Ruta entre Barbaruens y Seira
Excelente día primaveral para la práctica senderista, soleado y con buena temperatura. El recorrido de hoy, 4 de mayo de 2016, lo hemos hecho siguiendo un pequeño tramo del GR-15 (unos siete kilómetros), entre los pueblos de Barbaruens y Seira, pasando por San Pedro de Tabernas, lugar donde se ubicó un antiguo monasterio fundado allá por el siglo IX o antes incluso.
El paseo matinal ha dado comienzo en Barbaruens y después de un acusado descenso hemos llegado a la palanca del Cercadero, que cruza el barranco o Aigüeta de Barbaruens, para luego continuar por una cómoda y bonita senda hasta los prados de San Pedro de Tabernas. Desde este lugar, y siguiendo por el GR-15, hemos ascendido hasta el alto de La Cruz por una zona de margas y esquistos muy erosionada, que nada tenía que ver con el paisaje pisado y que habíamos disfrutado hasta entonces, para luego descender al pueblo de Seira y acabar el recorrido en lo que es el nuevo poblado en la margen izquierda del río Ésera. Una exuberante vegetación de una gama de colores verdes es el paisaje que nos ha acompañado durante la jornada, todo ello coronado por unas cumbres nevadas que están por encima de los 2500 m, aproximadamente.
La ubicación de Barbaruens es estrictamente defensiva, sobre un destacado promontorio, a media ladera de un profundo y escarpado valle fluvial dando la sensación de hallarse colgado. Este valle, por cuyas profundidades discurre la Aigüeta, hace unos 30/40 mil años, durante el Pleistoceno, se hallaba recubierto por una lengua glaciar descendente desde el circo de Armeña, donde se albergaba un modesto glaciar, que erosionó y esculpió este agreste valle con el típico perfil en forma de V. El valle limita por el norte con las estribaciones de la sierra de Chía, donde sobresale La Cazanía, una zona de profundos bosques y de gran extracción maderera durante el pasado siglo; el macizo de Cotiella, con picos y altitudes que superan con creces los 2500/2700 m (Pico Cotiella, 2912 m) envuelve al valle por sus lados oeste y sur; abriéndose el valle, en su descenso por el lado este, hasta topar con el río Ésera en su salida del Congosto de Ventamillo, justo en la estribaciones de los montes que vienen a conformar el Tozal de Baciero (2115 m).
En Barbaruens, cuyo casco urbano se halla articulado en torno a una única calle, destaca la iglesia parroquial de San Félix (siglo XVIII). Esta iglesia ha sido restaurada hace unos pocos años por los vecinos del pueblo, con unos buenos resultados.
En el interior de la iglesia, y en lugar preferente, se halla la “reliquia de San Pedro” (un relicario en forma de brazo de plaza, que, se dice, contiene restos óseos del apóstol San Pedro). La historia de este relicario se remonta a finales del siglo VI, por haber permitido, el papa Gregorio, su traslado desde Roma a la Hispania de entonces. Fue el obispo de Zaragoza, Bencio, quien, huyendo de la invasión musulmana, transportó una serie de reliquias y tesoros sacros al monasterio de San Pedro de Tabernas, y, desde éste, a raíz de la desamortización de Mendizabal (siglo XIX), la “reliquia de San Pedro” acabó en el pueblo de Barbaruens para su custodia.
La bajada al barranco de la Aigüeta, así como el resto del trayecto hasta San Pedro de Tabernas, se efectúa por una estrecha senda que nos va deparando unos bellos y pintorescos paisajes sobre el valle, donde abunda la vegetación de todo tipo, tanto arbórea como arbustiva, destacando las coníferas, encinas y unos grandes quejigos, además de unos desarrollados arbustos de boj, que vienen a tapizar las laderas del barranco. Sobresalen también unas escalonadas y descendentes parcelas de prados para los pastos, donde todavía permanecen en pie alguna que otra vieja cabaña de piedra, ya fuera de uso.
Llegamos a lo que antaño fue el antiguo monasterio de San Pedro de Tabernas, un lugar oculto entre montañas, otrora casi inaccesible, olvidado al día de hoy, pero que fue muy importante en el alto medievo, donde su Abad ejercía de señor gobernando estas tierras y se relacionaba con los caballeros y señores de la época.
Posiblemente, este monasterio fuera fundado en época visigoda (hay datos que atestiguan su existencia en el siglo IX), y su nombre pudiera ser inicialmente el “de cavernas” (porque, al parecer, los monjes, inicialmente, habitaban una serie de cuevas que existían por los alrededores), habiendo declinado, con el paso del tiempo a su denominación actual “de tabernas”. De este monasterio ruinoso, cuyo archivo se perdió, del que se tiene escasa memoria y con una leyenda en extinción, se sabe fue donado al monasterio de San Victorian en el siglo XI por el rey San Ramírez , y que, hasta principios del siglo XIII se venía celebrando en sus aledaños una importante feria ganadera y caballar, la cual fue trasladada a Graus por unos motivos económicos, demográficos o recaudatorios que bien aconsejarían a ello, nos estamos refiriendo a la Feria de San Miguel, que todavía perdura y se viene celebrando a finales de Septiembre.
Del cenobio, tan solo queda en pie su iglesia, con advocación a San Pedro (restaurada en el siglo XVI). Sobre el dintel de la puerta de entrada, se halla la fecha de 1573 y el escudo de armas de los Mur, flanqueado éste por dos llaves que simbolizan a su titular, San Pedro. El templo es de planta de cruz griega, al que no hemos podido acceder a su interior. Este monasterio sufrió las consecuencias de la desamortización de Mendizabal (siglo XIX), y, actualmente, la iglesia, único elemento que permanece en pie, se halla en el interior de un recinto ganadero, siendo de propiedad privada.
Una vez retomado el camino, que nos va a llevar a nuestro final en Seira, subiremos por una zona de margas y esquistos hasta alcanzar el alto de La Cruz, lugar donde se bifurcan el GR-15 y el PR-51 que conduce hasta Chía por el Congosto de Ventamillo por lo que es la margen derecha del río Ésera (precisamente, esta es una ruta que vamos a hacer próximamente).
Lo que es el pueblo viejo de Seira, al abrigo del alto de La Cruz y antes de cruzar el río, es el típico de montaña, con sus calles estrechas y fuertes pendientes para poder desaguar bien. Destaca la iglesia de la Inmaculada Concepción, siglo XVI/XVII, de arquitectura popular.
Sobre el pueblo nuevo de Seira, levantado a principios del siglo XX, con motivo de las obras de construcción hidroeléctricas, haremos una reseña en una próxima ocasión.
Precioso reportaje, me gustaría conocer los nombres y si son de Seira, los senderistas de alpargatas. Podríamos haber coincidido en la escuela de Seira.
Los senderistas eran casi todos de Graus y alguno de Barbastro. Nos gusta recorrer y conocer nuestro territorio. Gracias por tu opinión. Un saludo