Ballobar – Santa María de Chalamera
El “plato fuerte” de nuestra de etapa de hoy, 18 de enero de 2017, era, sin lugar a dudas, la visita a la ermita de Santa María de Chalamera, una interesante joya del románico del siglo XII/XIII. Hemos iniciado el paseo en el pueblo de Ballobar, para dirigirnos en primer lugar al de Chalamera y subir después a la ermita. En total han sido unos 11 km de cómodo trayecto, aunque la temperatura reinante ha sido más bien fría (el coche ha llegado a registrar -10º C en algunos momentos) sin haber llegado a superar los 0º C durante la mañana.
Estábamos contentos por haber podido “patear” la Comarca del Bajo Cinca, la última de las comarcas que nos faltaba por visitar en nuestras caminatas por la provincia de Huesca. Ahora solo falta desarrollar e ir acoplando nuevas rutas para rellenar los “huecos” existentes y así poder ir completando nuestro conocimiento del territorio oscense.
Nos hallamos en el estrecho interfluvio de los ríos Cinca y Alcanadre. Ambos ríos se unen, un poco más abajo de Ballobar, para completar su viaje a través del Bajo Cinca en la búsqueda de los ríos Segre y Ebro, allá por tierras de Mequinenza.
Ballobar:
Comienzo de nuestra caminata, junto al bello puente medieval (siglo XIII/XIV) que cruza el río Alcanadre. Me hubiera gustado visitar su iglesia parroquial de La Asunción de Nuestra Señora (siglo XII/XIII), así como dar un pequeño paseo por su casco urbano, pero no ha podido ser, pues siempre hay alguien en el grupo que tiene una excesiva prisa, ¡otra vez será!
Tomaremos un camino, al otro lado del puente medieval, que nos llevará hasta el pueblo de Chalamera, siguiendo siempre la margen izquierda del río Alcanadre y que no tiene ninguna pérdida de orientación posible, aparte de estar bien señalizado como sendero local. El GR-261 discurre por la margen derecha del río, justo al otro lado de donde estamos nosotros, y volveremos a coincidir con el mismo cuando lleguemos a nuestro destino final en Santa María de Chalamera, ya que este último hace el trayecto Ballobar-Ontiñena-Chalamera.
El camino nos permite tener unas excelentes vistas del casco urbano de Ballobar, desarrollado en la ladera del erosionado escarpe hasta la misma orilla del Alcanadre. En lo más alto del escarpe, se distingue claramente lo que es la ermita de San Juan Bautista (siglo XII/XIII), lugar por donde también existen algunos restos de El Castellazo (siglo XII), una antigua fortificación.
El trayecto discurre por entre fincas de frutales y otros cultivos, pasando por lo que fue un antiguo molino y el llamado “molino nuevo”, también en desuso. Unas más que centenarias acequias con sus correspondientes ramales, van irrigando el territorio y dándole vida.
Llama la atención la sucesión de escarpes claramente erosionados que van bordeando el curso fluvial del río Alcanadre en lo que es su margen derecha, con sus verticales cornisas y taludes , que vienen a formar parte de la “unidad sedimentaria del tránsito del Oligoceno al Mioceno (35/23 mills/años)”, y en la que proliferan las calizas arenosas y nódulos de sílex, intercalados con estratos margosos y de rojas arcillas con yesos. En lo alto de las cornisas, unas verticales y otras no tanto, que son atalayas sobre los valles del Cinca y del Alcanadre, se fueron construyendo durante el medievo una serie de pequeñas fortificaciones que servían para la vigilancia del territorio y control de fronteras.
Chalamera:
Lugar de nacimiento del escritor Ramón J. Sender (Chalamera 3-2-1901/San Diego, EEUU, 16-1-1982).
Ubicado estratégicamente en un extremo de la planicie entre los ríos Cinca y Alcanadre. Siempre fue sitio importante en cuanto a vías de comunicación, tanto en lo comercial como para la guerra. En lo más alto de la población se hallaba un antiguo castillo del que no quedan prácticamente vestigios (tanto éste como la población, estuvieron directamente vinculados a los templarios y a la orden de los Sanjuanistas).
En su casco urbano, destaca la iglesia parroquial de San Martín (siglo XVIII), el cual fue edificado sobre otro medieval dedicado a San Juan. Para su construcción se utilizaron materiales del derruido y ya inexistente castillo.
Su origen toponímico, unos lo atribuyen a etimología de procedencia vasca, “Txaramela”, equivalente a campo de jaros o jaral, y otros le dan un origen árabe “Salamnera”, que podría provenir de Salama, de la forma musulmana “Salam”, que significa paz. (Por la zona de Fraga, existe el apellido Salamó, y por la baja Ribagorza el apellido Salamero, ambos derivados del mismo antropónimo musulmán).
A mediados de la década de los setenta del pasado siglo, este pueblo fue noticia a nivel nacional, pues, se intentó la construcción de una o dos centrales nucleares dentro su término municipal, cuyos reactores debían ser refrigerados por las aguas del río Cinca. Afortunadamente, la presión social, no ya tan solo de la Comarca, sino también a nivel provincial y regional, consiguieron paralizar este despropósito. Joaquín Carbonell, creó la canción protesta “Romance de Chalamera” con tal motivo. De todas formas, la provincia de Huesca siempre ha estado en la mente de nuestros gobernantes y administradores, para construir pantanos, centrales o autopistas eléctricas, para el trasvase, centrales nucleares o lo que haga falta, con tal de exprimir sus recursos y favorecer su despoblación, pero lo que es “revertir” o “potenciar” el territorio son temas desconocidos para ellos.
San María de Chalamera:
La visita a esta bella joya del románico era nuestro objetivo del día. Pudimos entrar en este espacioso templo gracias a la amabilidad de la alcaldesa, que nos dejó la llave para que pudiéramos conocerlo.
Data del siglo XII/XIII, y por sus dimensiones más bien parece la iglesia de lo que pudiera haber sido un antiguo monasterio benedictino. Las vistas paisajísticas desde este enclave son espectaculares, desde donde pueden divirsarse “las Tres Sorores”, “Cotiella”, “El Turbón”, “Sierra de Guara”, “Alcolea de Cinca”, “Pomar de Cinca”, “Albalate de Cinca”, “Belver de Cinca”, “Osso de Cinca”, “Ontiñena”, …. ….
Fue un hito en el camino jacobeo que, procedente de Lérida, Fraga o Ballobar, se encaminaban hacia el cercano monasterio de Sijena, Sariñena y Huesca. Los monasterios benedictinos, en una buena parte, se fueron desarrollando en aquellos lugares de paso en los que pudieran atender las necesidades de los peregrinos o viandantes.
Esta solitaria iglesia, a la que le dan la denominación de “ermita” y que no cuadra mucho con la misma dadas sus dimensiones, no estuvo vinculada, en sus inicios, a ninguna orden militar siendo totalmente independiente de las mismas.
Su fachada principal, orientada hacia poniente, cuenta con una esbelta y abocinada portada con seis arquivoltas, de capiteles esculpidos con figuras de fauna y flora, que nos recuerda un poco a la del monasterio de Sijena. Sobre dicha puerta de entrada, existe un gran ventanal a modo de portada en miniatura. Remata la misma una espadaña con doble vano.
El edificio consta de una sola nave, con planta de cruz latina y tripe cabecera absidial; los ábsides laterales, dispuestos en los brazos del crucero, son semicirculares hacia el interior y rectos por el exterior. Sobre el crucero se levanta un cimborrio sobre trompas y sin ventanas. El suelo es de roca viva, limpia y sin pulir. Bajo los arcos formeros más cercanos al transepto, a ambos lados de la nave, existen unas marcas en la piedra que bien podrían haber albergado allí el hoy inexistente coro.
En su fachada sur, destaca una pequeña puerta junto a un arcosolio, cuyo dintel posee un adorno de estilo visigótico, que, a buen seguro, daría entrada al desaparecido claustro. En esta lateral pared todavía sobresalen algunas ménsulas de piedra que, probablemente, sostendrían alguna techumbre.
Visitar esta “ermita” de Santa María de Chalamera es un ejercicio más que recomendable. No deja indiferente a nadie.
