Ruta por el Valle de Betesa y Santorens
Pasear por la Sierra de Sis, un impresionante afloramiento de conglomerados del oligoceno (35 mills/años), que hace de línea divisoria entre las vertientes de los ríos Isábena y Noguera Ribagorzana, nos lleva a ir conociendo, poco a poco, nuevos y abruptos paisajes con unos parajes llenos de historia y de leyendas, que formaron parte inicial del viejo Condado de Ribagorza. Visitamos antiguos poblados, algunos abandonados, arruinados y ya casi olvidados, así como sus viejas ermitas e iglesias, cuyos orígenes suelen datarse en épocas del románico, y también otros tipos de construcción que, aunque no varían sustancialmente de otros, siempre hay algún motivo o matiz que suele diferenciarlos; en definitiva, vamos descubriendo un patrimonio cultural que nos muestra como tenían que ir afrontando unas duras condiciones de vida las gentes que allí habitaban.
El recorrido de hoy, 30 de diciembre de 2015, se ha centrado en lo que es el Valle de Betesa – Santorens, en el cual se ubican los pueblos de Pallerol y Santorens (pertenecientes al municipio de Sopeira) y el de Betesa (éste pertenece a Arén); en el que también existen núcleos abandonados como Obis y Santolaria, Casa Pallás o las Bordas del Regatell, además de algunas ermitas. Ha resultado ser una circular, con inicio y final en Santorens, pasando por Betesa y Los Molinos, la visita al pueblo de Pallerol la hemos dejado para otra ocasión. En total han sido unos diez kilómetros.
El pueblo de Santorens está ubicado a los pies del esbelto Tozal de San Salvador (1498 m), cuya iglesia parroquial, con advocación a San Orencio (Sant Orenç, del que parece tener su origen toponímico), data del siglo XII, aunque ha sufrido posteriores modificaciones; Santorens es una población que nos ha sorprendido por lo bien conservado que está y los edificios de nueva construcción allí existentes.
Nos hemos ceñido, hasta Betesa, por lo que es un tramo del PR-HU 246, el cual, desde el mismo Pilaret de San Antoni, a la salida de Santorens, nos lleva en una continua bajada hasta el barranco de Canemás, que tenemos que cruzar para iniciar la subida a Betesa. Esta parte del recorrido, nos lleva por entre un cerrado bosque de quejigos y matorral (principalmente bojes) y antiguos campos de cultivo abandonados. La ruta no está muy bien señalizada, con marcas borrosas y que tienes que ir buscando continuamente para no sufrir extravío, lo que nos ha hecho perder mucho tiempo.
El valle donde nos encontramos, Betesa-Santorens, ha sido excavado por una serie de barrancos en su descenso, desde la Sierra de Sis, hasta su desembocadura en el pantano de Escales, en el río Noguera Ribagorzana, siendo al final el barranco de Aulet el colector de todas sus aguas. Está encajonado entre lo que son los Tozales de San Salvador (1498 m) y Gros (1601 m) por su lado norte; el Masentusi (1643 m) por el noroeste; las cumbres de Puyaltó (1782 m) y L’Amurriadó (1790 m) por el oeste, en plena sierra de Sis; y por San Visén Farré – San Vicente Ferrer- (1578 m) y el Talló de Aulet (1490 m) por su cara sur; el valle tiene su abertura natural por el este, junto al embalse de Escales que hace de línea divisoria con Cataluña. Sus laderas aterrazadas para pastos y cultivos, hoy en día, por mor de la despoblación sufrida por el territorio y por los cambios sociales habidos en las últimas décadas, se hallan en buena medida abandonados y son objeto de una invasiva y absorbente vegetación.
La estructura urbana del pueblo de Betesa, que pertenece al municipio de Arén, es típicamente defensiva, en la ladera sur de un escarpado y rocoso promontorio en el que todavía permanecen algunos restos de un antiguo castillo o fortificación. La iglesia parroquial, de San Juan Evangelista, hunde sus orígenes en el siglo XII, aunque durante los siglos XVI/XVIII, sufrió profundas transformaciones.
No muy lejos de Betesa, en lo alto de unos riscos se pueden ver las bordas del Regatell, donde se halla una ermita románica, del siglo XII, consagrada a la Virgen del Regatell, a la cual se halla asociada la tabla de Santa María, con advocación a la Virgen de la Leche (actualmente en el Museo de Arte de Cataluña). También se pueden distinguir las ruinas del despoblado de Santolaria y la cercana ermita de Santa Eulalia de Betesa (siglo XIII), que llegó a pertenecer al Monasterio de Alaón hasta la desaparición de éste. Esta dos ermitas, junto al pueblo abandonado de Obis y Casa Pallás, forman parte del recorrido circular PR HU-245, que parte desde el mismo Betesa, y que haremos en otra ocasión.
En el pueblo de Pallerol, que no nos pudimos acercar por falta de tiempo y cuya visita postergamos para más adelante, también se encuentra otra iglesia románica, de San Ramón, del siglo XI.
Durante el descenso, pasamos por Los Molinos de Betesa, un pequeño núcleo de casas, que han ido surgiendo a raíz de una gran casa inicial y de sus anexos edificios.
En el transcurso del camino de vuelta, hemos podido ir disfrutando de lo que es la orografía del valle, con sus profundos barrancos y laderas en forma de terraza para cultivar; los espesos y replantados bosques de pinos, la gran masa de quejigos (los cuales son árboles de tipo marcescente –es decir, sus hojas se secan en otoño pero permanecen en las ramas durante todo el invierno hasta que salen las nuevas hojas en primavera-), donde también se ha ido desarrollando una espesa maleza (sobre todo bojes). Los cortes efectuados en las laderas, motivado por la construcción de la carretera, nexo de unión de todo el valle, nos van mostrando la geomorfología del terreno, con sus margas, arcillas, flysch o turbiditas, y también unas pequeñas afloraciones de color negruzco que más bien parecían materiales que se hallan todavía en los primeros procesos de carbonización (no hay que olvidar que, muy cerca de aquí, en lo que es la Zona de las Nogueras, se encuentran láminas cabalgantes apiladas de materiales del Paleozoico superior –Silúrico, Devónico y Carbonífero-, entre 440-375 mills/años).
No ha resultado ser infructuosa la visita a este valle y que esperamos repetir a no mucho tardar, pues nos ha impresionado su escarpada orografía, que no ayudaba en nada, más bien dificultaba, a las antiguas rutas de comunicación con otros valles cercanos. Solo lo tenían más fácil cuando descendían a los itinerarios que se ajustaban al cauce del río Noguera Ribagorzana; la conexión con el valle del Isábena la tenían algo más complicada, sobre todo en invierno cuando la Sierra de Sis y sus aledaños estaban cubiertos por la nieve o la meteorología era adversa.
Una vez finalizado el recorrido y ya camino de vuelta a casa, hemos parado a visitar el bonito y muy bien conservado pueblo de Sopeira.
Por supuesto que también hemos visitado el Monasterio de Alaón, el cual durante los siglos IX y X fue centro promotor de la vida cultural y religiosa del territorio; desde aquí se alentó el proceso, y se hizo posible, de la creación de la sede de Roda de Isábena, colaborando también en la construcción, organización y administración de nuevas iglesias por toda su zona de influencia, también resultó ser un estrecho y eficaz colaborador de la casa Condal ribagorzana, de la que llegó a obtener unas grandes distinciones, además de privilegios económicos y jurídicos. Este monasterio entró en decadencia a partir del siglo XI. Santa María de Alaón (siglo XII), que fue declarada Monumento Nacional en el año 1931, estaba compuesto de las típicas dependencias monacales, con su claustro y sala capitular, hoy en día derruídos.