Ruta circular por el Barranco de San Martín
Ruta circular por el barranco de San Martín, origen del río Sieste, pasando por el despoblado de Morcat y la cascada del Confesionario.
7-may-2019 – 9’5 km – 565 m desnivel acumulado
Nos hallamos en la Comarca de Sobrarbe, en lo que es la depresión del Alto Vero, entre las cabeceras de los ríos Balcez y Vero, un territorio que viene a conformar la pequeña cuenca hidrográfica del río Sieste, en un principio como barranco de San Martín hasta alcanzar la categoría de río.
Una estrecha carretera, que parte desde el complejo hotelero del Monasterio de Boltaña, nos llevará hasta una zona habilitada como parking en las cercanías de Casa San Martín. Primero cruzamos el río para adentrarnos en un espeso espacio boscoso, cuya senda de subida hasta el pueblo deshabitado y abandonado de Morcat nos va a permitir disfrutar de una serie de bonitas y limpias pozas de agua, así como algunos de los toboganes naturales formados en el pétreo cauce del río.
Para aplaudir es el trabajo que viene realizando esta Comarca en la recuperación y mantenimiento de senderos, reconvertidos y señalizados como rutas para BTT. Sendas limpias y bien marcadas.
Morcat
(de ‘morar’, quedarse a vivir en su sitio)
Un pueblo de carácter defensivo, desde donde se podía dominar toda la cabecera de la Guarguera y Alto Vero, así como las riberas del cercano río Ara. Su castillo, del que apenas quedan vestigios —levantado por Ramiro I, entre los años 1049/1059—, se hallaba comunicado visualmente con los de Buil, Boltaña y Ainsa. Las vistas desde aquí son espectaculares: una blanca cornisa pirenaica actuando como fondo de una buena panorámica en la que destacan las cercanas Sierra Ferrera, anticlinal de Boltaña con su pico Nabaín —objetivo que tenemos pendiente—, Punta Llerga, los Sestrales, …
Emplazado en lo alto de un cerro en lo que es una plataforma alargada —a una altitud cercana a los 1100 m—, circunvalado por unas laderas de pronunciados desniveles. Un sitio estratégico. Algunas de las casas están en situación ruinosa, otras aguantan como pueden. Tuvo que ser bonito en su pleno apogeo.
Sobresale la torre de su parroquial con advocación a Santa María (siglo XII), la cual a duras penas todavía consigue permanecer en pie. Del interior de templo, mejor no decir nada. Me pongo de mala leche cuando veo el abandono que sufre nuestro patrimonio histórico, en este caso de origen románico.
Otro pueblo, ¡uno más!, que tuvo que ser abandonado por la falta de unos mínimos servicios básicos y por sus nefastas comunicaciones. Muy cerquita de aquí, tenemos los territorios deshabitados de Guara y de la Guarguera, donde incontables pequeños núcleos sucumbieron al empuje de los nuevos tiempos económicos y sociales. Núcleos que han desaparecido de las actuales vías de comunicación y que, poco a poco, lo estarán también de los mapas.
Barranco de San Martín o río Sieste
Una bonita senda nos lleva desde Morcat al fondo del barranco. Un punto intermedio entre este despoblado y el núcleo habitado de Campodarbe, donde vienen a confluir los barrancos que drenan las crestas que separan a esta bonita cubeta de las cabeceras de los ríos Balcez y Vero. Un terreno donde abundan las calizas con abundantes depósitos arenosos, y que tiene una exuberante vegetación, en cuanto a pinos, carrascas y bojes. Desde aquí nos dirigimos a ver la Cascada del Confesionario, aunque su parte más alta ya puede divisarse, así como unas preciosas badinas de agua cristalina.
Justo en este lugar de encuentro de los barrancos en el fondo de la cubeta, se forma un curioso circo de piedra caliza a modo de cono de recepción, de verticales y profundas paredes modeladas por la erosión de las aguas para luego convertirse en un pasillo pétreo, más o menos estrecho, hasta las cercanías del pueblo de Sieste, antes de su encuentro con el río Ara a la altura de Margudgued.
La misma piedra caliza hace de suelo en el cauce del barranco, donde el agua corre, poco o mucho, por lo que hay tener cuidado con los resbalones. El paso del tiempo y el constante martilleo de las aguas contra las grandes losas de piedra, ha ido conformando pequeños y grandes saltos de agua, además de llamativas y profundas pozas de verdosas y limpias aguas. Un lugar que, desde hace unos años, hace las delicias de los barranquistas. ¡En verano tiene que ser una gozada bajar este barranco y poder bañarte!
Para ver la Cascada del Confesionario —también llamada ‘el coño del mundo’—, cogemos una pronunciada senda que nos lleva al fondo del cauce. Una ligera y esparcida lámina de agua discurre sobre la gran losa de piedra, hay que ir con precaución pues podemos resbalar. Nos situamos junto a una pronunciada visera rocosa, con un pequeño salto de agua sobre una poza.
Ahora ya sí, tenemos una perfecta visión de lo que es la Cascada del Confesionario, una curiosa formación de piedra toba, producto de la acumulación de los limos arrastrados por las aguas. Con un mayor caudal, este salto debe ser espectacular.
Recomendable excursión.