Ruta por Aler y el valle del Sarrón
Toda la mañana nos ha acompañado una niebla alta que ha sido la característica principal de la jornada, impidiéndonos disfrutar del sol y contemplar el paisaje con nitidez; no obstante, la temperatura ha sido muy agradable para la práctica senderista.
El recorrido de hoy, 21 de diciembre de 2015, se ha ceñido al tramo comprendido entre Benabarre y Aler, un tramo que transcurre por lo que es la margen derecha de la N-123 en sentido Graus, y que forma parte de la denominada “ruta de los dólmenes” en los Senderos de Ribagorza.
La ruta se inicia en Benabarre, tomando lo que fue el antiguo camino de Graus, y que transcurre por entre los mases de Aspra, Figuera y Puybert hasta llegar al núcleo habitado de La Tosquilla, poco antes de alcanzar el pueblo de Torres del Obispo.
Nos hallamos en lo que es una especie de valle, a modo de amplio pasillo, entre lo que son las cuencas de los ríos Noguera-Ribagorzana y Ésera, encajonado entre las Sierras del Castillo de Laguarres, por su lado norte, y de la Carrodilla por su lado sur. Es una zona donde la influencia del clima mediterráneo es predominante y en la que la carrasca o encina es el tipo de vegetación arbórea más representativo, pues cuenta con grandes extensiones de este tipo de bosques, salpicados de quejigos y alguna que otra repoblación de pinares.
Poco más o menos, a la altura de la ermita de San Salvador (que fue un antiguo lazareto, del siglo XVIII, hoy en estado de ruina), se halla la línea divisoria entre las cuencas de los ríos Noguera Ribagorzana y del Ésera. En lo que es la vertiente de este último río, que recoge la mayor parte de las aguas del valle, se suceden, por ambas laderas, una serie de barrancos que van drenando las sierras y que conforman una red dentrítica cuyo destino final es el barranco Sarrón (también se le llega a denominar río o “el riu” en el habla de la zona), para verter sus aguas finalmente al embalse de Barasona en el río Ésera, una vez pasado Torres del Obispo.
Aler, que forma parte del municipio de Benabarre, es un núcleo urbano ubicado en lo alto de un pequeño cerro rocoso, de estructura puramente defensiva. Persisten, bien conservados, restos del lienzo de sus murallas así como el arco de la puerta de entrada al recinto. De la iglesia parroquial de Santa María (siglo XII) destaca su torre campanario de planta octogonal.
Llama la atención las obras de restauración de edificios que se están efectuando y lo bien conservado que está el pueblo.
Una vez visitado su casco urbano, nos dirigimos hasta la cercana ermita de San Martín, también llamada de San Gregorio, desde donde existen unas buenas panorámicas sobre el pueblo, así como de las cercanas sierras, de cuya visión hoy no hemos disfrutar debido a la niebla alta que se hallaba sobre nosotros.
Las cercanías de Benabarre están salpicadas de un buen número de “mases” (casas o caseríos), que tienen unas grandes extensiones de terreno por sus alrededores que les ha permitido una autosuficiencia económica a lo largo de los años. Algunos de estos “mases”, hoy en día están deshabitados, aunque no abandonados. Hoy hemos pasado por el Mas de Figuera y muy cerca de los Mases de Aspra y Puybert. (Tenemos previsto organizar “rutas” para conocer este tipo de edificaciones y ahondar, dentro de lo posible, en lo que fueron las antiguas vivencias de los que allí habitaban).
De vuelta a casa, hemos visitado La Tosquilla, una pequeña aldea habitada, cuyos edificios están construidos con “piedra tosca o toba”, muy abundante por la zona. En los bajos de uno de los edificios existe una pequeña capilla o ermita (San Antonio de Padua), que no hemos podido visitar, pero que procuraremos hacerlo en otra ocasión.
El motivo de acercarnos hasta La Tosquilla, no ha sido otro que el de conocer un bonito puente, de un solo ojo, levantado en el barranco de Rocinés y que servía para unir a este pequeño núcleo con el cercano pueblo de Torres del Obispo. Es una original y bonita construcción de “piedra tosca”, cuya calzada está empedrada con cantos de río; no es muy grande, apenas tendrá unos 2/2’5 m de anchura, por unos 10/12 metros de largo, y una altura sobre el cauce de unos 7 metros, poco más o menos. Pero, es una lástima su estado de conservación, una envolvente vegetación está causando estragos sobre su estructura, la cual ya presenta grietas aquietantes. De no intervenir en una pronta recuperación, este “bello” puente será pronto una ruina más de las muchas que, por desgracia, abundan por nuestro territorio.
Un recorrido por la reducida “cuenca hidrográfica” del barranco o río Sarrón, nos llevará a conocer pueblos como Torres del Obispo, Aler, Juseu, Aguinaliu y Pueyo de Marguillen, así como al pequeño núcleo de La Tosquilla o al despoblado y arruinado Castarlenas:
Nos brindará también la oportunidad de disfrutar de las excelentes “yeserías” existentes en el interior de las iglesias de los pueblos citados (San Julián, en Juseu; La Asunción, en Torres del Obispo; Santa María, en Aler; o la Capilla del Santo Cristo en Aguinaliu)
Conserva en sus entrañas, además, restos prehistóricos, como son los dólmenes del Mas de Abad o la cueva de las Brujas en Juseu:
Restos de un pequeño salinar, entre las poblaciones de Aguinaliu y Juseu:
En este pequeño territorio, que conforma la “cuenca del Sarrón”, también existen un buen número de pilarets, cruceros o ermitas que es interesante su visita, aunque algunas están ya en estado de abandono y ruina.
Otros restos del antiguo patrimonio, son algunos hornos de cal, molinos harineros o prensas de aceite. Todos ellos han formado parte integrante y han sido testigos de tiempos pasados, algunos ya muy lejanos y otros no tanto.