Molinos hidráulicos

LOS MOLINOS HIDRÁULICOS (1)

 

Siempre conviene recordar aquellas edificaciones que, a lo largo de muchos siglos, han sido vitales y de una gran transcendencia en  el albor de las primeras industrias  que sirvieron como complemento  y ayuda de la agricultura y la posterior transformación de sus productos, con todo lo que ello pudo llegar a  suponer en el desarrollo económico y social  de las aldeas y pueblos,  así como en el fomento de la cultura popular.

Los “Molinos Harineros”, “Los Batanes” y los “Molinos Aceiteros”, conforman parte de lo que podría considerarse como “Patrimonio Histórico”, al cual debiéramos de agradecer la función prestada durante tantos y tantos años y no dejar caer en el olvido. A todos ellos voy a procurar prestarles una adecuada atención, y les voy a dedicar un capítulo individualizado para cada uno, aunque, ahora y en primer lugar, haga un genérico comentario que sirva como introducción a lo que estos vetustos edificios han supuesto para la sociedad.

 Afortunadamente, algunos de estos edificios han sido recuperados y reconvertidos en centros de interpretación o de visitas turísticas. Otros no, otros, que son la inmensa mayoría, no han tenido la misma suerte y se han convertido en arruinadas estancias a merced de las inclemencias climáticas esperando un triste final; algunos, incluso, han llegado a desaparecer y a caer en el más profundo de los olvidos.

Sirvan estas líneas como recordatorio a estas infraestructuras, así como de un pequeño homenaje a lo que fueron y ahora ya no lo son.

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Molino de El Grado

 

Tecnología y cultura material, han sido aspectos a los que, durante largo tiempo, no se les ha prestado la atención debida y requerida por parte de la historiografía, ya que ésta se hallaba centrada más  bien en lo que era la investigación y el estudio de aquellos grandes temas que han ido conformando la Historia. Afortunadamente, y en las últimas décadas, estas deficiencias investigadoras han podido ir corrigiéndose al prestárseles una mayor atención y cobertura por parte de los historiadores y aparecer como elementos de gran importancia, que, por si fuera poco,  son portadores de una enriquecedora serie de connotaciones del acervo cultural histórico.

Dentro de lo que podría catalogarse como de nueva trama de investigación y estudio, el molino hidráulico se nos revela como un elemento muy especial dentro de lo que fueron los primigenios procesos productivos y transformadores de la agricultura, el cual permaneció activo durante muchas centurias y sólo pudo ser aquietado y acallado con la llegada de las nuevas implantaciones tecnológicas y de los cambios sociales. Hay que tener en cuenta que, el molino hidráulico, puede llegar a aportar muchos datos a la hora de ir profundizando en la historiografía, ya que, aparte de que fuera uno de los primeros factores de intervención humana en el medio ambiente, también nos puede aflorar información a la hora del análisis del desarrollo agrícola de una determinada zona; el número de edificaciones existentes, una mayor o menor cercanía a las poblaciones  nos pueden decir mucho, sobre todo en cuanto a su posible evolución tecnológica; por el conocimiento que se tenga de las condiciones climatológicas de las épocas en estudio podremos saber la progresión habida en cuanto a su expansión o, por el contrario, el de un posible estancamiento en cuanto a su construcción;  y también las dietas alimenticias y las pautas culturales y religiosas, pueden considerarse como unos serios condicionantes en los procesos de implantación.

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Antiguo molino de La Puebla de Fantova

En España, cuando se habla de “molinos”, casi siempre nos viene a la memoria la imagen típica de los “molinos de viento” inmortalizados por Cervantes en su inolvidable pasaje de “Don Quijote de La Mancha”. Es bien sabido que, el llamado “Príncipe de los Ingenios”, no llegó a inventarse dichos molinos, pero la celebridad de su obra sí ha hecho posible un tanto que los molinos hidráulicos hayan podido ser algo eclipsados y  pasar a un segundo plano, sufriendo, por lo tanto, un poco el olvido a la hora de su recuerdo popular, a pesar de su posición predominante en cuanto a su número y ubicación por toda la geografía española.

Nos tendríamos que remontar a épocas ya muy pretéritas, englobadas dentro de las llamadas edades antiguas y medievales, para conocer el origen de estas viejas infraestructuras, las cuales forman parte de nuestro patrimonio histórico y de los recuerdos, y que han llegado a subsistir hasta bien entrado el siglo XX, siendo, además, una de las más importantes industrias de transformación, sobre todo en cuanto al aspecto agrícola se refiere; aunque siempre hay que hacer una clara distinción entre lo que son los llamados “Molinos harineros”, “Batanes” y “Molinos aceiteros”, cada uno de ellos con sus propias características y con distintos fines, pero, eso sí, utilizando la misma energía motriz, “la hidráulica”.

Profundizar en la investigación de estas ya vetustas edificaciones, muchas de ellas ruinosas e incluso desaparecidas y olvidadas, puede llevarnos a descubrir o a incrementar el conocimiento de lo considerado como “la historia de la cultura popular” sin tener que centrarnos únicamente en aquellos aspectos de tipo arquitectónico o tecnológico, pues también quedan perfectamente reflejadas y forman parte de “la literatura popular”, “la fiesta popular”, “la religiosidad popular”, “la historia del amor”, e incluso de “la historia de la alimentación”, etc.

En “la literatura popular”, hay multitud de referencias a los molineros y molineras, además de a los molinos y a sus entornos paisajísticos. La molinera casquivana y el molinero ladrón, que ha sido capaz de exponer a su propia mujer para aprovecharse de algo, son algunos de los aspectos que llega a encarnar la literatura; los Cuentos de Canterbury  relatan la noche que pasaron la molinera y su hija con unos estudiantes; en el Lazarillo de Tormes, el mismo Lázaro nació en una aceña en el río Tormes, donde su padre fue molinero durante más de quince años hasta que se le acusó de manipular y hacer ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí iban a moler; en El sombrero de tres picos o en Decámeron, etc., por ejemplo, son otras de las tantas y tantas  citas que existen. Sobre las ubicaciones de los molinos y las descripciones paisajísticas del entorno, también se ha explayado y recreado mucho “la literatura popular”, en multitud de casos con localizaciones bucólicas o de ensueño.

Respecto a “las historias de amor”, los molinos sirvieron como centros de iniciación de los amantes, pues solían ser frecuentados por mozos, mozas y buscavidas, sin olvidar de que siempre han servido para hacer llegar unas hondas referencias a lo erótico. A finales del medievo e inicios del renacimiento, campos semánticos como “trigo”, “moler”, “molino”, “cerner”, “mojar”, “harina”, etc., se llegaron a asociar con una clara simbología erótica perfectamente caracterizada en determinados contextos, algunos de los cuales, todavía hoy, tienen uso en el gracejo popular.

En “la fiesta popular”, los molinos también han tenido mucho que ver, al ser lugares públicos y de encuentro, por donde circulaban las ideas. En ellos dio lugar a una rica tradición folklórica, con la incorporación de nuevos bailes y juegos. Lo carnavalesco también hacía referencia a estos sitios o parajes, pues, son muchas las veces en que las fiestas acaban en algaradas tirándose harina unos sobre otros.

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Antiguo molino restaurado. Las Ventas de Santa Lucía

Quizá, “la religiosidad popular”, sea una de las características que más puedan tener que ver con estos espacios dedicados a la molienda; la imagen del molino asociada “a lo divino” fue muy divulgada durante el renacimiento, llegando incluso a dejar posos hasta en el folklore tradicional. En el siglo XVI se comienza a reflejar la imagen del “molino místico” como exaltación eucarística.

Las imágenes pictóricas, sobre todo las germánicas, hacen alusión a la muela inferior como “el Viejo Testamento” y la superior representa “el Nuevo Testamento”, que son puestas en rotación por el Espíritu Santo; el agua es aportada por los cuatro ríos del Paraíso; los doce apóstoles hacen girar las ruedas; la Virgen trae el saco con el grano, que los evangelistas, el papa, el emperador y los predicadores vacían sobre la tolva. Todo este tipo de representaciones, que, entre otras cosas, se presentaban en forma eucarística que la propia iglesia jerárquica consagra y reparte, tenían como fin resultar ser unas alegorías muy potentes para el campesinado.

En algunas pinturas murales se llegaron a efigiar, junto a los molinos, a muy variados personajes y de distinta condición social, los cuales llevaban allí a descargar los “sacos de los pecados”, representaciones éstas que, durante el bajo medievo, asumieron una fuerte carga penitencial, pues quedaban asociadas a la encarnación, lo que, a partir del siglo XVI, derivó hacía lo eucarístico en razón de su mayor poder icónico y de una mentalidad católica inoperante.

Y para terminar esta alusión a “la religiosidad popular”, que tanto llegaron a encarnar los molinos, no debemos olvidar que hay reliquias de santo, huesos de santo, manos de santo y hasta piedras de moler santos; las piedras de moler, elementales rudimentos rotatorios, también han sido atributos de santos. Vicente Mártir o Cristina Bolsena, entre otros muchos, ostentan como símbolo una piedra de molienda:

Vicente Mártir
Vicente Mártir. Foto: Wikipedia
Cristina de Bolsena
Cristina de Bolsena. Foto Wikipedia

 

Con esta introducción a los molinos hidráulicos y todo lo que han podido representar en épocas pasadas, doy por terminada esta primera reseña, a la que le seguirán los desarrollos particularizados de lo que fueron los “molinos harineros”, los “batanes” y los “molinos aceiteros”.

 

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BIBLIOGRAFÍA:

  • PALLARUELO CAMPO, Severino (1994). Los Molinos del Alto Aragón. Instituto de Estudios Alto Aragoneses.
  • MIYARES FERNÁNDEZ, Alejandro (1989). Los Molinos de agua en el Concejo de Parrés. Aspecto etnográfico. Lletras Asturianes: Boletín Oficial de l’Academia de la Llingua Asturiana, núm. 33, p.p. 183-216
  • MALDONADO ESCRIBANO, José (2011). Aceñas, Batanes y Molinos harineros en el río Tajo, Fuentes documentales para su estudio. Revista de Arte, vol. XXXI, p.p. 51-65.
  • VELA SANTAMARIA, Francisco Javier (2009). Agua e industria en la segunda mitad del siglo XVI: Los molinos harineros de la Meseta Sur. Investigaciones Históricas, 29, p.p. 11-40.
  • HERNANDO GARRIDO, José Luis (2012). Agua pasada que mueve molino ….., notas sobre iconografía y cultura tradicional. Stvdia Zamorencia, vol. XI, p.p. 255-278.
  • ÁLVAREZ LLOPIS, Maria Elena (1989). El molino hidráulico en la sociedad hispano medieval, siglos X-XIII. I Coloquio de Historia y Medio Físico. Instituto de Estudios Almerienses, Departamento de Historia.

 


 

Santiago Noguero Mur – Octubre 2014

 

 

 

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