Ruta circular por Lascellas
6-feb-2019 – 20’42 km – 254 m de desnivel acumulado
Ruta circular con inicio y final en Lascellas, pasando por Abiego y Azlor.
Un paseo por un territorio en el que los accidentes geográficos no son muy importantes, por unas llanuras de suaves pendientes y terrazas elevadas, con una litología en la que predominan las alternancias de lutitas, areniscas, yesos y calizas, con unos destacados afloramientos de canales de piedra arenisca —sobre todo por los alrededores de Azlor—. Un itinerario que ha seguido, en principio, las marcas del GR-45, para luego continuar con las señalizaciones de los ‘Senderos de Azlor’. Conjugando los antiguos caminos de: entre Lascellas y Abiego; continuar por camino de La Fondota y el que lleva a Huerta de Vero, hasta encontrar la intersección con el que une las localidades de Adahuesca y Azlor; en esta última población, Azlor, tomamos el antiguo camino de Ponzano hasta encontrar la Cabañera de Broto a Mequinenza y, una vez en la ermita de San Antón, coger el camino que viene de Azara hasta Lascellas.

El territorio que hemos recorrido hoy se halla en la parte más occidental de la Comarca del Somontano, entre el río Alcanadre —que hace de línea divisoria con La Hoya de Huesca— y el barranco de La Clamor cuyo cauce discurre por la parte baja de las estribaciones de esa pequeña sierra divisoria con el Valle del Vero. Por su parte más septentrional limita con el río Isuala, estando su lado meridional surcado por la Carretera Nacional 240 y la Autovía A-22. La Cabañera de ‘Broto a Mequinenza’, lo atraviesa de norte a sur.

Lascellas (As Zellas)
Debe su nombre a unas ‘cellas’ —depósitos de grano—, excavadas en el estrato rocoso donde se asienta la ermita de San Miguel, en las faldas del tozal de Mon d’as Eras, en la parte más alta del pueblo.

La historia de este pueblo, está muy relacionada con los puentes sobre el cercano río Alcanadre. Existen las ruinas de un puente medieval (del siglo XIII), que se relaciona, en su forma, con el existente unos kilómetros más arriba: Puente de Junzano o Farmiñosa. A mediados del siglo XIX, se construyó un gran puente colgante, cuyas pilastras siguen en pie y que son visibles desde la autovía, y que fue destruido durante la pasada guerra civil. En 1939 se levantó el ‘Puente Arbex’, todavía en servicio, y, no hace muchos años, el que da servicio a la autovía.


Destacan la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles (siglo XVIII), además de las ermitas de San Miguel (siglo XIV) y de San Antón (siglo XVII), esta última ubicada junto a la cabañera y desde donde pueden contemplarse unas excelentes panorámicas del Somontano. La fuente que hay a la entrada del pueblo (del siglo XVI/XVII), presenta la tipología típica de las fuentes que se erigieron en la comarca durante dichos siglos.



Ambas ermitas se han recuperado en los últimos años y presentan un buen estado de conservación. Ramón J. Sender, en su crónica ‘Bizancio’, viene a citar una copla de los almogávares que dice así: ‘En Quicena sale el sol, en Montearagón la luna, y en la ermita de Lascellas, la rueda de la fortuna’, refiriéndose a la de San Antón.

Las vistas son espectaculares sobre la cercana sierra de Guara con sus cumbres blanqueadas por las últimas nieves caídas. Al fondo el blanco cordal pirenaico. Atravesamos extensos campos de cultivo, algunos destinados a cereal, otros a plantaciones de almendros y olivos, y más recientemente a viñedos. Unos terrenos más o menos ondulados, donde antes imperaban espesos bosques de carrascas y que la mano del hombre se ha encargado de roturar e ir reduciendo sus dimensiones para, a la vez que se iban ganando tierras de labor, modificar el paisaje.

Abiego (Al-Byego)
Antes de llegar al pueblo, pasamos por el antiguo convento de San Joaquín, ubicado en lo alto del Tozal de Las Forcas, y desde se obtienen unas bellas vistas del casco urbano. Primero fue ermita (siglo XVIII), para luego convertirlo en convento (siglo XIX). Se aprecian claramente los módulos de vivienda adosados a ambos lados y que correspondían a las dependencias conventuales.


Un bonito pueblo, con un desarrollo urbano no muy bien definido en torno a la iglesia de Santa María La Mayor, vieja colegiata que se levanta sobre un edificio antiguo de estilo románico (siglo XI) para ser remodelada en el siglo XVI. Durante la dominación árabe, en dicho lugar también se hallaba lo que fue la mezquita y el castillo. Casas típicas del Somontano, con sus muros de ladrillo, piedra y tapial. Un sitio agradable de visitar.

Aun cuando el trayecto realizado no es atravesado por ninguna corriente de agua ostensible, el camino que viene de Adahuesca hasta Azlor, discurre por un barranco con bancales de cultivo a ambos lados, en el que las surgencias de agua se prodigan, son pequeñas fuentes que, en su momento, se aprovechaban para el riego, hoy, como las fincas están en situación de abandono, las aguas corren libremente haciendo surcos por estas vías de paso con algún que otro encharcamiento y barrizales.

Llegamos a la fuente Labanera, con la tipología que imperaba en el Somontano durante los siglos XVI/XVII. Una construcción con sillares de piedra arenisca, con un solo caño y cobijada bajo un arco de medio punto, rematada por una cornisa moldurada. Unos metros más abajo, el agua sobrante canalizada llega hasta un pintoresco lavadero excavado en la piedra arenisca, ¡interesante su visita!


Azlor (Aflor. Azor: muralla o también casa)
Destaca la iglesia de Ntra. Sra. de las Victorias (siglo XVI/XVII), cuyo nombre se debe a la conmemoración de la batalla de Lepanto. Todo su casco urbano se articula en torno a una rectangular y espaciosa plaza. Casas solariegas, de piedra y ladrillo, con grandes portadas doveladas y fachadas de galerías con arcos y algunos escudos de armas.

En el siglo XII, sobre una imponente cresta rocosa de arenisca, se hallaba una fortificación musulmana.

Aquí viene a nacer el largo barranco de La Clamor, que tiene la desembocadura en el pueblo de Pomar de Cinca, en el mismo río Cinca. En el siglo XVIII eran muy apreciados los yesos que se explotaban por los alrededores.

De vuelta a Lascellas y antes de llegar a la ermita de San Antón, aún haremos un pequeño tramo de la ‘Cabañera Broto-Mequinenza’. Una antigua vía de comunicación que actuó, durante siglos, como de enlace entre el llano y la montaña, por donde se introducían las nuevas culturas, los inventos tecnológicos de aquellas épocas y se transmitían las manifestaciones folklóricas, con intercambios comerciales y difusión de todo tipo de mitos y creencias. En los márgenes de esta milenaria vía pecuaria se pueden encontrar árboles de buen fuste, grandes carrascas y desarrollados enebros, que la embellecen y dicen mucho de lo que por allí llegó a transitar. No debemos olvidar que, durante muchos años, las grandes carrascas llegaban a albergar bajo su copa a grandes rebaños para que no sufrieran las inclemencias de los calores del estío, además de ser lugares donde se tomaban decisiones importantes que podían afectar a toda la comunidad.

Este territorio es de pluviometría baja y de clima árido, bastante afectado por los vientos generados por la cercana sierra de Guara. A pesar de que el río Alcanadre pasa no muy lejos de donde nos encontramos, no pueden aprovecharse sus aguas para el riego, pues está encajado varias decenas de metros en el sustrato y deja varios niveles de terrazas cuaternarias colgadas y de buena tierra de labor.


Ya habíamos visitado esta zona en otras ocasiones, y nunca nos defrauda. Siempre hay cosas nuevas que ver, además de la bonita estampa de la sierra de Guara. Ver:
- Ruta por Abiego – Azlor – Adahuesca
- Ruta por Lascellas – Peraltilla
- Ruta entre Lascellas y Laluega
- Ruta entre Azara y Abiego