Ruta por la Cazanía
17/Agosto/2017 – (17’2 km)
Coincidente con la “Circular 22. Aigüeta de Barbaruens” de los Senderos de Ribagorza, por los profundos bosques de La Cazanía, entre las laderas de la Sierra de Chía y el macizo de Cotiella, siendo el barranco de la Aigüeta el eje fundamental de la ruta. Territorio limítrofe entre las Comarcas de Ribagorza y Sobrarbe, entre los municipios de Seira-Barbaruens y Plan-La Bal de Chistau.
El pequeño pueblo de Barbaruens, ha sido el punto de inicio y final de la caminata. Un bonito paseo, muy bien señalizado por cierto, que, en su primer tramo y por una estrecha senda descendente, que nos depara algunos bellos y pintorescos rincones y vistas sobre el valle, con abundante vegetación a ambos lados de la misma, nos lleva hasta el llamado “puente de la saca” que viene a salvar una estrecha y profunda garganta excavada por las aguas del barranco. Un lugar éste por donde se prodiga la práctica deportiva del barranquismo.
Una vez pasado del puente, iniciamos un prolongado ascenso, que se prolongará hasta la ermita de la Virgen de La Plana, a través de una antigua pista de “saca de madera”, que nos llevará por un profundo y espeso bosque de hayas, pinos, acebos, bojes, …. …., con una umbría cuasi permanente, en los que hay tramos donde prima la oscuridad al privar el paso de la luz y la claridad la intensa vegetación arbórea y arbustiva.
Nos encontramos en las laderas de la sierra de Chía, un lugar donde, en décadas pasadas, la principal actividad era la extracción maderera. Una dura y ardua labor, realizada por unos trabajadores experimentados, los llamados “picadores”, que eran los que se dedicaban a la tala y saca de la madera de los montes. Talaban los árboles y se encargaban de su arrastre hasta los lugares destinados a su carga, bien en camiones o en tractores, e incluso, en tiempos pasados, utilizaban las aguas de los ríos para su transporte. Estos duros y avezados trabajadores, mientras las condiciones meteorológicas lo permitían, hacían su vida en los montes , sobre todo durante los meses estivales, refugiándose de las bajas temperaturas nocturnas y de la lluvia en pequeñas cabañas o en lugares acondicionados por ellos mismos, donde, además, conservaban las provisiones para la temporada de trabajo. En la zona había instaladas varias empresas que se dedicaban a la explotación de la madera y también algunas serrerías.
Barbaruens (1136 m), una población articulada en torno a una sola calle, ubicada a media ladera de la vertiente descendente del mismo macizo de Cotiella sobre un destacado promontorio en lo que es la margen derecha de la Aigüeta, dando la sensación de estar colgada sobre el valle; bonitas son las vistas que se obtienen desde el mismo. Sus gentes están muy acostumbradas a luchar y guarecerse de las duras inclemencias meteorológicas invernales y de los obligados y sufridos aislamientos por la nieve.
Aun cuando la máxima altitud alcanzada durante la excursión, ha estado en torno a los 1500/1600 m, el desnivel acumulado de subida ha sido de unos 900 metros, lo que unido a la distancia del paseo hace de éste un recorrido un tanto exigente, aunque asumible. Alrededor de 6 horas.
Llegamos a la pradera donde se ubica un refugio y la reconstruida ermita de La Virgen de La Plana sobre las ruinas de una más antigua. Estamos a 1485 m de altitud y dentro del término municipal de Plan. Unas espléndidas vistas desde este lugar y que queda perfectamente enmarcado con el fondo de la Punta de Chía (2515 m).
La sierra de Chía, de la que tenemos una perfecta visión por tenerla bien cerca y a nuestra alcance, es una montaña que no tiene grandes cumbres o picos destacables, apenas supera los 2500 metros de altitud, pero sí logra colorear el valle y el paisaje que lo circunda, donde abundan los monótonos colores grisáceos de las piedras o verdes de los pinos, pues al albergar arbolado de hoja caduca éstos van cambiando su tonalidad de acuerdo con las estaciones del año, destacando sobremanera el intenso color amarillento de los escarpínes o erizones por sus cumbres y laderas a finales de la primavera.
El camino de retorno hasta Barbaruens, desde la ermita de La Virgen de La Plana, lo hacemos por una pista rodada, que comunica el valle de Barbaruens con el valle de Chistau. Esta pista bordea los picos de Corona Gran (1628 m) y la Coroneta Trigars (1559 m), atravesando algunos barrancos (La Collada, Coroneta o Trigars, por ejemplo) que canalizan las frías aguas que desciende del mismo macizo de Cotiella y del Circo de Armeña.
Las vistas sobre el valle fluvial, típico perfil en “V”, que se extiende a nuestros pies son impresionantes, encajonado entre el macizo de Cotiella y la sierra de Chía, con el macizo de Baciero (2115 m) como telón de fondo. Hace tan solo unos 30.000/40.000 años, coincidiendo con el último período de glaciaciones, por este valle descendía una lengua glaciar, desde el Circo de Armeña, al encuentro de la gran masa de hielo que bajaba por el valle de Benasque. El Circo de Armeña, a los mismos pies del pico Cotiella (2912 m) y su impresionante macizo, llegó a albergar a finales del Pleistoceno un modesto glaciar.
Durante el recorrido de bajada, el pico de Cotiella y las cumbres aledañas quedan bajo nuestro campo visual. Se puede ir descubriendo el conjunto de láminas cabalgantes y de materiales superpuestos que vienen a conformar el impresionante macizo, una potente serie de material calcáreo marino de las épocas Jurásica y Cretácica (200/150 mills/años).
Una vez atravesado el barranco de Bilsé, que viene el mismo Circo de Armeña, tomamos una senda a nuestra izquierda, coincidente ya con el GR-15, que nos llevará hasta el mismo Barbaruens, a través de unos frescos parajes, donde las sombras y una pequeña corriente de agua incontrolada invadiendo el camino, nos acompañarán durante un buen rato pasando por delante de unos prados con bordas hasta llegar a lo que es la “Lloseta”.
“La Lloseta”, es una inclinada gran losa de piedra por donde discurre el último tramo de bajada, y final del trayecto, hasta el mismo núcleo urbano de Barbaruens. Un descenso que hemos realizado con cuidado, pues una caída en este pronunciado descenso pétreo hubiera podido tener alguna nefasta consecuencia. Cuesta pensar que este es el camino de subida a los antiguos pastos y bordas, el cual es francamente duro. Las gentes de aquí estarán más que acostumbrados a subir y bajar por esta gran losa.
En el caso urbano de Barbaruens, destaca la iglesia de San Félix (siglo XVIII), restaurada hace unos pocos años por los vecinos, con unos buenos resultados. En el interior del templo, y en lugar preferente, se encuentra la “reliquia de San Pedro” (un relicario en forma de brazo de plata, que, según se dice, contiene restos óseos del apóstol San Pedro). La historia se remonta a finales del siglo VI, al haber permitido el papa Gregorio el traslado de las reliquias desde Roma a la Hispania de entonces; siendo el obispo de Zaragoza, Bencio, quien huyendo de la invasión musulmana, transportó una serie de reliquias y tesoros sacros al cercano monasterio de San Pedro de Tabernas, y, desde éste, a raíz de la desamortización de Mendizabal (siglo XIX), la “reliquia de San Pedro” acabó en el pueblo de Barbaruens para su custodia.
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