Ruta por Colungo – El Portal de la Cunarda
Profundos barrancos, escarpadas paredes y un sube y baja continuo es lo que nos ha deparado la ruta de hoy, pero, el final, bien ha merecido la pena: “El Portal o foracho de la Cunarda”, un impresionante agujero en la roca caliza, a modo de ventana, sobre el barranco de las Gargantas, producto de la trabajosa e imparable erosión que ha venido actuando sobre la piedra en el transcurrir del tiempo.
El recorrido de hoy, 11 de noviembre de 2015, de ida y vuelta, aunque un buen trecho de la segunda parte de la caminata la hemos hecho por lugar distinto que al principio. Nos hallamos en lo que son las estribaciones del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, dentro del espacio catalogado como Parque Cultural del río Vero, en una zona en la que imperan unos espectaculares barrancos que dan lugar a paisajes muy variados de gran belleza plástica, con unas profundas gargantas y foces excavadas por el agua al abrirse paso entre las fisuras del terreno y sus diaclasas; es todo un paraíso para las aves rapaces, en especial las carroñeras.

Iniciamos el paseo en la localidad de Colungo, de poco más de once kilómetros y alrededor de unas cuatro horas de duración. Vamos en primer lugar hacia la zona de las piscinas, dejando una fuente a nuestra derecha antes de adentrarnos en los huertos y pasar por un pequeño barranco para después cruzar la carretera y comenzar la ascensión por la pista de Suelves hasta encontrar el desvío que nos llevará el Portal de la Cunarda.






El primer barranco que tomamos es el de Arruello, donde existía una cantera de extracción de grandes ruellos (de ahí su nombre), muelas de piedra, que se utilizaban para la molienda de las olivas en los tornos o almazaras y obtener así el aceite.






Una vez hemos llegado a un pinar, situado en lo más alto, en lo que son las laderas del cercano pico de La Cunarda (943 m), iniciamos el descenso al barranco Palomera y pasar después al barranco el Tacho, de verticales y muy profundas paredes, cuya senda de paso hay un momento que queda bastante expuesta durante unos metros (entiendo que en dicho trecho, que es peligroso, debiera haber algún tipo de cadena o asidero para evitar algún disgusto); un poco más adelante, el Tacho desemboca en el barranco de las Gargantas, que luego se convertirá en el Fornocal (un lugar muy atractivo para llevar a la práctica deportes de aventura como el descenso de barrancos).








Desde el punto de unión de los barrancos el Tacho y las Gargantas, queda ante nosotros el impresionante “agujero” del Portal de la Cunarda, al cual, en los últimos metros, ascenderemos trepando un poco con la ayuda de las manos. Las vistas de los barrancos y de sus profundos cauces, con unas escarpadas laderas modeladas por la erosión del agua y de los vientos, así como de todo el entorno que los rodea, es verdaderamente espectacular con una orografía caliza muy accidentada que viene a conformar un conjunto de hábitats muy particulares y característicos, siendo, por lo tanto, una ubicación no muy apta para aquellas personas que padecen de vértigos.










Abundan los pinos, las carrascas y los quejigos, además de enebros, madroños, arces, bojes, etc., todo ello acompañado de matorral bajo. Hemos pasado por zonas bastante sombrías y húmedas, donde se prodigó la replantación de pinares.


El camino de retorno a Colungo, lo hacemos por la pista de Suelves, un territorio bastante calizo y en el que se observan afloramientos de lapiaces durante el recorrido. Desde esta pista hemos podido ver lo que es la sierra de Arbe, el Turbón y Monte Perdido así como toda la barrera pirenaica; el pueblo de Betorz y su cercano Tozal del Asba (cuya ascensión tenemos prevista realizar), así como la ermita de La Dolores de Naval. Las llanuras del somontano nos ha sido imposible verlas dado que estaban cubiertas por la niebla.






Colungo, es una pequeña población, a cuyos pies discurre el barranco Robiñero, cuyo trazado urbano gira en torno a su iglesia parroquial de San Esteban, conservando el original diseño medieval que se fue adaptando a la accidentada orografía del terreno.


Este pueblo, además de ser famoso por la fabricación de aguardientes y licores, lo es también por el repertorio de cavidades y abrigos pintados, que existen por sus alrededores, con pluralidad de estilos rupestres identificados y pertenecientes a distintas fases culturales y cronológicas de la Prehistoria; dispone, también, de un Centro de interpretación del Arte Rupestre, que no pudimos visitar por abrir solo los fines de semana en la época de invierno.

En el antiguo camino que comunica los pueblos de Colungo y Asque, se encuentra el puente del Diablo salvando el estrecho y profundo barranco del Fornocal. Es un recorrido que recomendamos.

Uno de los cultivos tradicionales de Colungo, es el olivo. A las afueras existe una gigantesca y milenaria olivera, llamada la Olivera de Nadal, de dimensiones extraordinarias.

