Una visita a Merli y su menhir

Lo que iba a ser, inicialmente, una excursión por los alrededores de Llert y Esterún, en el Valle de Bardaixí o Bardají por las laderas del macizo de El Turbón, por culpa de la lluvia se ha convertido en una visita a la pequeña población de Merli y su prehistórico menhir, también ubicada dentro de lo que es la Comarca de la Ribagorza.

 Así pues, hoy 29 de abril de 2015, nos hemos acercado a Merli (1250 m), que está situado justo en la línea divisoria de las vertientes de las aguas de los ríos Isábena y Ésera, siendo un importante lugar de paso entre los valles de igual nombre, sobre todo dada la cercanía del que fuera en su día el relevante enclave de Roda de Isábena. Está delimitado por la sierra del Chordal en su cara norte y por el sur la sierra de Esdolomada y las estribaciones del morrón de Güell; y tanto en sus lados este y oeste se han configurado unos profundos y prolongados barrancos, llamados de Esdolomada y Bacamorta, respectivamente. Sobresaliendo en la sierra del Chordal, destaca la Peña del Turmo, a cuyos pies se halla el pueblo.

Justo por este lugar, discurre el PR-HU 48, que, desde Roda de Isábena se dirige al Valle de Lierp, por las cercanías del pico Chordal (1556 m), hacía los pueblos de Eixea o Egea y Sarrat o Serrate.

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo primero que hemos hecho, antes de adentrarnos en el caso urbano, ha sido dirigirnos hacia el espectacular Menhir, que se ubica a escasos metros de la entrada del pueblo, unos 400 m aproximadamente. La palabra Menhir describe a una piedra o piedras hincadas en la tierra de forma aislada (su denominación proviene del galés men o maen (piedra) y hir (larga); es decir, “piedra larga”.

La construcción de los menhires corresponde a un fenómeno cultural, llamada “megalitismo” (mega: grande; lithos, piedra), en el que se levantaban imponentes monumentos con bloques grandes de piedra, ya lo fuera con finalidades funerarias, de culto o rituales religiosos. Se desarrolló desde el V milenio a.C. hasta bien entrado el II milenio a.C., llegando a perdurar, en algunos sitios, hasta el I milenio a.C.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Merli está situado en un lugar eminente, dominando una extensión considerable de terreno, al abrigo de la sierra del Chordal, y desde donde podía defenderse mejor; coincidencia o no, en algunos de los pueblos con ubicaciones en parajes de esta misma o parecida configuración, casi siempre aparecen restos de épocas prehistóricas (Olvena, Juseu, Gabasa, …. ). Antiguamente, en la parte más elevada se hallaba un castillo, del que prácticamente ya no quedan restos, y cuyo lugar también fue utilizado como cementerio hasta la década de los años 30 del pasado siglo, según nos han hecho saber algunos vecinos. La senda de subida al cementerio está casi desaparecida y el desnivel que existe es bastante considerable, por lo que el acto de subir allí a las personas fallecidas tuvo que ser bastante fatigoso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las escaramuzas sarracenas, allá por el siglo IX, dejarían bastantes exhaustos y esquilmados los pequeños pueblos del norte de la Ribagorza, los cuales ya de por sí tenían una vida bastante difícil y precaria. Pueblos como Roda, Raluy, Nocellas, Alaón, etc., e incluso el propio Merli, sufrieron las consecuencias de dichas invasiones.

La iglesia parroquial de Merli, está dedicada a San Antonio de Padua, y para su construcción se utilizaron restos de la ya desaparecida iglesia de Santa Maria que fue desmantelada en su totalidad y se ubicaba junto al antiguo y elevado cementerio. Las puertas de estilo mudéjar (siglo XIII), también provienen del templo demolido, y representan un decorativo y elaborado trabajo hecho en madera con formas estrelladas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 A destacar las casas torreadas, de Turmo y Coma, con figuras esculpidas en algunas piedras de la fachada, que representa animales como pueden ser algún perro o jabalí junto a una persona, y aspilleras o escudos tallados; también algunas de las ventanas llevan inserta una cruz en su dintel, a modo de salvaguarda o protección divina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Camino de vuelta, paramos un momento a las afueras del barrio de abajo de Esdolomada, para ver un gran árbol caído y la gran circunferencia de sus raíces, así como para contemplar las bellas vistas de la sierra de Sis al fondo  y del pueblo de Roda de Isábena.