Ruta circular por el Valle de Nocito
Ruta circular por el valle de Nocito, con inicio y final en el Santuario de San Úrbez, en Nocito, pasando por Bentué de Nocito, Used, Aspés y Abellada.
27-mar-2019 — 17’7 km — 407 m de desnivel acumulado
Primera vez que nos adentramos en el corazón del bonito Valle de Nocito (en noviembre pasado ya estuvimos por el valle de Belsué, que nos encantó). Un bonito recorrido por unas tierras donde vivió y murió San Úrbez, un santo de origen francés del siglo VIII. Unos hermosos parajes enclavados entre la Sierra de Guara —por su cara norte— y las estribaciones de la Sierra de Aineto, en el interfluvio de los ríos Guatizalema y Alcanadre, y a caballo de dos Comarcas: Hoya de Huesca y Alto Gállego.
Una ruta que nos introduce en un territorio despoblado, vaciado y sumido en el silencio —primero coincidiendo con las marcas del GR-1 y después por unas sendas que siguen el curso de los barrancos de Used y Abellada—. que nos lleva por unos pueblos abandonados y callados —aunque en alguno se ha recuperado alguna vivienda—, de iglesias mudas, porque en sus campanarios ya no hay campanas, y cementerios solitarios. Por unos remotos, difíciles y ásperos rincones que fueron habitados por hombres y mujeres que estaban obligados a arrancar el sustento diario en un terreno que hacía pocas concesiones.
Iniciamos la caminata en el Santuario de San Úrbez (siglo XII). Un lugar en el que reposaron los restos del santo durante varios siglos. En el transcurso de la pasada guerra incivil, el cenobio fue expoliado y quemadas las reliquias del santo, que eran utilizadas como reclamo para la lluvia en la celebración conocida como ‘la mojada de san Úrbez’ —según cuenta la tradición, en solemne procesión se sacaban las reliquias del santo hasta una balsa que existe en las inmediaciones, donde eran sumergidas—.
Un lugar de encuentro y de romerías, donde acudían las gentes de los pueblos cercanos y de valles adyacentes, así como de los somontanos al otro lado de la Sierra de Guara. Un sitio al que venían los romeros de Albella en demanda de petición de agua para los campos y el ganado.
Desde la explanada del antiguo monasterio, tenemos un sobrecogedor panorama. Ante nosotros la impresionante mole de la Sierra de Guara —y el Tozal (2078 m)— con sus pedreras, crestas y cerros marcando el relieve de la sierra, y flanqueada por la Sierra de Gabardiella y el pico de Fragineto (1749 m).
También podemos distinguir la Cruz de la Peña O Santo, que fue puesta por la cofradía de San Úrbez de Nocito en el año 1972 y que fue donada por el club Peña Guara de Huesca. La cruz es bien visible, protegiendo y santificando todo el valle, y también señala el punto exacto donde se halla ‘la cueva del monte Airal’, lugar que fue de retiro espiritual del santo anacoreta durante algunas décadas.
El GR-1, nos lleva primero al núcleo de Bentué de Nocito, donde hay una original fuente muy fotografiada.
Y como dice la canción de José Antonio Labordeta, ‘Todos son’, Cuatro campanas había en la torre de Bentué: Catalina, Pepa y Juana y el cimbal de San José… Hoy ya no queda nada en la torre campanario de su iglesia, en avanzado estado de ruina.
Después de Bentué de Nocito, el siguiente pueblo es Used, que llegaremos una vez cruzado el barranco de Abellada mediante unas piedras pasaderas. Algunas casas recuperadas, pero con la mayoría en situación de abandono.
Pasado Used, nos dirigimos hacia Aspés, que se halla totalmente en ruinas. Ascendemos por el barranco de Used, en el que, de vez en cuando, nos encontramos con alguna poza de agua en su cauce en las que, seguramente, será una delicia poder disfrutar de ellas en épocas de calor. Un poco antes de llegar a Aspés, pasamos por su antiguo molino, que bien guardara en sus entrañas antiguas y jugosas historias o leyendas.
Por los pueblos de Aspés y Bentué de Nocito pasaban las rutas de trashumancia que, partiendo desde Linás en el Valle de Broto, bajaban por los del Serrablo y Nocito hasta la Tierra Baja, para atravesar la sierra de Guara y dirigirse a los Monegros.
Se suceden los campos y bancales incultos, en otros tiempos trabajados, y las casas vacías. Con frecuencia nos encontramos con grandes y monumentales ejemplares de robles, testigos mudos de otras épocas. Da la sensación de entrar como en otro mundo, de retroceder en el tiempo.
Al arruinado pueblo de Abellada, confluye el llamado ‘Camino de San Úrbez’, que viene desde Solaniella y se dirige al Santuario de San Úrbez en Nocito, pasando antes por la Pardina de Latorre. Nosotros tomamos la senda que baja a Bentué de Nocito, siguiendo el cauce del barranco de igual nombre que el pueblo, Abellada, por entre un espeso pinar y matorrales, que conforman un bello y atractivo paisaje. En el barranco se prodigan los pequeños saltos de agua, con unas buenas pozas de limpias aguas, que invitan al baño. Pasamos también por el viejo molino de Abellada.
Un valle al que volveremos, que ha estado poblado desde muy antiguo, con presencia de gentes desde tiempos del Neolítico, como así lo demuestran la existencia de dólmenes en el territorio, en el que el fantasma de la emigración apareció a mediados del pasado siglo. Un valle que vivió bajo las normas de la subsistencia y en el marco de una economía de trueque, dado el aislamiento a que estaban sometidos por carecer de comunicaciones.