Ruta entre Castejón del Puente y Permisán
Trayecto realizado entre las poblaciones de Castejón del Puente y Permisán, ambas pertenecientes a la Comarca de El Somontano, aunque nos hemos adentrado un poco en la vecina del Cinca Medio para visitar la ermita de San Salvador, en el término de Selgua. En total, han sido unos 13 km los efectuados en la jornada de hoy, 20 de marzo de 2017.
Aunque entre ambas localidades discurre un tramo de la antigua “ruta jacobea”, que está señalizada, nosotros hemos optado por alargar un poco el recorrido. Primero hemos seguido el curso de lo que fue la antigua vía del tren entre Barbastro y Selgua, en su paso por Castejón del Puente, para abandonarla cerca de la ermita de San Salvador, y, después de visitar ésta, nos hemos encaminado hasta el barranco de La Clamor, en el que siguiendo un camino casi paralelo por su margen izquierda nos llevará hasta nuestro destino final, Permisán.
Castejón del Puente (antiguamente llamado “Castejón Ceboller o Cebollero”):
Un coqueto pueblo, de notable pasado, que bien vale la pena visitar y callejear por su casco urbano. Elevado sobre un cerro, divisable desde la distancia, y adaptado a la tipología del terreno, con una calle central iniciada en la iglesia parroquial que lo cruza de arriba abajo, y desde la que parten otras transversales.
En lo más alto se halla la iglesia de La Asunción (siglo XVI), desde donde se puede otear un extenso territorio. Sobresale una esbelta Torre-Campanario, en cuyo segundo cuerpo, y en cada una de sus esquinas, destacan cuatro garitones abiertos a cada uno de los puntos cardinales, que llegaron a utilizarse como esconjuraderos. Esta torre es bien visible desde la lejanía, considerada como una de las más bellas de El Somontano, se llegó a utilizar como referencia en las obras de la época.
Desde esta privilegiada atalaya que viene a representar la iglesia parroquial, puede observarse un cercano tozal en el que destaca la antigua ermita Virgen de la Bella (siglo XIII), donde también existen restos de una vieja fortaleza (siglo XI) cuyo objeto era el control y vigilancia del paso por el puente del río Cinca. Dicha ermita, a la que no hemos accedido, llegó a acoger entre sus muros a ilustres personajes e incluso a algún rey (Felipe IV, aquí se resguardó en su viaje durante la Guerra de Secesión de Cataluña -siglo XVII-; también, a principios del siglo XVIII, un buen número de sacerdotes de localidades vecinas hallarían allí cobijo tras la guerra de Sucesión de España). Junto a la ermita, también se fundó el primer seminario de Aragón, que fue trasladado a mediados del siglo XVIII a la Congregación de los P.P. Paules en la ciudad de Barbastro. Un voraz incendio, en el siglo XIX, inició la decadencia de este santuario. La ermita Virgen de la Bella, es todo un referente para los vecinos de Castejón del Puente.
El edificio del Ayuntamiento (siglo XVI), típica construcción del renacimiento aragonés, fue la antigua Casa de la Encomienda de la Orden de San Juan del Hospital. En sus bajos existió lo que fue la lonja; en la parte central de su fachada, además del escudo del pueblo, sobresale el relieve de la Virgen del Niño acompañados por Santiago El Mayor y San Sebastián; y rematando el cuerpo superior existe una galería de pequeños arcos corridos de medio punto.
No hemos visitado, aunque lo hemos dejado pendiente para otra ocasión, los restos de lo que fue la calzada romana o Vía Antonina (“Ilerda-Osca”), cuyo trazado se halla muy deteriorado debido a las transformaciones agrícolas que se han venido efectuando en el territorio. Tampoco hemos llegado a ver los restos de lo que fue un impresionante puente sobre el río Cinca (de ahí el calificativo al nombre del pueblo), que llegó a tener una longitud de más de 300 m y alrededor de 20 arcos. Las trincheras recuperadas para su visita de la pasada guerra civil tampoco las conocemos, las cuales se hallan en el próximo Tozal de las Aguaderas, cercanas a la ermita Virgen de la Bella, cuya misión era la vigilancia y protección de las comunicaciones entre el Cinca Medio y El Somontano, además de prestar servicio a un cercano campo de aviación. Estos lugares y algún otro más, como la antigua noria o las ruinas de la ermita de San Juste, que llegó a ser hasta hospital de pobres, enfermos o transeúntes, perteneciente a la Orden del Temple, son los sitios que hemos dejado de visitar, pero, a buen seguro, lo haremos en una próxima visita.
A poco de abandonar Castejón del Puente, hemos cogido lo que fue la antigua y ya desmantelada vía del tren, entre Barbastro y Selgua, que dejaremos un poco antes de llegar a la ermita de San Salvador. Este pequeño tramo ferroviario llegó a tener su importancia durante una parte del siglo XX, el cual cubría una distancia de unos 20 km y con una sola estación intermedia, Castejón. Se inauguró en 1880 y durante muchos años conectó la ciudad de Barbastro, y su zona de influencia, con el resto del país a través de la red de ferrocarriles. Por ella transitó la famosa “Burreta”, que transportó viajeros durante 89 años, hasta 1969, y las mercancías y otras producciones agrícolas y ganaderas aún duraron 16 años más, hasta 1985. Por esta vía llegaron los materiales para la construcción de los grandes proyectos hidroeléctricos desarrollados en el Pirineo durante la primera mitad del siglo XX. Una pequeña porción de la historia económica y desarrollo del territorio bajo nuestros pies.
Ermita de San Salvador (Selgua):
Elevada sobre un pequeño cerro, a las afueras de Selgua, dominando una buena extensión del terreno llano que la circunda. Aunque, aparentemente, represente ser un edificio popular, con tejado a dos vertientes, el origen de la misma podría ser románico, existiendo en su interior un viejo sepulcro en un arcosolio de mitad del siglo XIII, desconociéndose quién era el personaje allí sepultado, aunque, se estima, pudiera tratarse de algún Señor de Selgua relacionado con la Orden del Cister. (ver página web del románicoaragonés). Este pequeño templo sufrió grandes desperfectos durante las guerras napoleónicas y la pasada civil.
En una de sus laderas, existe un gran aljibe de agua, que se llenaba por las escorrentías, debidamente canalizadas, de un gran afloramiento de piedra arenisca. También existen, aunque no se conservan bien, unas trincheras que datan de la pasada guerra civil, en el que pueden todavía distinguirse lo que fue algún nido de ametralladoras, el polvorín y el puesto de mando.
Aunque la mayor parte del territorio recorrido en la jornada de hoy está puesto en regadío, gracias a la implantación de los riegos del Canal del Cinca, todavía puede apreciarse la influencia monegrina de vegetación esteparia, en aquellos sitios donde el agua no llega.
Llegamos al barranco de La Clamor, que nace en Azlor, como prologación del de La Fondota, con un largo recorrido hasta su desembocadura en el río Cinca en la población de Pomar de Cinca. De amplio cauce, donde abundan los carrizos y que sirven de refugio para un buen número de animales.
Para llegar a Permisán, seguimos el camino rodado que discurre por la margen izquierda del barranco, y donde al poco tiempo comenzaremos a ver grandes afloraciones de areniscas, cuya inclinación era aprovechada para captar las escorrentías de las aguas de lluvia y canalizarlas hasta un rectangular receptáculo inferior excavado en la propia roca. Era una forma de aprovechar el agua, y el origen de la construcción de estos aljibes se remonta a la época árabe. Era tal su importancia, que llegaron a dictarse nomas para su conservación y mantenimiento, cuyos incumplimientos podían conllevar severas penas e incluso el destierro.
Permisán:
Un pequeño núcleo, ubicado en lo que era la antigua Cañada Real de Barbastro, proveniente de Ilche, muy cerca del pueblo de Fornillos.
Destaca el conjunto de la Casa-Palacio de los condes de Fuentes (siglo XV), al que se halla adosada la iglesia parroquial de Los Ángeles.
El Palacio, que es propiedad del Obispado de Barbastro, se halla en avanzado estado de ruina. Sobresale del mismo una gruesa torre en la que pueden apreciarse algunas aspilleras, existiendo en su base unos grandes vanos de arco rebajado donde se asentaban las piezas de artillería para su defensa.