Ruta de ascenso al Pico Nabaín, desde Ascaso
Subida al Pico Nabaín desde la población de Ascaso. Una ruta de ida y vuelta.
26-jun-2019 — Distancia total: 7 km. — Desnivel acumulado: 789 metros.
Subida al Pico de Nabaín (1799 m) —en cuya cima se halla la arruinada ermita de Santa Marina— desde el pequeño núcleo de Ascaso que no tiene muchas casas, aunque algunas de ellas están rehabilitadas. El día elegido para la excursión no fue el más acertado, pues resultó muy caluroso, y aunque durante la ascensión corría algo de aire que nos refrescaba, la bajada fue pesada, el sol era de justicia y se notaba como la temperatura iba incrementándose a medida que perdíamos altura.
Ascaso
A 1034 m de altitud y con el Meridiano de Greenwich que pasa muy cerquita de aquí. Su casco urbano se extiende a lo largo de un estrecho montículo, con poco espacio para aparcar.
Aunque despoblado desde los años setenta del pasado siglo XX, es famoso por sus relojes de sol y por el festival de cine que aquí se celebra en los meses de agosto. Sobre la fachada de la antigua herrería comunal a la entrada del pueblo, se halla pintando un magnífico reloj de sol de llamativas pinturas al fresco y con una curiosa inscripción, que habla de su imperecedero cometido:
Cuando me relumbre el sol
acércate paso a paso
y sabrás la hora que es
en este reló de Ascaso.
(En el dintel de la ventana aparece la fecha de 1831).
Desde el principio es una fuerte pendiente sin descanso alguno, sólo al final se suaviza algo. La primera parte es una gran plancha inclinada de roca calcárea grisácea y de pocos arbustos, con abundancia de fósiles, tan sólo bastaba agacharse y mirar el suelo rocoso —su presencia nos dice que estamos sobre antiguos fondos marinos de hace unas cuantas decenas de millones de años; si hubiéramos ido con alguna persona entendida en la materia, habríamos disfrutado de lo lindo con sus explicaciones—. Llamó nuestra atención la cantidad de cigarras que pululaban sobre la piedra en este primer tramo del recorrido, señal inequívoca del día caluroso que se avecinaba.
Al llegar a las Puntas o Crestas de las Diez, el desnivel se suaviza un poquito. Un espeso y verde erizón tapiza el suelo, aunque también abundan los arbustos de boj. No hay ninguna sombra durante todo el recorrido.
Toda la subida de este anticlinal es un continuo mirador, aunque al ser un día caluroso, la calima dificultaba la visibilidad. No obstante, se podían distinguir perfectamente las sierras de Gabardón, Sevil y Balcez, además del pico Canciás. La Peña Montañesa, el macizo de Cotiella, la Punta Llerga, el Pico Mondoto y los Sestrales, con el telón de fondo de Monte Perdido y Mondarruego y el Taillón, recortaban sus siluetas en el horizonte, aunque no se podían distinguir con nitidez. También podía apreciarse las cuencas de los Valles del Cinca y del Ara, con el pantano de Mediano al fondo enmarcado por las sierras de La Fueva.
Estamos en lo que es el Geoparque de Sobrarbe, con un gran y particular patrimonio geológico y unos parajes que destacan, además de por su calidad científica, por su singularidad y los valores estéticos y didácticos que conllevan. La Comarca de Sobrarbe, contiene un buen número de puntos de interés geológicos, y el anticlinal donde nos encontramos es uno de ellos, que si se contemplan como valor patrimonial la llegan a situar entre las más ricas de Europa e incluso a nivel mundial.
La senda se acerca al borde de un pronunciado escarpe —las Puntas o Crestas de las Diez—, con una vista de primer orden del río Ara y el Congosto de Jánovas, además de las Fajas de Bendosa y de Tubialla, y el pico Ferrera (1394 m) justo enfrente.
Enormes fuerzas de comprensión deformaron los fondos marinos hace unos 50 mills/años, rompiéndolos para luego desplazar y apilar los materiales rocosos. El plegamiento de las rocas tiene una dirección clara norte-sur. El río Ara, durante los últimos 3 mills/años ha ido haciendo una constante labor erosiva en este anticlinal, cortándolo y excavándolo, dejando al descubierto su estructura interna, como puede observarse en los grandes pliegues de las rocas que conforman al cercano pico Ferrera, en la otra margen del río.
Pico Nabaín
La cumbre del llamado anticlinal de Boltaña. Donde se halla la ermita de Santa Marina (de los siglos XVI/XVIII), destruida por un obús durante la pasada guerra incivil. Muy cerquita de la ermita, todavía permanecen en pie los restos de una trinchera desde la que dominaban el paso del congosto.
Impresionantes las vistas sobre el Valle de la Solana y riberas del río Ara. Aunque hay muchos pueblos en el valle, en buena parte abandonados y arruinados, se podían distinguir perfectamente los de Yeba, Puyuelo y San Martín, además de una serie de desfiladeros, crestas, laderas, planicies y pequeñas cumbres que se van disponiendo a nuestros pies a modo de un gran mural, con el ingrediente de unas laderas que fueron aterrazadas pacientemente por el hombre al tener que vivir y adaptarse en este rudo y duro territorio.
Ante nosotros, se presenta la espectacular entalladura del Cañón de Añisclo, con el collado de igual nombre al fondo, entre el Pico Mondoto y los Sestrales, otro imponente anticlinal, pero esta vez cortado por el río Bellós.
Algunos de los más ilustres pirineístas de los siglos XIX/XX, ya quedaron impactados por las panorámicas paisajísticas que desde aquí se divisan, llegando a calificar a este punto como ‘uno de los lugares desde donde se obtienen las mejores vistas del Pirineo’. ¡Lástima no haber tenido un día claro! ¡Hubiéramos disfrutado! ¡No obstante, nos sentimos plenamente recompensados!