Ruta entre L’Ainsa y Boltaña
Recorrido entre las poblaciones de L’Ainsa y Boltaña, por la margen derecha del río Ara, aprovechando el camino trazado por encima de una escollera, que nos ha llevado a realizar una bonita ruta ornitológica.
En un principio, el itinerario nos ha llevado por las huertas del Ara en L’Ainsa, para después introducirnos en un gran soto de ribera de profunda y muy variada vegetación, hasta llegar al pequeño pueblo de Margudgued y finalizar la caminata en Boltaña.
El día de hoy, 15 de junio de 2015, aunque en un principio ha sido de nubes y claros, poco a poco,y a lo largo de la mañana, han ido formándose unos negros y amenazantes nubarrones, que han comenzado a descargar agua justamente cuando habíamos finalizado el paseo, y todo ello acompañado de grandes truenos.
Hemos efectuado el comienzo de la caminata en L’Ainsa, en el puente sobre el río Ara, junto a la carretera que conduce al pueblo de Guaso, haciendo el paseo justo por encima de una escollera que defiende las huertas de L’Ainsa de las embestidas del río por sus grandes crecidas.
El Ara, pertenece, junto a los ríos Cinqueta, Bellos, Yaga y Susía, a la cuenca del río Cinca. La mayor parte de la Comarca del Sobrarbe pertenece a dicha depresión, aunque también habría que añadir a esta Comarca las cuencas, aunque incompletas, de los ríos La Nata, Usía, Alcanadre, Balcés y Vero.
El sistema fluvial del río Ara es muy valioso, ya que funciona como lo que ha sido siempre un río tradicional, y se diferencia de otros ríos, también de origen pirenaico, porque no ha visto alterado su cauce por presas o por grandes derivaciones de caudales. Toda su cabecera está declarada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, y forma parte de lo que es la zona periférica del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Este río, nace en la cara sur del Pico Meillon (2930 m), en las faldas del macizo del Vignemale, y tras salvar un desnivel de unos 2400 metros, vierte sus aguas al río Cinca en L’Ainsa, habiendo cumplido, a la perfección, con su función de arteria natural del territorio presentando una elevada diversidad geomorfológica tanto en el valle como en su cauce, con tramos encajados de profundos congostos y otros abiertos de grandes terrazas, transportando agua, sedimentos y nutrientes, creando unos bellos paisajes y ecosistemas que conforman un corredor ecológico de conexión entre las altas montañas y las tierras bajas. La elevada calidad de sus aguas hacen, de este corredor biológico, un extenso hábitat con gran riqueza faunística. La cuenca del Ara, se caracteriza por la presencia de unos extensos bosques.
Antes de llegar a Margudgued, nos hemos acercado hasta el antiguo molino de Guaso, reconvertido hoy en una pequeña central hidroeléctrica, que es alimentada por las aguas de una caudalosa acequia. Junto a este antiguo molino, se hallaba también un pequeño batan, prácticamente hoy desaparecido.
Visitado el molino, y retomado de nuevo el camino a través del soto y su gran variedad vegetal típica de ribera, nos hemos dirigido hasta el pueblo de Margudgued, que presenta un antiguo casco urbano de carácter lineal, siempre a las orillas del río Ara.
Pasado este pequeño núcleo poblacional, hemos llegado al Monasterio de la Virgen del Carmen, conocido como “El Convento” y que se halla a las afueras de Boltaña, reconvertido en un lujoso lugar vacacional y explotado por una conocida cadena hotelera.
Inicialmente, este “Convento”, fue fundado en el siglo XVII por la orden de los Carmelitas Descalzos, los cuales, con motivo de la desamortización de Mendizabal (siglo XIX) se vieron forzados a abandonar el edificio, pasando el monasterio por varios propietarios que continuaron con la explotación ganadera y agrícola. En la segunda década, del pasado siglo XX, este edificio fue rehabilitado para la asistencia de enfermos con problemas respiratorios.
Una vez pasado el conjunto vacacional, a través de un antiguo camino, nos vamos acercando a nuestro destino final, obteniendo unas excelentes vistas del pueblo de Boltaña y del anticlinal del congosto de Jánovas.
Se puede observar la excelente ubicación del casco urbano del pueblo de Boltaña, que se extiende a lo largo de las faldas del cerro en cuya cima se encuentra el antiguo castillo, que data del siglo XI, buscando el calor de los rayos del sol.
Al cruzar el antiguo puente se puede apreciar la famosa gorga, aunque hoy bajaba abundante caudal de agua (alrededor de 22 m3/seg. cantidad muy superior a la que normalmente acostumbra a llevar), una piscina natural del propio río Ara, acondicionada para el baño, ya sean para personas personas mayores o pequeñas. En este viejo puente se cobraba el derecho del portazgo, es decir todo aquél que lo cruzaba con mercancías debía satisfacer un impuesto, excepto a los habitantes del Valle de Broto cuando lo atravesaban con sus ganados, pues estos estaban exentos de tal pago por un privilegio otorgado por el rey.
La fisonomía arquitectónica de la población es puramente bajo medieval (siglo XV), pero habiéndose desarrollado plenamente durante los siglos XVI-XVIII, con unas estrechas y pronunciadas calles y largas escalinatas hasta llegar a la plaza Mayor donde se encuentra la iglesia parroquial, antigua colegiata, de San Pedro Apóstol.
La iglesia de San Pedro Apóstol, consta de tres naves, con una gran nave central, y una excelente bóveda de crucería. Las sillería del coro, que procede del monasterio de San Victorián, consta de 27 asientos, en cuyos respaldos, en relieve, se representan escenas de la vida de San Benito. Es una de las iglesias más grandes del Pirineo Aragonés, construída durante el siglo XVI, sobre lo que había sido una pequeña iglesia románica.
Y para terminar, me gustaría hacer mención al ejemplo más hiriente que ha sufrido el medio rural aragonés y que, con gran virulencia, ha sufrido en especial esta bella Comarca llamada del Sobrarbe, también otras lo sufrieron muy amargamente, pero es que en ésta se cebaron, y que no es otro que “la despoblación”. Desde comienzos de la segunda mitad del pasado siglo XX, la relación de pueblos que se han deshabitado completamente es muy larga a cuya nómina habrían de añadirse todos aquéllos que han quedado heridos de muerte; la despoblación del Pirineo Aragonés fue una de las más altas de toda España, producto de la época de cambios que se sucedieron, como la industrialización, los cambios sociales, la falta de comunicaciones y, como no, la construcción de pantanos en los que sus aguas inundaron fértiles valles obligando a las gentes a tener que abandonar sus pueblos y sus raíces, sin que nadie hiciera nada para evitar este imparable desalojo de las tierras.
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