Ruta: Pomar de Cinca – Alcolea de Cinca
Recorrido entre los municipios de San Miguel del Cinca (que comprende las poblaciones de Pomar de Cinca, Estiche y Santalecina) y Alcolea de Cinca, situados ambos en la margen derecha del río Cinca y ya visitados en otras ocasiones (ver: “Pomar de Cinca – Conchel y Selgua” — “Villanueva de Sijena y Alcolea de Cinca”.)
Unos 19 km ha tenido el trayecto de hoy, 8 de febrero de 2017, en una jornada un tanto ventosa aunque soleada. Hemos compartido trozos de la antigua cabañera real, que iba de Santalecina a Pomar de Cinca, con otros caminos que atraviesan las inmensas llanuras aluviales del río Cinca donde se han ido desarrollado unos grandes sotos o bosques de ribera.
Tanto si circulas por la A-130, entre Alcolea de Cinca y Monzón, como si lo haces por la A-1234, entre Albalate de Cinca y Monzón, paralelas entre sí y con el discurrir del cauce del río Cinca entre ambas carreteras, no llegas a hacerte la idea de la anchura del lecho del río, pues, en algunos tramos alcanza hasta los 1000 m.
El río Cinca, que da nombre a la Comarca (Cinca Medio), es el más caudaloso de la provincia de Huesca y ha sido el principal agente modelador del relieve del territorio. Representa ser su espina dorsal.
En el Cinca Medio destacan las dos morfologías más características del modelado fluvial originados por el río, las llanuras de inundación y las terrazas fluviales. Las llanuras aluviales o de inundación, rellenas de sedimentos similares a los transportados por el río: arenas, gravas, limos o cantos rodados, son muy importantes porque llegan a constituir el biotopo en el que se vienen a desarrollar los grandes sotos y bosques de ribera, en las que abundan extensas plantaciones de cultivos de chopos (populicultura). En cuanto a las terrazas fluviales, éstas pueden apreciarse mejor en lo que es la margen izquierda del río, pues el desarrollo de las mismas ha sido de una forma asimétrica.
La bravura de este río, antaño más que notable, ha quedado hoy muy desvirtuada debido a la construcción de grandes embalses que han minimizado las grandes riadas y rebajado los aportes de sedimentos, lo que unido a la exuberante vegetación ribereña han estabilizado el otrora indómito cauce.
Pomar de Cinca:
Lugar de inicio de nuestra caminata, junto al puente que cruza el barranco de La Clamor antes de su desembocadura en el río Cinca, un barranco que nace en Azlor como continuación del de La Fondota, y que va recogiendo todas las aguas sobrantes de las grandes extensiones de regadíos.
Su casco urbano se desarrolla a los pies de la colina donde se hallaba enclavado el castillo cuya misión era la vigilancia y control del Cinca, viéndose limitada su expansión por la propia elevación y cortadas sobre el río y el propio barranco de La Clamor. Sus calles son estrechas e irregulares, donde no abundan las plazas.
Desde este lugar, hemos tomado un viejo camino que nos ha llevado por las huertas y zonas de cultivo regadas por la acequia de Estiche, hasta llegar al pueblo de Estiche de Cinca.
Estiche de Cinca:
Situado sobre un promontorio rocoso dominando la margen derecha del río. Destaca su iglesia parroquial de San Miguel, sobre la que se fue desarrollando el casco urbano.
Santalecina:
Antes de llegar a esta localidad, aproximadamente a mitad de camino con la de Estiche, nos encontramos con el azud de la acequia de Alcolea, de gran caudal y que va regar grandes extensiones de los términos de Santalecina y Alcolea de Cinca, donde abundan los cultivos de alfalfa, maíz y arroz. Esta acequia, al igual que la de Estiche, data de la época de los templarios que fueron los grandes ingenieros hidráulicos al desarrollar una red de acequias y ramales (siglos XII/XIII), que persisten todavía al día de hoy.
El pueblo se levanta sobre un cerro, que domina todo el cauce y las llanuras de inundación del cercano río Cinca. Sobresale la iglesia parroquial del Salvador.
Nos hallamos en lo que es un territorio fronterizo entre el Pirineo y la depresión del Ebro. Un lugar intermedio entre las dos grandes unidades geológicas que componen la región aragonesa. Una zona de arcillas y areniscas de la época del Mioceno (23 mills/años), que se disponen en formas de horizontales estratos al no haber sufrido compresiones de tipo tectónico.
La depresión del Ebro era una gran cubeta, de la que formaba parte el territorio donde nos encontramos, y producto de los movimientos de elevación de la cordillera Pirenaica, allá por las épocas del Oligoceno (35 mills/años) y Mioceno (23 mills/años), se fueron sedimentando los grandes arrastres llevados por los ríos y los abanicos aluviales que se iban formando. En el centro de dicha depresión se fueron formando unas grandes y someras lagunas donde se depositaban margas y calizas en períodos húmedos, y sales o yesos en los más áridos.
Coincidiendo con espacios de tiempo de mayor humedad, en el Plioceno (5 mills/años), la gran cubeta del Ebro se fue abriendo paso hacia el Mediterráneo, cesando entonces la gran sedimentación que había permitido durante unas cuantas decenas de millones de años su endorreísmo, originando un drenaje que comenzó a llevar los sedimentos hacia el mar.
Alcolea de Cinca:
Fin de nuestra etapa de hoy, cuyos grandes cortados erosivos, las llamadas Ripas, no las hemos perdido de vista en ningún momento del recorrido. Sobre Alcolea ya hice una exposición en la ruta que hicimos desde Villanueva de Sijena.
El camino hecho nos ha brindado unas buenas vistas, además de sobre los grandes sotos o bosques de ribera, de Monzón y su castillo, de la ermita de La Alegría, de Pueyo de Santa Cruz, de Alfántega y de Albalate de Cinca, y por supuesto, como no, de los nevados Pirineos y de la Sierra de Guara.