Ruta: Barbastro – Castillazuelo – Salas Bajas
7-Dic-2017 – (15 km)
Paseo matinal por tierras del Somontano, en un día frio de otoño, que nos ha permitido disfrutar de unas magníficas vistas del cordal pirenaico como telón de fondo paisajístico, teniendo como referencia el Santuario de el Pueyo, a modo de faro-guía, que domina todas las llanuras del Somontano y territorios adyacentes desde lo más alto de un cerro testigo (603 m), como si fuera una isla de laderas repletas de vegetación. Hemos iniciado la marcha en Barbastro, junto a la cruz de Santa Bárbara, tomando el viejo camino de El Pueyo, que está señalizado como GR-45; un poco antes de la ermita de San José nos desviamos hacia Castillazuelo por camino señalizado como PR-HU 71 y después continuar hacia Salas Bajas. Es una excursión que ya habíamos hecho anteriormente, aunque no se hizo un post para el Blog, y hemos querido repetir.
Barbastro, capital de la Comarca del Somontano, desde siempre una ciudad muy comercial, además de agrícola e industrial, ha sufrido todo tipo de avatares a lo largo de su historia: liberada a principios del siglo XII del dominio musulmán; fue testigo, en agosto de 1137, de los esponsales entre la hija de Ramiro II, Dª Petronila, y el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, con lo todo lo que ello representó para la formación de la Corona de Aragón; ha sido cercada, saqueada y vilipendiada; ha tenido sus altibajos económicos, pero, siempre, ha sabido salir adelante.
Posiblemente, el histórico camino que va hasta el Santuario de El Pueyo, también fuera el que antaño iba a Huesca. Es un camino en que todavía perduran algunas de las cruces que lo flanqueaban y, al parecer, aun se pueden distinguir las basas de cruces destruidas, cubiertas por la vegetación o casi soterradas en los campos lindantes.
Tierras de labor, plantaciones de almendros y centenarios olivos, viñedos y una espesa vegetación arbórea, en la que la encina es la especie predominante, dan forma a estos secanos de ondulante relieve.
Castillazuelo, lugar ya visitado en otras ocasiones (ver: “Rutas por Salas Altas y Castillazuelo” – “Un paseo por el valle del Vero”). El casco urbano se extiende a ambos lados del río Vero, cuyas márgenes están unidas por un precioso puente de factura medieval (siglo XIII/XV). En un principio, se desarrolló por la ladera protegida del castillo, para, una vez salvado el río, expandirse en forma de cruz latina con cuatro calles que partiendo de la Plaza Mayor actúa ésta como punto de cohesión.
La iglesia parroquial del Santísimo Salvador, del siglo XVIII, preside la Plaza Mayor.
Una arrumbada fortaleza permanece en el llamado Lugar Alto, cuyos orígenes se remontan al siglo XI aunque reconstruida en los siglos XV/XVI. En el año 2010 sufrió un derrumbe parcial y ahí sigue, aguantando como puede, y eso que está catalogada como Bien de Interés Cultural, ¡toma ya! Este castillo-palacio, que llegó a pertenecer a los barones de Castro, formó parte de la red de fortificaciones, algunas de ellas incluso islámicas, que, durante el Medievo, flanqueaban al río Vero y controlaban las rutas entre las sierras y el llano. La antigua Baronía de Hoz (Hoz de Barbastro – Salinas de Hoz – Montesa), dependía del Señorío de Castillazuelo, y quedó integrada, junto con otras (las de La Puebla de Castro, Peralta de la Sal, Espés, Anzano, ….) en el Marquesado de Aytona, allá por el siglo XVII.
Una vez abandonado Castillazuelo, nos dirigimos a la cercana ermita de San Fabián, camino de Salas Bajas. San Fabián fue un santo al que se recurría para curar las enfermedades infecciosas y las epidemias. Estamos en el itinerario de la “Ruta de las ermitas”.
En ningún momento perdemos de vista a la sierra de la Candelera y a la ermita de igual nombre, en Salas Altas. Cruzamos extensos campos de viñedos con sus amarronadas hojas que están a la espera de su poda invernal. El Canal del Cinca, que hoy no llevaba las aguas redentoras de los feroces secanos, dada la orografía del terreno se ve obligado a transitar por unos tramos de túneles y nos recordaba “al Guadiana”, ¡aparece y desaparece!
Salas Bajas, final de nuestro recorrido. Un lugar ya visitado. Entramos por la zona de la fuente-lavadero y nos dirigimos por la calle Mayor hasta la Iglesia parroquial de San Vicente Mártir (siglo XVIII).
Este pueblo tuvo su origen en los alrededores de la cercana ermita del Plano, construida en el Medievo sobre una villa romana. Su calle Mayor es el eje de su desarrollo urbanístico, con algunas casas solariegas de los siglos XVI/XVIII.
El Diccionario Madoz, de mediados del siglo XIX, dice: “el terreno es arenoso y pedregoso, de mediana calidad….” ¡Tendrían que verlo ahora con las extensas plantaciones de viña!