Ruta por las Vilas del Turbón y Villacarli
Retornamos de nuevo a las faldas del Turbón, pero esta vez por lo que es la vertiente del río Isábena, ajustándonos al recorrido de una parte del PR HU-123, entre las poblaciones de Vilas del Turbón y Villacarli, pasando por el pequeño núcleo de Brallans, el despoblado de Villá, Reperós y Torre la Ribera; siempre descendiendo por la margen derecha del barranco de la Llera, por lo que son las laderas del Tozal del Faro (1401 m) y de la pequeña sierra de Esbenegaz (1303 m), siguiendo la traza de unos viejos caminos jalonados por vetustas paredes de piedra.
El recorrido de hoy, 28 de diciembre de 2015, se ha desarrollado, íntegramente, por lo que es el término municipal de Torre la Ribera (a excepción de Reperós que pertenece al ayuntamiento del Valle de Lierp), ligeramente superior a los once kilómetros de distancia y de unas cuatro horas de duración, aproximadamente.
Hemos iniciado la marcha en el pueblo de Vilas del Turbón (1308 m), el cual se halla entre los barrancos La Torcida y La Llera, al inicio de lo que es el Tozal del Faro.
Justo enfrente, al otro lado del barranco, tenemos el Balneario y la Planta embotelladora de aguas, que están a los pies del mismo Turbón. La historia de este lugar, siempre ha estado muy relacionada con los manantiales y sus preciadas aguas, pues cuentan con un gran prestigio en cuanto a propiedades curativas (riñón e hígado, principalmente).
Nada más iniciar la caminata, nos hemos dirigido hacia la ermita de San Antonio (siglo XVIII), la cual se halla ubicada en lo alto del Tozal del Faro, conformando un excelente mirador sobre el macizo del Turbón (2492 m) por su lado oeste, el valle de Lierp a sus pies, la sierra del Chordal (1556 m) al sur, los montes de Ballabriga al este (Cuaderco, 1839 m), y el puerto de las Aras (2017 m) por su lado del norte. Casi pegado al Tozal, tenemos el pico Esbenegaz (1303m), que nos invita casi a palparlo.
La montaña mágica del Turbón incita a una reposada contemplación, es un lugar mítico de brujas y leyendas, un impresionante macizo calcáreo que es parte de las llamadas Sierras Interiores formado por un gran anticlinal que ha sido modelado sobre calizas cretácicas, margas y calizas dolomíticas del triásico (de la era Mesozoica y período Secundario, entre 250/150 mills/años), pertenecientes todas ellas al que se considera el “Manto de Cotiella”; el moldeado es el característico del tipo kárstico, con sus dolinas y lapiaces, sobre todo a medida que se va ganando altura.
Antes de llegar al pequeño pueblo de Brallans, nos encontramos con la “Fuente del Molladal” (que significa lugar húmedo), un lugar usado también como abrevadero y que fue restaurada con las piedras de una cercana ermita ya desparecida. Brallans (a 1380 m de altitud), es un núcleo de pocas casas erigido sobre la propia ladera del Tozal del Faro; algunos de los edificios están arruinados, como la antigua iglesia de San Julián, por ejemplo, y en otros se han efectuado trabajos de restauración. Es un lugar con buenas vistas sobre toda la cuenca del barranco de la Llera hasta casi prácticamente su desembocadura en el barranco de Villacarli una vez ha superado Torre la Ribera.
El camino de descenso, siempre ajustándonos al PR HU-123, va surcando las laderas de la sierra de Esbenegaz por unos caminos muy bien trazados y encajonados entre paredes de piedra que, con el paso del tiempo y del ganado, van derrumbándose poco a poco. Bajamos por entre bosques de quejigos, atravesamos viejos campos de cultivo que hace muchos años dejaron de serlo y nos encontramos algunas pequeñas casetas de monte, de piedra y losas, que se utilizaban para refugiarse en el caso de que la meteorología fuera adversa.
Llegamos al despoblado de Villá, otrora un lugar lleno de vida y hoy totalmente arruinado y olvidado. Una vegetación espontánea y exuberante va absorbiendo las casas y paredes caídas, con una gran presencia arbórea indicativa de que el paisaje está sufriendo grandes modificaciones al no existir una intervención humana directa sobre el entorno.
Reperós, que cuenta con tan solo dos casas restauradas y alguna de ellas dedicada al turismo rural, pertenece al ayuntamiento de Lierp, y cuenta con una capilla, de San Martín, totalmente en ruinas. Su nombre proviene del latín “rivus” (río) y “petrosus” (pedroso), debido a su ubicación cerca del pedregoso barranco de La Ball.
Antes de llegar a Torre la Ribera, nuestro próximo lugar de paso, nos encontramos con la arruinada ermita de San Abdón y San Senén (siglo XVIII), un lugar que, parece ser, se acometió su restauración hace algún tiempo, pero ….. allí sigue, por los suelos. Justo al lado, hay restos de otra antigua iglesia (posiblemente de los siglos XII/III), de la que quedan algunos trozos de sus paredes en pie, que han sido objeto de pintadas y grafitis.
Torre la Ribera, con ayuntamiento propio y cabeza de municipio de la casi totalidad de los lugares visitados, posee la iglesia de Santa Brígida (siglo XII), un bonito y restaurado templo. Sobre el vano de una casa pegada a la iglesia, existe una “cruz recruzada”. Las construcciones de la población se hallan realizadas con materiales del entorno con unas características muy similares entre ellas (paredes de piedra, tejados de losas, pajares, corrales, … …).
Atravesamos el cauce del barranco de La Llera para dirigirnos a Villacarli, nuestro lugar de destino final. La cuenca de dicho barranco es bastante amplia y drena el macizo del Turbón, prácticamente desde lo que es el puerto de Las Aras; en apenas unos 7 kilómetros tiene un desnivel de casi 1100 m, lo que nos puede dar una idea de la potencia destructiva que pueden llegar a tener sus aguas en un momento determinado, como ya ha ocurrido en alguna ocasión. Una vez pasado Torre la Ribera desemboca en el barranco de Villacarli, también de amplio cauce, que recolecta las aguas de los numerosos barrancos de la sierra del Chordal y del propio Turbón y que ha ocasionado más de un disgusto aguas abajo en el río Isábena, al cual verte sus aguas.
El camino a Villacarli, una vez atravesado el cauce del barranco La Llera, nos lleva a ascender por entremedio de un bosque de quejigos hasta alcanzar el que va a las Casas de San Aventín y que también nos llevaría hasta Visalibons si continuáramos de frente.
Villacarli, es una pequeña población, con unas casas muy restauradas, que siguen el modelo constructivo de la Alta Ribagorza (fachadas de piedra, tejados de losas y tejas árabes, puertas doveladas, …….), en el que hay que destacar la calle cubierta (“callizo”) existente en la plaza, sobresaliendo sobre todo ello la esbelta torre de su iglesia parroquial, Santa María de la Asunción (cuyos orígenes podrían remontarse al siglo XII); lo que es el templo es un edificio cuya construcción se realizó muy avanzada la segunda parte del pasado siglo XX. En lo alto más alto del cerro, que lo separa del pueblo de Visalibons, recorta su figura la ermita de San Sadurní, cuya visita tenemos pendiente de realizar.