Ruta por las faldas de Sierra Ferrera y Peña Montañesa
Caminata a los pies de sierra Ferrera y de la Peña Montañesa, entre los núcleos habitados de La Cabezonada y Oncins, pasando por San Juan de Toledo de la Nata y el Monasterio de San Victorián (Betorian). En total unos 11 kms. de recorrido, en una sucesión de subidas y bajadas, por unos senderos muy bien señalizados (combinando parte del PR HU-191 con un tramo del PR HU-139) que nos han llevado por unas laderas de exuberante vegetación y unas vistas sobre el valle de La Fueva y sierras que lo circundan de excepcional belleza.
El día de hoy, 19 de octubre de 2015, con una temperatura bastante agradable y un nublado persistente además de amenazante, pues solo al finalizar el paseo ha querido hacer acto de presencia la lluvia que se ha quedado en prácticamente nada, ha resultado ser una adecuada jornada para la práctica senderista.
El territorio que hoy hemos visitado es lo que se denomina La Fueva Alta, situado al sur de las sierra Ferrera (1827 m) y Peña Montañesa (2295 m), lindando al este con el collado o alto de Foradada (1020 m) lugar de paso para ir a la Comarca de La Ribagorza, al sur tenemos el pico Campanué (1549 m) y las tierras de La Fueva, y al oeste lo que es la depresión del río Cinca. Estamos ante lo que es la cuenca surcada y excavada por el río de La Nata, río de poco caudal que nace en la misma sierra Ferrera y desemboca en el cercano río Cinca, en lo que es el pantano de Mediano, en total es muy posible no llegue ni a los 30 kms. de curso fluvial; la cuenca drenada es bastante amplia donde abundan los terrenos con margas, presentando un cauce fluvial bastante trenzado demostrando una cierta dificultad para el arrastre de los materiales debido a la escasa pendiente que presenta y al modesto caudal que acostumbra a llevar aunque, en ocasiones, ha sido objeto de grandes crecidas.
El inicio del camino lo efectuamos en La Cabezonada, núcleo habitado compuesto de varias casas diseminadas y que no conforman lo que es un típico casco urbano. Nos llamó la atención, la excelente conservación de los edificios, a algunos de los cuales merece la pena prestarles un poco de atención.
Hemos tomado el sendero PR HU-191 para dirigirnos al pueblo de San Juan de Toledo de la Nata. En un principio la trocha estaba muy sucia con abundante maleza, que nos impedía avanzar bien, pero a una vez superados los primeros 500 metros, aproximadamente, nos hemos topado con una senda muy limpia y muy bien señalizada (al parecer, las labores de limpieza de este sendero se están efectuando en el sentido contrario de nuestra marcha).
En sus inicios el camino desciende bruscamente hacía el río de la Nata, el cual tenemos que atravesar con cuidado, pues baja un caudal de agua más que aceptable. Es un terreno de margas, reconocibles por su color gris y su abarrancamiento, estos materiales margosos, que datan del Eoceno (hace 55 mills/años), resultan ser el paraíso de la erosión; durante todo el recorrido, vamos a ver estas secuencias de margas en bastantes ocasiones.
Llegamos al pequeño pueblo de San Juan de Toledo de la Nata, ubicado en los mismos pies de la sierra Ferrera en una zona de profundos barrancos y bajo el Tozal de las Natas (1128 m), en cuya cima se halla la ermita de San Esteban (siglo XVIII). En este pueblo nació uno de mis bisabuelos por parte de madre, y al que le debo mi segundo apellido “Mur”.
En San Juan de Toledo de la Nata, lo más destacable es su fabulosa iglesia con advocación a San Juan Bautista, un edificio románico de estilo lombardo, con triple ábside dispuestos en forma de trébol y decorados con arquillos, cuyos orígenes se remontan al siglo XI, que ha sufrido diversas transformaciones a lo largo de los tiempos. En los años finales del pasado siglo XX y principios del presente, a este edificio se le realizó una profunda restauración. En su interior destacan unas pinturas parietales muy bien recuperadas. (La lástima es de que el edificio anexo al templo, que era la casa badía, se halle en estado ruinoso).
Es un lugar que recomendamos visitar, dada su magnificencia y las excelentes vistas paisajísticas que desde aquí se divisan.
Una vez efectuada la visita al templo de San Juan Bautista, tomamos el camino que nos va a llevar hasta nuestro próximo destino, el Monasterio de San Vitorián (Betorian), lo que es hoy el PR HU-139, que da la vuelta a toda la Peña Montañesa y que tiene una cierta dificultad dados sus grandes desniveles y una distancia más que respetable.
El camino hasta San Vitorián discurre por las laderas de la sierra Ferrera y de la Peña Montañesa, sobre un espeso bosque de carrascas con algún que otro quejigo y pinos. Es un paseo muy agradable, pues la senda discurre a media altura lo cual nos permite disfrutar de las vistas que nos ofrecen los campos de La Fueva Alta así como de los montes que la circundan. Destacable es la puesta en regadío de una extensa superficie en los alrededores de los pueblos de Fosado y Atiart cuyas aguas son distribuidas desde un pequeño pantano construido a los pies de la sierra.
Todo el recorrido, que es un sube y baja, pudiendo apreciar la serie de barrancos que drenan la sierra Ferrera y la Peña Montañesa, con las múltiples afloraciones de terrenos margosos que ayudan a que las cárcavas se sucedan. Estas laderas son también bastante calizas, donde abundan las cuevas (espelungas).
Una vez superada una larga subida que nos llevará a alcanzar el Monasterio de San Victorián (Betorian), cambiamos de vertiente geográfica y ya divisamos los pequeños núcleos de Oncins, Los Molinos, Torrelisa o El Pueyo de Aragüas.
El Monasterio de San Victorián (Betorian), que alcanzó una gran notoriedad sobre los territorios de Sobrarbe y parte de Ribagorza, comenzó su declive a partir del siglo XVI y fue en el siglo XIX, a raíz de la desamortización de Mendizabal, cuando alcanzó su decadencia total. Es propiedad del Gobierno de Aragón y, en la actualidad, se viene haciendo algún trabajo de reforma, aunque hay mucho por hacer dada su situación ruinosa. Sería de sumo interés, proceder a la restauración de este cenobio dada la transcendencia que tuvo en siglos pasados.
Una vez llegados a Oncins, destino final del recorrido de hoy, nos llama la atención la piedra esculpida a modo de dintel que existe sobre la puerta de entrada de la ermita de La Magdalena, de una sola pieza.
La zona visitada hoy tiene muy pocos habitantes, estando muy castigada por la despoblación, como toda la Comarca en sí. La geografía del Sobrarbe ha condicionado fuertemente el desarrollo económico y social de estos lugares hasta bien entrado el siglo XX, centrándose en la ganadería como principal fuente de subsistencia, acompañado de unas minúsculas parcelas agrícolas que fueron ganadas al bosque a base de roturaciones y de artigar los terrenos.
Finalizada la excursión, y ya de vuelta para casa, nos hemos acercado hasta el despoblado de Atiart, lugar donde, actualmente, se están recuperando las viviendas y otro tipo de edificios, para tratar de reconventirlo en un destino vacacional. Llama la atención la imitación que han efectuado de las amplias chimeneas, características de la Comarca del Sobrarbe, que sobresalen por encima de los tejados como un robusto tronco cónico, de forma casi cilíndrica, coronados por uno o dos tejadillos sobre soportes con una variada disposición de figuras.