Valle de Boí. Ruta del Románico
8-Agosto-2017 – (10 km)
Interesante recorrido por el Valle de Boí, para conocer algunos de los templos de estilo románico que vienen a formar parte del conjunto de iglesias que fueron declaradas por la Unesco, en el año 2000, Patrimonio de la Humanidad. Este pequeña ruta, la hemos hecho entre los pueblos de Barruera y Taüll, pasando por Erill La Vall y Boí. Se nos han quedado pendientes de visita otros pueblos del valle, que también tienen iglesias de este mismo estilo arquitectónico, los cuales dejamos para otra ocasión.
Nos hallamos en la Comarca de la Alta Ribagorza catalana, que linda por su cara norte con el Valle de Arán, con el Pallars Sobirá por la parte oriental y con el Pallars Jussá por el sur. El Valle de Barrabés, con el río Noguera Ribagorzana que lo atraviesa, hace de línea divisoria por el oeste con la Comarca de Ribagorza en Huesca.
Un territorio que, a finales del siglo XI, quedó vinculado al cabildo catedralicio de Roda de Isábena, habiendo pertenecido antes al Monasterio de San Andrés, y que, a mediados del siglo XII, pasó a depender del obispado de Lérida coincidiendo con el traslado de la sede de Roda a Lérida. También llegó a formar parte del Condado de Ribagorza, pero, durante el primer cuarto del siglo XIV, con motivo de la infeudación de dicho Condado en el Infante don Pedro , hijo del rey Jaime II “”El Justo””, el territorio quedó dividido al tener que precisar los límites de su jurisdicción. La línea divisoria se fijó a lo largo de todo el curso del río Noguera Ribagorzana, quedando por tanto la margen derecha del río bajo el reconocimiento, derechos y autoridad del Conde en lo que era la Ribagorza aragonesa; la margen izquierda se integró en el Barrabés de la Ribagorza catalana. A pesar de dicha partición, el territorio no llegó a perder su condición de feudo eclesiástico, que se hallaba sujeto a la mensa episcopal de Lérida. El obispo de Lérida, era el señor y patrono de los territorios, tanto en lo espiritual como en lo temporal.
El río Noguera Tor es el principal colector de las aguas de este pequeño Valle de Boí, que las entrega al Noguera Ribagorzana un poco antes de llegar a Pont de Suert. Viene a recoger las aguas sobrantes de algunos de los abundanes ibones o estanys existentes por las cumbres del cercano Parc Nacional d’Aigüas Tortes i Estany de Sant Maurici (alguna vez tendremos que dar una vuelta por dicho Parque Nacional, para conocer sus maravillas naturales).
La característica principal de esta ruta del románico es la de su uniformidad en cuanto a su estilo arquitectónico. Las iglesias fueron construidas durante los siglos XI/XII, siguiendo el modelo importado del norte de Italia (Lombardía), lo que se denomina el “románico lombardo”; unos esmerados trabajos en piedra, de esbeltos campanarios (campaniles), con sus bandas lombardas, arcos ciegos o frisos con esquinillas de ladrillo y ábsides cubiertos con bóvedas de cuarto de esfera o de horno. Los templos fueron decorados interiormente con unos magníficos frescos, la mayoría de ellos hoy desaparecidos o trasladados al Museo Nacional de Arte de Cataluña entre los años 1919/1923; hoy se pueden visualizar algunas copias de los más importantes, para que se pueda tener una idea de lo que pudo llegar a ser una iglesia del valle. En la construcción de estos templos tuvo una buena predisposición para colaborar Ramón Pedro de Erill, allá por los principios del siglo XII, en su empeño de dignificar el culto sagrado, lo cual resultó ser del agrado del obispo de Roda de Isábena, San Ramón, y que culminaría en la plasmación de unas bonitas iglesias unos años más tarde.
Iniciamos la ruta en el pueblo de Barruera, para conocer la iglesia de San Feliu (siglo XI), con doble ábside en su cabecera. No pudimos visitar el interior, pues el templo aún tardarían en abrirlo casi una hora después de nuestro paso. Nos limitamos a recorrer el exterior.
A través de una senda en buen estado de mantenimiento y de señalización, por la margen derecha del río Noguera Tor, nos dirigimos a la cercana población de Erill La Vall. El nombre puede tener relación con la familia Erill, que durante muchos años fueron señores feudales de la zona.
En Erill La Vall, visitamos la iglesia de Santa Eulalia, con su majestuoso campanario de planta cuadrada y seis pisos de altura, una muestra propia del románico lombardo. (Los campanarios, venían a realizar también las funciones de comunicación y vigilancia dentro del valle, siendo visibles entre ellos).
La cabecera del templo la forman tres ábsides semicirculares, de los que el central fue reconstruido en el siglo XX, ya que antes había sido derruido para insertar una sacristía de forma rectangular.
El pórtico de entrada lo forman cuatro arcos de medio punto, que son sostenidos por tres circulares pilares centrales y dos más grandes rectangulares en los extremos. La puerta de acceso a la iglesia tiene un arco de medio punto.
Una copia del grupo escultórico del “descendimiento de la cruz”, puede verse en lo que es el altar mayor. El original se halla repartido entre el Museo Nacional de Arte de Cataluña y el Museo Episcopal de Vic. Son siete tallas de madera, muy relevantes en el contexto escultórico románico nacional.
El coro se eleva a los pies de la nave, el cual alberga una muestra explicativa de retablos y otras piezas.
Para llegar a Boí, tuvimos que descender hasta el cauce del río Noguera Tor y por medio de una senda ascender hasta lo que es su núcleo urbano, donde enseguida nos topamos con su parroquial de San Juan, quizá una de las más antiguas de la zona, que viene a datar del siglo XI.
Originalmente, la cabecera de esta iglesia de San Juan tenía un triple ábside, pero hoy tan solo se conservan los dos latelares, al haber desaparecido el central. En su interior destaca el conjunto de pinturas murales, unos frescos que contienen escenas como la lapidación de San Esteban, Juglares o Bestiarios (todas ellas reproducciones de las originales que se hallan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña).
El ascenso hasta Taüll, lo hacemos por una escarpada trocha, antigua vía de comunicación entre los pueblos, que se halla en muy buen estado de mantenimiento y que superamos sin problemas. En este bonito pueblo, visitaremos dos iglesias, la de San Clemente, a las afueras, y la de Santa María, en el centro del casco urbano.
Iglesia de San Clemente (siglos XI/XII), mandada construir por los señores de Erill y consagrada por San Ramón, obispo de Roda de Isábena, el 10 de diciembre de 1123. De gran belleza constructiva, integrada en el entorno paisajístico y de volúmenes compensados.
Al igual que la de Erill La Vall, la torre nos viene a recordar los campaniles lombardos de Italia. De planta cuadrada y seis cuerpos de altura con unos rítmicos y ascendentes ventanales. Un buen conjunto de arcos ciegos y bandas lombardas.
Tres ábsides en su cabecera, con tres paños divididos por columnitas el central. Cada uno coronado por arquillos ciegos y un friso de esquinillas bajo el alero.
La nave es el típico prototipo de una iglesia románica con planta basilical, con un espacio central principal y dos laterales paralelos, separados por unos pilares circulares, con cabecera de tres ábsides y cubierta a dos aguas.
En la cabecera se halla la representación de un Pantocrátor y el Tetraformos, a cuyos pies se dispusieron los apóstoles cubriendo la semicircular pared interior del ábside central . El original, que data del siglo XII, se custodia en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Nos hicieron una proyección lumínica, mediante la técnica audiovisual del video mapping, para que pudiéramos apreciar la reconstrucción, hipotética pero veraz, de todo el conjunto iconográfico tal y como debió ser contemplado por quienes asistieron a la consagración del templo el 10 de diciembre de 1123.
El templo de Santa María, ubicado en el centro del pueblo de Taüll, se consagró un día después del de San Clemente, el día 11 de diciembre de 1123. Dicha consagración también fue efectuada por el obispo de Roda de Isábena, San Ramón.
El exterior de esta iglesia es un perfecto ejemplo del románico lombardo tardío, con sus bandas y arcos ciegos que albergan unos óculos también cegados. El campanario también es de planta cuadrada, de la segunda mitad del siglo XI, de cuatro pisos y ventanales, pero siguiendo el mismo ritmo ascendente que el de San Clemente, aunque a menor escala.
En cuanto al interior de Santa María, es de tipo basilical y con tres naves, con unas pinturas murales de importancia, aunque los originales se hallan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. En el ábside central queda representada lo que es una Epifanía, con la Virgen y el Niño dentro de una mandorla y acompañados por los Reyes Magos.
Este es un valle que, condenado por su orografía, sufrió un profundo aislamiento geográfico y no fue hasta principios del siglo XX cuando se le dieron importancia a las pinturas murales, redescubriendo el llamado “románico catalán”, las cuales, durante mucho tiempo, sobre todo a partir del siglo XVI, habían permanecido escondidas bajo capas de encalados o de falsas paredes de madera con retablos barrocos.
