Ruta de subida al Ibón de Brazato

Ascensión hasta el Ibón de Brazato (2380 m) desde los Baños de Panticosa (1599 m). Una ruta que sigue las marcas del GR-11. Ida y vuelta. 

30-sep-2020  —  Distancia: 11’26 km  —  Desnivel acumulado: 809 m

 

Una bonita y exigente caminata entre los Baños de Panticosa y el Ibón de Brazato, que fue alterado al recrecerse para su aprovechamiento hidroeléctrico. Bien señalizado todo el recorrido por las marcas del GR-11, con inicio en la parte más baja del barranco de Brazato junto a unos edificios ruinosos, en espera de rehabilitación, que contienen antiguas fuentes de aguas medicinales.

 

 

 

Una senda muy bien trazada, que a base de grandes y pequeñas lazadas va salvando un pronunciado desnivel hasta alcanzar lo que podría llamarse el Mirador del Sarrato. Un tramo bastante sombrío por entre un espeso pinar de repoblación. Como había nevado unos días antes, algunas placas de nieve y hielo comenzaron a hacer acto de presencia. Los rumores de las torrenteras surcando las pronunciadas pendientes eran constantes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A medida que vas ganando altura, el panorama paisajístico se va ensanchando, aunque el macizo de Argualas, con sus picos de Argualas (3046 m) y Garmo Negro (3066 m) no los hemos perdido de vista en ningún momento hasta llegar aquí. El Sarrato, además del macizo señalado, nos permite visualizar las crestas de la sierra Partacua coronadas por los 2762 m de Peña Telera, y las pronunciadas laderas que encajonan al río Caldarés en su descenso desde los ibones de Bachimaña.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde el Mirador del Sarrato bordeamos las laderas del Pico Sarrato (2515 m), por una senda en altura que se introduce en lo que es el profundo y abrupto barranco de Brazato, por entre grandes roquedos y pedrizas de granito donde la erosión y la acción de los hielos, del viento y de las aguas han hecho de las suyas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un paraje baldío y con poderosos deslizamientos pétreos, a los pies de unas afiladas crestas. Estábamos caminando por lo que podríamos llamar un desierto en altura, donde en invierno es un erial de hielo y nieve, y donde, a pesar de la hostilidad del terreno la vida vegetal quiere abrirse paso con pequeños arbustos y agrupaciones de pino negro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estamos en la Comarca del Alto Gállego, en lo que se considera el tabique o línea divisoria con la de Sobrarbe. Todo un rosario de cumbres y crestas —hoy blanqueadas por la nieve— de entre 2700/2900 metros, separando las cuencas de los ríos Caldarés y Ara.

 

 

Un lugar donde el glaciarismo tuvo un especial protagonismo durante el Cuaternario. Grandes masas de hielo se formaron y acumularon por estos circos y altas rinconadas, para ir al encuentro de las lenguas de hielo que bajaban desde Sallent por el valle del Gállego.

 

 

Un mundo de montañas con sus erizados picos, donde hace tan solo unos pocos miles de años imperaban los hielos y las nieves perpetuas. Lugares donde los avances y posterior retroceso de las masas heladas, fueron esculpiendo unos agrestes paisajes montañosos: circos, cubetas sobreexcavadas que dieron lugar a los ibones, valles en artesa, morrenas …

 

 

Brazato es un ibón alterado, se halla represado para el aprovechamiento hidroeléctrico. Es uno de los cinco ibones que forman el conjunto de los llamados ‘de Brazato’.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aguas tranquilas, puras, transparentes y casi negras de unos verdes más o menos oscuros y misteriosos, que se parecen a un espejo reflejando las montañas del entorno. La superficie de las aguas de los ibones raras veces son agitadas, al estar alojadas en anfiteatros o circos de gran altura.

 

 

 

El Ibón de Brazato se halla circunvalado por lo que se llama ‘el Rincón de Brazato’ a los pies de una serie de puntas que superan los 2700 metros (Punta del Puerto —2723 m); Punta Baziás —2758 m); Punta Brazato —2731 m—; Punta Tablato de Piniecho —2699 m—).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Muchos ibones por los alrededores, que dejamos pendientes para otras ocasiones, sin que el tiempo por la duración de la etapa nos apremie.

 

 

Curiosa la formación de rocas ígneas y sus plutones, cuyos batolitos al enfriarse dieron como resultado a los llamados granito de Panticosa, los cuales encierran en su interior un gran potencial geotérmico de aguas termales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De todas formas, sigo opinando que las montañas del Pirineo hablan lo que es un lenguaje universal, <<el de las altas cumbres y unos profundos valles>>, y gracias tenemos que dar al poder disfrutar de él y llegar a conocerlo, aunque solo sea un poquito.