Las cabañeras

Micro-relato sobre Las Cabañeras

Las Cabañeras, esas líneas serpenteantes dibujadas en los mapas con orientación norte-sur, salvando una topografía de fuertes contrastes: ora paisajes de alta montaña, ora somontanos y extensas llanuras.

Ancestrales vías de comunicación, neolíticas incluso, salpicadas de ruinosos mesones y apriscos, además de contaderos, balsas de agua, casas de esquileo, … Cruceros y ermitas —con advocación a santos patronos de los animales—forman también parte del conjunto patrimonial.

Anchos itinerarios receptores de una copiosa red dendrítica de caminos ramificados y orígenes múltiples, en su trayectoria por campos de cultivos mediterráneos o zonas de abundante vegetación arbolada. A veces flanqueados por largas paredes de piedra seca y losas o lindando con las mismas superficies de labor o unos abruptos barrancos.

Lugares legendarios, donde abundan cuevas, peñascos o majestuosos árboles preñados de historias, sitios de bestias extrañas que infundían miedo o parajes en que las brujas bailaban frenéticamente y hacían sus aquelarres. Espacios naturales habitados por antepasados de hace unos cuantos miles de años y que dejaron su impronta.

Nexo de unión del territorio, la trashumancia llegó a conformar el modo de vida de los pueblos. Penetró y difundió culturas, folklores, intercambios comerciales y procesos artesanales, además de ser portadora de creencias mitológicas sobre espíritus, tormentas y enfermedades.

Cuidémoslas y pongámoslas en valor. El mundo rural lo agradecerá.

 

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