Ruta entre Luzás y Montañana
Comarca de La Ribagorza, en su parte más oriental, entre Luzás y Montañana, lindante con Cataluña y donde el río Noguera-Ribagorzana hace de línea divisoria, este es el territorio por donde nos hemos desenvuelto hoy, 30 de noviembre de 2016, dentro de lo que es la llamada Unidad Geológica Surpirenaica (la Cuenca de Graus-Tremp), muy cerquita del Montsec y del congosto de Montrebei, donde hay alternancia de margas grises con areniscas del período de transición y en el que se prodigan también los conglomerados, todos ellos materiales pertenecientes al Período Terciario.
Casi 19 km ha sido la distancia recorrida, entre el inicio del recorrido, en el pueblo de Luzás, y su finalización en el de Montañana, pasando también por los núcleos de La Almunia de San Lorenzo y San Lorenzo, dejando a un lado al de Chiró, que hoy no hemos visitado pero que si lo haremos en otra ocasión. Es un espacio territorial muy castigado por la despoblación, antaño estuvo lleno de vida y hoy está desolado, como resultado de los movimientos migratorios y cambios sociales habidos durante la segunda mitad del pasado siglo. Hemos atravesado cuatro términos municipales: el de Tolva (al que pertenecen Luzás y La Almunia de San Lorenzo); Castigaleu (San Lorenzo pertenece al mismo); Monesma y Cajigar (al pasar por las cercanías de Chiró, nos hemos introducido en él); y el de Puente de Montañana (al cual pertenece el pueblo medieval de Montañana).
La pequeña población de Luzás, punto de partida de nuestra ruta de hoy, en tiempos del medievo tuvo que ser una importante plaza, tanto en lo que respecta a la defensa y consolidación de los territorios conquistados durante la Plena Edad Media, como en la conquista de otros nuevos.
La iglesia parroquial de San Cristóbal, siglo XII. Un bonito templo de estilo románico, en el que destacan tres ábsides semicirculares cubiertos por bóvedas de cuarto de esfera, los cuales se asientan sobre un friso de ajedrezado jaqués, al igual que el resto del alero del tejado, soportados por unos canecillos o ménsulas de tipo zoomórfico. Cada uno de los ábsides está iluminado por una ventana de doble derrame, y sobre los mismos, existen unas pequeñas ventanitas en forma de cruz.
El desarrollo urbanístico del pueblo se hizo a los pies del recinto fortificado que formaba parte de la línea defensiva y consolidación de los terrenos conquistados. La torre del castillo (siglo XI), todavía permanece erguida, controlando el paso del río Cajigar.
La ermita de Santa María, reconvertida en la capilla del cementerio, tiene unos orígenes también románicos (siglo XI-XII), aunque ha sufrido algunas modificaciones con el transcurrir de los tiempos.
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Al poco de comenzar la andada, el camino nos lleva hasta el río Cajigar, el cual tenemos que vadear con precaución, pues bajaba un buen caudal de agua y no teníamos ganas de mojarnos nada más empezar. Este río nace por encima del pueblo de Cajigar (de ahí su toponimía), a 1068 m de altitud, y, después de haberse juntado con el río Guart, aguas abajo de Caladrones, vierte sus aguas al Noguera-Ribagorzana, en el embalse de Canelles, una vez recorrida la distancia de 30 km. Es un río de carácter torrencial cuyo cauce se halla encajado entre las sierras de Laguarres y de Palleroa, siendo las poblaciones de Cajigar, Castigaleu, Luzás y Tolva, algunos de los núcleos por donde discurre.
El camino rodado nos llevará, en un principio hasta La Almunia de San Lorenzo, prácticamente deshabitada, aunque en sus alrededores existen granjas de ganado vacuno. Posteriormente, nos acercamos al cercano pueblo de San Lorenzo, también deshabitado. La Almunia de San Lorenzo pertenece al municipio de Tolva y San Lorenzo al de Castigaleu, a pesar de la poca distancia existente entre uno y otro núcleo.
En San Lorenzo, destaca la iglesia parroquial homónima (siglo XVIII), un templo cuyos paramentos son de lo más común sin nada sobresaliente. Muy cerca se halla la ermita de San Juan Bautista (siglo XVI), que tampoco se halla en muy buen estado que digamos, rematada por una pequeña espadaña de un solo vano. Tanto a la iglesia parroquial, como a la ermita, les espera un futuro nada halagüeño, con un resultado final más que previsible.
Las lluvias caídas en los últimos días, han hecho que los caminos estén bastante blandos, en algunos tramos incluso impracticables por el barro. El tramo entre San Lorenzo y Montañana, lo hacemos por una especie de vaguada drenada por un potente barranco denominado en sus comienzos como de La Almunia, para después llamarse San Miguel, hasta su encuentro con el barranco de San Juan, ya en el pueblo de Montañana, el cual, por cierto, hoy llevaban bastante agua. La vaguada se halla encajada entre las sierras de Chiró y Almunia, principalmente. Esta parte del recorrido, nos llevará por unos terrenos donde abundan las repoblaciones forestales junto a grandes masas boscosas de quejigales; la piedra arenisca y los conglomerados son los materiales que proliferan, con sus correspondientes desprendimientos. El camino va bordeando fincas, cultivadas unas y otras en situación de abandono, en las que todavía perduran, aunque ya arruinados, antiguos y pequeños edificios auxiliares de las labores agrícolas, habiendo sido utilizado alguno de ellos hasta de palomar.
Nos vamos acercando a Montañana, se van prodigando las pequeñas y escalonadas parcelas de antiguos cultivos, abandonadas hace mucho tiempo, y que, poco a poco, van siendo invadidas por la vegetación espontánea. Los remotos caminos, de procedencia medieval y flanqueados por paredes de piedra seca, comienzan a hacer acto de presencia, aunque algunos de sus tramos son intransitables dada la espesa masa arbustiva desarrollada en su interior. El descenso hasta el pueblo de Montañana, mediante una sucesión de pequeñas lazadas, lo hacemos por un bonito camino empedrado y muy bien conservado; antiguamente, se trataba de impresionar a los visitantes mostrando unos buenos y cuidados accesos a la población, además de por otros motivos que pudieran denotar el poderío económico.
Montañana:
Un pueblo donde todavía perdura el encanto medieval, al pasear por sus empedradas calles parece como si el tiempo se hubiese detenido, te sientes abstraído al contemplar los edificios con sus fachadas pétreas.
La población se halla encajada entre los barrancos de San Miguel y de San Juan, aunque este último es salvado a través de un bonito puente medieval que la comunica con el barrio de las afueras. La unión de ambos barrancos da lugar al barranco de Montañana, que va a desaguar al río Noguera-Ribagorzana, antes de su llegada a Puente de Montañana.
Desde una posición de privilegio, la iglesia de Nuestra Señora de Baldós (siglo XIII), viene a dominar todo el núcleo urbano, el cual se extiende a sus pies. La iglesia se halla dentro de lo que fue el recinto fortificado.
Otros edificios a destacar son, la torre defensiva, antigua cárcel; la ermita de San Juan, sita en la margen izquierda del cauce del barranco de igual nombre; así como el edificio de lo que fue el Ayuntamiento, que tiene adosado una pequeña capilla, en lo que es la plaza del pueblo.
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