Ruta por el Valle de Estós
13-jul-2017 (14 km)
En julio/2015 visitamos el Refugio de Estós, por lo que ya conocíamos una parte del recorrido de hoy. Esta pequeña excursión viene a conjugar un tramo del GR-11 con el PR-HU 31. El primero asciende hasta la Cabaña del Turmo por la pista que discurre por la margen derecha del río Estós, entre lo que es el aparcamiento, nada más entrar en el valle, y la citada cabaña; nada más llegar a ésta, cruzaremos una palanca sobre el río que nos llevará de camino de vuelta, a través del PR-HU 31, por lo que es la margen izquierda del valle, sendero que discurre por la parte baja de la ladera del mismo macizo de Perdiguero, y que nos conduce a visitar las ruinas de lo que fue un antiguo Cuartel Militar y la Cabaña La Coma, para, una vez cruzada la palanca de la Ribera aguas abajo del río, volver a enlazar con el GR-11, esta vez ya en el sentido de bajada para concluir la ruta.
Nos hallamos en un lugar muy carismático del Pirineo, enclavado dentro del llamado Parque Natural Posets-Maladeta. El Parque ocupa más de 33 mil hectáreas y llega a englobar hasta tres valles que, de siempre, han tenido unas difíciles comunicaciones: Valle de Chistau (Sobrarbe); Valle del Ésera o de Benasque (Ribagorza); y el más oriental de todos, el Valle de Barrabés, junto al río Noguera-Ribagorzana, frontera con la provincia de Lérida.
Lo primero que nos encontramos al paso, es el pequeño pantano de Estós, construido en 1970 y que cuenta con una capacidad de 0’08 hm3, el cual tiene como misión desviar las aguas para que sean canalizadas hasta Eriste, donde, una vez turbinadas, son vertidas al pantano de Linsoles en el río Ésera.
Una vez atravesada la palanca de Aiguacarri, continuamos por la pista rodada que nos llevará primero a la Cabaña o Refugio de Santa Ana (1540 m) donde el valle comienza a abrirse y podemos empezar a contemplar la majestuosidad del macizo Perdiguero (3221 m), con un verde intenso tapizando sus laderas más bajas y sus cuotas más altas del color grisáceo característico de las cumbres donde perduran las nieves durante meses.
Este precioso Valle, de orientación Oeste-Este y de unos 12 km de profundidad, se halla enclavado entre el Puerto de Chistau (2592 m) y el río Ésera (puente de San Jaime -1225 m), encajonado entre los macizos de Perdiguero y Posets, por cuya alargada hondonada discurre el río Estós, que viene a ser el colector de las aguas que, al descender por las pronunciadas laderas, van formando multitud de cascadas y algunos saltos. El fuerte desnivel del lecho del río, de unos 1300 m en poco más de una decena de kilómetros, convierte a las aguas en bravas con algunos espectaculares saltos dignos de contemplación (Gorgas Galantes).
A medida que vamos ascendiendo, las verdes praderas y el discurrir de pequeños riachuelos y algún que otro barranco se van sucediendo. La vegetación es extraordinaria, abundan los fresnos, abedules, hayas, pino negro, avellanos, …. …., y grandes arbustos como el boj, enebro o los rododendros. Las praderas están salpicadas de lirios, y a uno de los integrantes del grupo le vino a la memoria la excelente película “Los Lirios del Valle”, en la que intervenía el gran actor Sidney Poitier.
Llegamos a la remozada Cabaña del Turmo (1730 m), uno de los lugares emblemáticos del valle. Aquí es donde se produce una importante reunión ganadera, y este es el lugar que inspiró al, en tiempos afamado, grupo musical Celtas Cortos para componer su canción “”20 de abril””.
Para recorrer este precioso valle, no es necesario ningún conocimiento para la contemplación del variado y rico paisaje vegetan, tan sólo hay que dejarse llevar por la belleza del entorno. Es un territorio donde la naturaleza está muy bien conservada y se dejan notar las huellas de una utilización sabia y respetuosa con el medio ambiente.
Atravesar la palanca del Turmo sobre el río Estós, para tomar el camino de vuelta a través del PR-HU 31, nos lleva a contemplar el Valle en una dimensión totalmente distinta. Antes divisábamos al macizo Perdiguero, ahora contemplamos las estribaciones del macizo de Posets, con los espectaculares montes que bordean a los ibones y zona de Batisielles, y una destacada, preciosa e inconfundible Aguja del Perramó, con sus 2550 m. También merece nuestra atención la Tuca de Ixea (2840 m).
Disfrutamos de la contemplación de los relieves orográficos que vienen a conformar el territorio, muy influenciado por la acción de los glaciares que vinieron a ocupar gran parte de la cordillera durante el último millón de años (en el Cuaternario – Pleistoceno Superior). Durante este largo período de tiempo se sucedieron fases frías con grandes glaciaciones, en las que la acción erosiva de las nieves y hielos fueron dando forma a los glaciares. La última de las glaciaciones (Würm – 80/30 mil años), es la mejor conocida imprimiendo innumerables señales al paisaje y dejándole su más específica huella. Por el Valle de Estós descendía una lengua glaciar hasta encontrarse con el gran glaciar que bajaba por el Valle del Ésera, el cual estaba formado por los de Remuñé, Literola, Eriste, Sahún, Cregüeña, Vallibierna y Remascaró-Ampriu, además del de Estós, y que llegaba hasta el mismo Congosto de Ventamillo, después de recorrer casi 40 km y tener un espesor de más de 600 m en algunos puntos.
La senda que discurre por la misma ladera del Perdiguero, nos lleva a conocer las ruinas de un antiguo Cuartel Militar, situado a 1815 m de altitud. Según consta en un cartel, este enclave permaneció en activo entre los años 1945 y 1959, año en que fue destruido por un incendio.
Desde el antiguo Cuartel, tenemos unas excelentes vistas del cercano Refugio de Estós, con el fondo rojizo de los montes del puerto de Chistau, donde imperan las calizas devónicas (400 mills/años de antigüedad) del Período Primario, inconfundibles por dicho color. La Zona Axial, es un territorio donde afloran los materiales paleozoicos (pizarras, calizas rojas y granitos) y que vienen a constituir el núcleo de la cordillera (unos 500 mills/años).
Un poco antes de llegar a la Cabaña de La Coma (1820 m), descendemos por una pequeña ladera que está totalmente perforada por las madrigueras de las marmotas, que, aunque no hemos llegado a ver ninguno de estos roedores, si supimos de su existencia al oír sus característicos sonidos de comunicación entre ellas cuando se avisan de los peligros que las acechan y nosotros, en ese momento, éramos un potencial peligro.
El descenso hasta la palanca de La Ribera, por la que volveremos a cruzar el río Estós antes de alcanzar la pista que nos había de llevar al punto de partida, lo haremos por una estrecha y prolongada trocha, en donde la señalización brilla por su ausencia. Atravesamos un profundo y sombrío bosque, para llegar a unas extensas praderas llenas de lirios.
Una más que recomendable excursión, que puede ampliarse hasta llegar al Refugio de Estós. Mucha vegetación, saltos y corrientes de agua abundantes y espectaculares paisajes.