior del Cuaternario (hace unos 10000/50000 años), cuya lengua bajaba desde el circo de Piedrafita (en la cabecera del río Aguas Limpias) hasta Senegüe, unos 40 km de largo por 2 de ancho, manteniendo a su paso por Biescas unos espesores de hasta 500 m.
Los barrancos del Puerto o Merdazero y L’Asieso, dan paso a formaciones geológicas del tipo flysch, las cuales se caracterizan por unas rocas relativamente blandas, con alternancia de areniscas y margas, que suelen remontarse al Eoceno (40/50 mills/años).
Llama la atención la Forqueta as Palomas, en lo que es la zona de los puertos, en la sierra de Patarcua, cuyo nombre es alusivo a su forma ahorquillada, en la que destaca la punta Cochaldo con sus 2211 m.
Son de destacar esas pequeñas capillas, llamadas “zoques”, que, a diferencia de las ermitas, no eran utilizadas como puntos culminantes de las romerías o para la celebración de cultos, sino que las mismas estaban vinculadas a algunas ermitas o santuarios cercanos, en cuyo caso estos “zoques” se usaban para la recogida de donativos destinados al mantenimiento del templo principal al que estaban adscritos. Junto al puente de Los Canonjes se encuentra el “Zoque de Santa Elena”, lugar donde se reunían los romeros que provenían del Valle de Tena; no muy lejos de allí, junto al Dolmen, existe el “Zoque de Santa Engracia”, donde se reunían los provenientes de las Tierras de Biescas. (En algunas otras ocasiones estos “zoques” eran simples oratorios situados al borde de los caminos; en el antiguo camino a Orós Bajo, se halla el “Zoque de San Cristóbal”, el cual servía como protección de los viajeros).
Un poco antes de llegar a la explanada donde se encuentra el rehecho dolmen, nos encontraremos con la “cruzifierro”, la cruz de hierro, situada a escasos metros de la Fuente de la Silla (totalmente cubierta por la vegetación), donde se cristianizaba un bolo granítico que delimita y señala la entrada al A Sieso, un área considerada como sagrada en la que sesteaba el ganado y se hallaba la pradera ritual de los pastores, lo que es un anfiteatro fluvial entre el barranco de Loba y el río Gállego, antes de acometer la ascensión a los puertos o estibas del Valle de Tena y Francia y lugar de descanso cuando se llevaban los rebaños a tierras bajas en busca de los pastos de invierno. El agua de dicha fuente propiciaba la entrada al lugar, que era considerado como algo sagrado, a modo de como se entra actualmente en un templo. No hay que olvidar que la vida de nuestros antepasados siempre estuvo ligada a la concepción de lo sagrado.
Una vez hemos llegado a la explanada, creo que se llama de Santa Engracia, donde se halla un dolmen rehecho ya que fue destruido durante la guerra civil (parece ser llegaron a existir dos de estos monumentos megalíticos), iniciaremos el camino de subida a la ermita de Santa Elena.
Al poco de comenzar la subida nos encontramos con la llamada “Línea P”, que discurre a lo largo del trazado de la senda que nos conduciría hasta el cercano pantano de Búbal, siempre por la margen izquierda del río Gállego. Según un trabajo de José Manuel Clúa Méndez, el significado de “Línea P” no se sabe a ciencia cuál es, unos dicen que es la abreviatura de Línea Pirineos y otros la denominan Línea Pérez.
La “Línea P”, es una inconclusa barrera defensiva militar que se extiende a lo largo de toda la cordillera pirenaica, unos 500 km, ordenada construir al finalizar la contienda civil. No llegó a entrar en servicio en ningún momento y su construcción se realizó entre los años 1944 y 1957. En el caso de Aragón, la línea venía a cubrir desde el Valle de Zurita hasta el de Benasque, tratando de conseguir una frontera impermeabilizada a salvo de posibles invasiones foráneas, a lo cual ayudaba también la alta y quebrada orografía de las montañas, con alturas que superaban con creces los 2500/3000 m. Hoy en día esta gran línea defensiva no tiene ninguna razón de ser, y tampoco, creo, llegó a tenerla en algún momento.
Los asentamientos construidos debían alojar fusiles ametralladores, cañones antitanque, cañones de infantería, ametralladoras antiaéreas, morteros, ….. ….., además de puestos de observación y de mando, o abrigos para usarlos como depósitos de municiones y víveres.
La ermita de Santa Elena (siglo XIII), que adquirió su fisonomía actual durante el siglo XVIII, se encuentra en el lugar de paso entre los Valles de Tena y Tierra de Biescas, en el extremo occidental del cordal Sabocos-Tendenera, a modo de vigía sobre el estrecho congosto de igual nombre. Es un lugar donde se concentran buen número de leyendas y su emplazamiento fue motivo de disputa entre ambos territorios. Una de las leyendas cuenta como un cura logró garantizar la pertenencia de estos parajes a Biescas, aunque pertenecían al Valle de Tena, pues juró estar pisando suelo de Biescas, tras haberse puesto en los zapatos tierra de esta población, y manifestar que “el que lleva tierra de Biescas en sus zapatos a él pertenece Santa Elena”.
Se dice que Santa Elena pasó por estas tierras huyendo de unos perseguidores. Se escondió en una cueva, la cual se encuentra dentro del templo, y una araña tejió una tela para cubrir el escondrijo, logrando así despistar a los que la seguían.
Junto a la ermita mana una fuente llamada La Gloriosa. Sus aguas, dicen, tienen propiedades medicinales, y son de carácter intermitente, lo cual era atribuido por las gentes al malestar de la santa por actuaciones terrenales que no le agradaban. Se trata, pues, de una fuente intermitente o Vauclusiana (cuyo nombre se debe a la fontaine de Vaucluse cerca de Avignon). Este tipo de manantiales vauclusianos a veces interrumpen sus aguas, lo cual se es debido, en términos geológicos, a la existencia de alguna cueva o depósito subterráneo cuyo conducto de salida actúa como sifón. (No olvidemos que el macizo Sabocos-Tendenera-Otal, esconde un complejo sistema kárstico subterráneo interconectado entre sifones, galerías y simas).
El Fuerte de Santa Elena, junto a la ermita, tiene sus orígenes en tiempos de Felipe II, siendo contemporáneo de la Ciudadela de Jaca y del castillo de Coll de Ladrones, llegando a formar para de la línea defensiva de los Pirineos. Su objetivo era proteger las comunicaciones de los valles de los ríos Aragón y Gállego con la vecina Francia. Actualmente se halla fuera de uso y hace unos años se vendió a la iniciativa privada.